BOSTON.-  Charla Nash nunca estuvo en las fuerzas armadas. Quedó horriblemente desfigurada, no en combate, sino en un ataque de un chimpancé en 2009. Ahora el Pentágono observa cuidadosamente su recuperación.

Las fuerzas armadas estadounidenses pagaron el trasplante de rostro de Nash en 2011 y financian el tratamiento, cuyo costo se estima en cientos de miles de dólares, con la esperanza de aprender a ayudar a soldados que regresan de la guerra desfigurados.

En las próximas semanas, por ejemplo, Nash participará en un experimento financiado por las fuerzas armadas en que médicos del Hospital Brigham and Women de Boston tratarán de dejar de administrarle, poco a poco, los medicamentos contra el rechazo inmunológico que toma desde el trasplante.

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Nash bromea a veces que se siente como si fuera un proyecto científico. Pero la mujer, de 61 años e hija de un veterano de la Fuerza Aérea, dijo que se siente realmente satisfecha de permitir que los médicos la usen para sus investigaciones y lo considera una oportunidad para ayudar a los soldados heridos y "sacar algo bueno de estas estas cosas negativas".

"Me preguntaron y les dije que claro, que me encantaría cooperar de cualquier forma posible", dijo Nash, quien antes vivía en Connecticut y ahora vive sola en Boston, con personas que la ayudan.

Nash perdió la nariz, los párpados y las manos cuando el chimpancé mascota de 90 kilos (200 libras) de su empleador la atacó en Stamford, Connecticut. Los médicos también tuvieron que extirparle los ojos debido a una enfermedad que le transmitió el mono.

Posteriormente le implantaron partes del rostro de una mujer fallecida. También se sometió a un doble trasplante de manos, pero fracasó porque su cuerpo rechazó el tejido.

Ciega, Nash pasa la mayor parte del día escuchando la radio y libros grabados —el más reciente fue "La Guerra y la Paz"— en su modesto apartamento. También hace ejercicios un par de días de la semana con un entrenador en el gimnasio para fortalecerse y mantenerse sana. En este momento se está creando una cuenta en GoFundMe, una plataforma de financiación colectiva pública, para ayudarla a recaudar dinero para unas manos artificiales.

Su vida hoy es un fuerte contraste con sus años de juventud, cuando competía en rodeos desde mediados de los 1970 hasta mediados de los años 1990. A lo largo de los años, practicó saltos en caballo, trabajó en una finca y dirigió un centro de asistencia informática. Trabajaba de despachadora de una compañía de grúas cuando ocurrió el ataque.

Aproximadamente cada seis semanas, a Nash le hacen exámenes de laboratorio en el hospital. También se hace estudios radiológicos para determinar cómo el cerebro está enviando señales a su nuevo rostro. Además, los médicos la examinan para determinar si los vasos sanguíneos irrigan bien el tejido trasplantado.

A los militares también les interesan cosas como las cicatrices alrededor de la boca y cómo le funcionan los párpados.

El Pentágono está entregando fondos a 14 instalaciones médicas de todo el país a través de su programa de trasplantas de manos y rostros. El rostro y las extremidades son las partes del cuerpo que más lesiones sufren en la guerra.