Desde que era niño, Li Jingwei no sabía su verdadero nombre. No sabía dónde había nacido ni estaba seguro de cuántos años tenía... hasta que el mes pasado encontró a su familia con la ayuda de un mapa que tenía guardado en la memoria.

Li fue víctima de tráfico infantil. En 1989, cuando tenía 4 años, un vecino calvo se lo llevó con engaños, diciéndole que iban a ver carros, de los cuales no había muchos en las poblaciones rurales.

Esa fue la última vez que vio su casa, dijo Li. El vecino lo llevó detrás de una colina y hacia un camino donde esperaban tres bicicletas y otros cuatro secuestradores. Lloró, pero de igual forma lo subieron en una bicicleta y se alejaron.

“Quería ir a casa, pero no me dejaban”, dijo Li en una entrevista con The Associated Press. “Dos horas más tarde, me di cuenta que no volvería a casa y que debí cruzarme con gente mala”.

Recuerda haberse subido a un tren. Eventualmente lo vendieron a una familia en otra provincia, Henan.

“Como yo era muy joven, apenas tenía 4 años, y aún no iba a la escuela, no podía recordar nada, ni siquiera los nombres” de sus padres o de su aldea, narró.

Sin embargo, incrustado en su memoria estaba el paisaje de su aldea en la ciudad de Zhaotong, en la provincia de Yunnan, en el suroeste de China. Recordaba las montañas, los bosques de bambú, un estanque junto a su casa, todos los lugares donde solía jugar.

Después de que fue secuestrado, Li dijo que, para no olvidar, todos los días dibujó mapas de su aldea hasta que cumplió los 13 años. Antes de tener edad suficiente para ir a la escuela, los dibujaba sobre el piso, y una vez que ingresó a la escuela, los dibujaba en libretas. Se convirtió en una obsesión, admitió.

Más de 30 años después de su secuestro, un dibujo detallado de un paisaje de su aldea ayudó a la policía a encontrar la localidad y a dar con su madre biológica y sus hermanos.

Se propuso buscar a su familia después de que dos reencuentros se hicieron famosos el año pasado. En julio, un hombre chino, Guo Gangtang, se encontró con su hijo después de una búsqueda de 24 años. En diciembre, Sun Haiyang se reunió con su hijo secuestrado luego de 14 años.

Los reportes de robo de infantes son frecuentes en China, aunque se desconoce con certeza qué tan a menudo ocurren. El problema se agravó por las restricciones que hasta 2015 permitían que la mayoría de las parejas en zonas urbanas tuvieran un solo hijo.

Li decidió hablar con sus padres adoptivos en busca de pistas y consultó bases de datos de ADN, pero no encontró nada. Posteriormente, dio con voluntarios que le sugirieron que publicara en la red social Douyin un video donde apareciera junto al mapa que había dibujado.

Le tomó apenas 10 minutos dibujar nuevamente lo que había dibujado cientos, quizá miles, de veces cuando era niño, comentó.

La publicación fue vista decenas de miles de veces. Para entonces, Li dijo que la policía ya había reducido la búsqueda basándose en su muestra de ADN, mientras que su mapa hecho a mano ayudó a los residentes a identificar a una familia.

Li finalmente se puso en contacto con su madre vía telefónica. Ella le preguntó sobre una cicatriz que tiene en la barbilla y le comentó que se la hizo al caer de una escalera.

“Cuando me mencionó la cicatriz, supe que era ella”, dijo Li.

Otros detalles y recuerdos también encajan, y la prueba de ADN confirmó su parentesco. En un emotivo reencuentro en Año Nuevo, Li vio a su madre por primera vez desde que tenía 4 años.

Mientras caminaba hacia ella, sus piernas cedieron de la emoción. Con la ayuda de su hermano y su hermana, finalmente abrazó a su madre.

Li habló con la voz entrecortada sobre su padre, quien ya falleció. Ahora padre de dos adolescentes, Li dijo que llevará a su familia a visitar la tumba de su padre junto a sus tías y tíos durante las celebraciones por el Año Nuevo Lunar el mes entrante.

“Será una gran reunión”, declaró. “Quiero decirle que su hijo está de regreso”.