Naciones de la Amazonía buscan una voz común en torno al cambio climático
La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica no se había congregado en 14 años hasta esta semana.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Brasil — Mandatarios de países sudamericanos que comparten la Amazonía lanzaron el martes un desafío a las naciones desarrolladas para que hagan un mayor esfuerzo para frenar la enorme destrucción del bosque tropical más grande del mundo, un reto que aseguran no puede quedar sólo en manos de unos cuantos cuando la crisis ha sido responsabilidad de tantos.
En la ciudad brasileña de Belem, los miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) también intentaron trazar un camino en común sobre cómo combatir el cambio climático, con la esperanza de que un frente unido les dé una mayor voz en las negociaciones globales.
Los llamados de presidentes de naciones como Brasil, Colombia y Bolivia se producen en momentos en que sus gobiernos buscan impulsar un muy necesario desarrollo económico en sus regiones y al tiempo evitar que el deterioro actual de la Amazonía alcance el punto de no retorno, según una declaración conjunta que se emitió al final de la sesión. Algunos científicos afirman que una vez que se destruya entre el 20% y 25% de la selva, las lluvias se reducirían drásticamente, lo que transformaría más de la mitad de la selva tropical en una sabana tropical, con una inmensa pérdida de biodiversidad.
“La selva tropical nos une. Es momento de ver el corazón de nuestro continente y consolidar, de una vez por todas, nuestra identidad amazónica”, dijo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. “En un sistema internacional que nosotros no construimos, fuimos relegados históricamente a un lugar subordinado como proveedores de materia prima. Una simple transición ecológica nos permitirá cambiar esto”.
La cumbre de dos días que termina el miércoles refuerza la estrategia de Lula de sacar provecho a la preocupación global por la preservación de la Amazonía. Envalentonado por el 42% en la reducción de la deforestación durante sus primeros siete meses de gobierno, Lula ha intentado obtener apoyo financiero internacional para la protección de las áreas boscosas.
La Amazonía se extiende por una superficie dos veces el tamaño de la India. Y dos terceras partes de ella se encuentran en Brasil, mientras que otros siete países y un territorio comparten el tercio restante. Históricamente, los gobiernos la han visto como una zona de colonización y explotación, con poca consideración por la sustentabilidad o los derechos de sus pueblos indígenas.
Todos los países presentes en la cumbre han ratificado el acuerdo climático de París, el cual requiere a las partes firmantes establecer objetivos para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero la cooperación transfronteriza ha sido históricamente escasa, socavada por la desconfianza, las diferencias ideológicas y la falta de presencia gubernamental.
Salvo por un consenso general sobre la necesidad de una responsabilidad global compartida, los miembros de la OTCA — la cual se reúne por apenas cuarta ocasión en la historia del organismo — demostraron el martes que no están en completa sintonía en otros aspectos fundamentales. La organización, de 45 años de existencia, no se había congregado en 14 años hasta esta semana.
Los compromisos previos de protección forestal habían sido disparejos, y aparentemente permanecieron así durante la cumbre. La “Declaración de Belem”, la proclama oficial del encuentro dada a conocer el martes, no incluyó compromisos compartidos para poner fin por completo a la deforestación para 2030, a diferencia de lo ya establecido por Brasil y Colombia. Lula ha dicho que espera que el documento sea un llamado compartido a emprender acciones en la conferencia climática COP 28 de noviembre próximo.
Uno de los temas fundamentales que causó división entre los integrantes el martes fue el petróleo. En particular, el presidente colombiano, el izquierdista Gustavo Petro, hizo un llamado a poner fin a la exploración petrolera en la Amazonía, una referencia a la postura contradictoria de Brasil y otros países petroleros de la región. Dijo además que los gobiernos deben forjar un camino hacia la prosperidad descarbonizada.
“¿Qué estamos haciendo dejando que en la selva se exploten hidrocarburos? No lo pongamos en la declaración, sino tomemos las decisiones. Si la selva produce petróleo, pues está matando a la humanidad en un doble efecto, porque deja de ser selva, deja de ser esponja, y al mismo tiempo emite CO2″, dijo Petro, quien también habló de buscar alternativas para reforestar los pastizales y plantíos, los cuales abarcan buena parte del corazón de Brasil para la ganadería y la producción de soya.
Por su parte, el presidente boliviano Luis Arce dijo que la Amazonia ha sido víctima del capitalismo, lo que se refleja en la expansión desmedida de las fronteras agrícolas y la explotación de recursos naturales. Y destacó que las naciones industrializadas son responsables de la mayoría de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero.
A la cumbre también acudieron el martes el primer ministro de la Guyana, la vicepresidenta de Venezuela y los cancilleres de Surinam y Ecuador.
La cumbre recibirá el miércoles a representantes de Noruega y Alemania, que son los principales colaboradores para el Fondo Amazonia para el desarrollo sustentable, así como homólogos de otras regiones tropicales cruciales: Indonesia, República del Congo y la República Democrática del Congo. El embajador de Francia en Brasil también estará presente en representación de la Guyana Francesa.