Médicos rusos se desesperan por la baja tasa de vacunación
Rusia mantiene alrededor de 1,000 fallecimientos diarios por COVID-19.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Moscú. El doctor Georgy Arbolishvili no necesita ver las estadísticas del gobierno ni escuchar los récords de contagios y muertes que se rompen a diario para saber que Rusia está atravesando una fase muy alarmante de la pandemia de coronavirus.
Basta con echar un vistazo a su unidad de cuidados intensivos, en el Hospital Número 52 de Moscú, la cual opera al máximo de sus capacidades.
Con tan solo una tercera parte de los 146 millones de habitantes de Rusia vacunados contra el COVID-19, el país ha permanecido alrededor de los 1,000 fallecimientos diarios durante varias semanas, y el sábado rebasó esa cifra en una situación que, según Arbolishvili, “causa desesperación”.
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“La mayoría de los pacientes de la unidad de cuidados intensivos en estado grave no están vacunados”, dijo a The Associated Press. Estas enfermedades “podían haberse evitado fácilmente si se hubieran vacunado”.
Con la cifra récord de 1,015 víctimas mortales reportada el martes, el número de muertes en el país asciende ahora a 225,325, por mucho la más alta de Europa, aunque la mayoría de los expertos coinciden en que incluso esa cifra estaría por debajo del número real de decesos.
Estas estadísticas “están relacionadas de forma directa con la vacunación”, dijo Arbolishvili. “Los países con un alto porcentaje de vacunados no tienen cifras de mortalidad tan malas”.
Aunque las vacunas son abundantes, los rusos han mostrado dudas y escepticismo a la hora de vacunarse, lo que se atribuye a las señales contradictorias enviadas por las autoridades desde que comenzó la pandemia el año pasado.
Incluso mientras los pabellones de cuidados intensivos se llenan en las últimas semanas, la vida en Moscú continúa como de costumbre: restaurantes y cines repletos de gente, multitudes agolpadas en los clubes nocturnos y bares de karaoke y los pasajeros ignoran por completo los mandatos de uso de mascarillas en el transporte público.
Esto hace estremecer a los trabajadores médicos, como la doctora Natavan Ibragimova.
“Pienso en esas noches sin dormir en las que recibimos una gran cantidad de pacientes que ni siquiera se molestaron en utilizar medios de protección comunes”, dijo la internista del Hospital Número 52.
Los pacientes que se han vacunado no suelen presentar síntomas graves, añadió Ibragimova, mientras que los no vacunados llegan a lamentarlo.
“Los pacientes que sobreviven después de un cuadro grave de la enfermedad nos dicen cuando son dados de alta: ‘Doctora, usted tenía razón y le diré a todo el mundo que es necesario vacunarse’”, dijo.
Hasta ahora, el Kremlin ha descartado un nuevo confinamiento nacional como el impuesto al inicio de la pandemia, que supuso un fuerte revés para la economía y erosionó la popularidad del presidente, Vladimir Putin.
El aumento de las infecciones ha incrementado la presión sobre el sistema sanitario ruso y ha llevado a los funcionarios del gabinete a sugerir que la mayoría de los trabajadores del sector público se tomen una semana de descanso.
La viceprimera ministra, Tatyana Golikova, quien dirige el grupo de trabajo sobre el coronavirus, sugirió el martes que ese periodo no laboral comience el 30 de octubre y se prolongue hasta la semana siguiente, en la que cuatro de los siete días ya son festivos. El gabinete pedirá a Putin que autorice la medida, que mantendría abiertas muchas empresas del sector de servicios.
Las autoridades también aumentaron la presión sobre los trabajadores médicos, los profesores y los funcionarios públicos para que se vacunaran, pero el ritmo ha sido lento. Putin subrayó la importancia de la vacunación, pero hizo hincapié en que debe ser voluntaria.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, admitió que, aunque el gobierno hace todo lo posible por facilitar la vacunación, debería ser más proactivo a la hora de fomentarla.