Lula promete un nuevo día para la Amazonía brasileña
El presidente electo de Brasil buscará organizar una próxima cumbre climática mundial en la selva tropical.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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A seis semanas de que asuma el poder, el presidente electo de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva dijo el miércoles a una entusiasmada multitud en la conferencia de la ONU sobre el cambio climático que combatirá la deforestación ilegal en la Amazonía, restablecerá relaciones con los países que financian la protección forestal y buscará organizar una próxima cumbre climática mundial en la selva tropical.
En dos presentaciones, Lula expuso su visión para el manejo de la selva tropical más grande del mundo —la cual es crítica en la lucha contra el cambio climático— en un marcado contraste con la postura del mandatario saliente Jair Bolsonaro, en cuyo gobierno se registró una de las deforestaciones más aceleradas en décadas en el mayor país de América Latina.
“No habrá seguridad climática si no se protege a la Amazonía”, dijo Lula, quien agregó que todos los crímenes cometidos contra la selva en su país, desde la tala ilegal hasta la minería, serán combatidos “sin descanso”.
Los mandatarios brasileños tienen una amplia gama de facultades en lo referente al monitoreo y la regulación de la Amazonía. El Ministerio del Medio Ambiente supervisa al Instituto Brasileño del Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables, conocido como Ibama, el cual patrulla la selva. La policía federal actúa en todo Brasil, incluidos los estados con grandes zonas selváticas, y también es posible la intervención de las fuerzas armadas.
Bolsonaro, que impulsó el desarrollo tanto en sus discursos como en políticas proempresariales, adoptó diversas medidas que debilitaron las protecciones. Por ejemplo, nombró como administradores forestales a personas del sector agroindustrial, el cual se opone a la creación de zonas protegidas como los territorios indígenas y exige la legalización de tierras robadas.
Muchos expertos brasileños han argüido que esos cambios abrieron la puerta a una acción criminal generalizada: entre agosto de 2020 y julio de 2021, la zona deforestada en la Amazonía brasileña alcanzó su mayor extensión en 15 años, según cifras oficiales. La vigilancia vía satélite muestra que la tendencia de este año rebasará a la de 2021.
La selva tropical amazónica, que se extiende por diversas naciones de América del Sur, combate el cambio climático al absorber grandes cantidades de dióxido de carbono. También es cada de algunos de los animales y plantas más peculiares del mundo, así como de diversas tribus que han vivido en el lugar durante miles de años.
Lula, quien hizo un extraordinario regreso político tras ser condenado y encarcelado por corrupción hace algunos años, aportó un peso simbólico y práctico a las discusiones en la COP27 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudar a las naciones en vías de desarrollo a enfrentar las secuelas del cambio climático. La deforestación se redujo considerablemente en Brasil durante la presidencia Lula de 2003 a 2010.
“¡Lula! ¡Lula! ¡Lula!”, coreó la multitud antes de su primera presentación en la mañana.
En esa reunión, Lula se reunió con diversos gobernadores brasileños, incluido los de importantes estados con selva tropical como Amazonas y Pará. Lula dijo que la cumbre climática de la ONU de 2025 debería realizarse en la Amazonía para que “la gente que defiende a la Amazonía y el clima conozcan de cerca la región”. Dijo que propondrá esta semana la iniciativa a la dirección de la ONU.
En ambos discursos, Lula criticó varias veces a Bolsonaro, a quien derrotó en las elecciones de octubre. Asumirá la presidencia el 1 de enero.
“Brasil no puede permanecer aislado como lo estuvo estos últimos cuatro años. (Los funcionarios brasileños) no viajaron a ningún otro país, y ni de otros países viajaron a Brasil”, dijo el mandatario electo.
Lula también dirigió fuertes palabras a los gobernantes del mundo. Mencionó el compromiso que las naciones ricas hicieron durante la conferencia climática de 2009, de aportar 100.000 millones de dólares anuales para ayudar a los países en vías de desarrollo a adaptarse a las consecuencias del cambio climático. Ese esfuerzo jamás se ha financiado por completo.
“No sé cuántos representantes de países ricos estén aquí”, dijo Lula mientras hacía una pausa, sonreía y miraba a la multitud. “Quiero decir que mi regreso aquí también es para cobrar lo prometido”.
Sin dar detalles, Lula dijo que su gobierno trabajará con el Congo e Indonesia, que junto con Brasil poseen las selvas tropicales más grandes del mundo. Debido a su apelativo de la “OPEP de las Selvas”, en referencia a la Organización de Países Exportadores de Petróleo y la manera como controlan la producción de crudo, diversos medios brasileños han dicho que la idea en general es que estos tres países coordinen sus posturas negociadoras y prácticas en materia de administración de las selvas y protección de la biodiversidad. La propuesta fue presentada inicialmente durante la cumbre climática del año pasado en Glasgow, Escocia, según reportes.
A pesar de las ambiciosas promesas de Lula, su gobierno enfrenta una tarea colosal. Aunque mucha gente, sobre todo ambientalistas y funcionarios presentes en la cumbre, festejan los compromisos de proteger la Amazonía, tradicionalmente los gobernantes brasileños han enfrentado una intensa presión de desarrollo. Estas provienen tanto de sectores como la agricultura y la minería como de muchos habitantes de la Amazonía que sienten que les corresponde decidir cómo se maneja la selva.
También es una realidad que Lula tiene resultados mixtos en materia de medio ambiente. La deforestación cayó drásticamente durante su década en el poder, en la que la ministra del Ambiente, Marina Silva, que fue recolectora de caucho cuando era niña, trabajó de cerca con el ambientalista asesinado Chico Mendes.
Pero en su segundo periodo, Lula comenzó a hacer concesiones al sector agrícola, y Marina Silva renunció en 2008. Ella se encuentra en la COP27 y se le menciona para volver a ocupar el puesto.
Sassan Saatchi, científico de la NASA y experto forestal, dijo que para frenar de manera eficaz la deforestación se necesitan varias cosas, desde una gobernanza más sólida hasta iniciativas económicas que brinden oportunidades a la gente que vive en la Amazonía.
“No existen soluciones mágicas”, dijo Saatchi, quien asiste a la conferencia climática. “La cuestión es cómo conjuntar esas cosas”.
Da Silva tiene previstas varias reuniones con ministros de diversos países en los próximos días.
El martes en la noche, Lula se reunió con el enviado de Estados Unidos para el Clima, John Kerry. El miércoles, Kerry se dijo complacido de que Lula “hablara de una vez por todas de que las cosas se hagan bien, de unir a la gente para preservar la Amazonía”.
Simone Karipuna, una activista de la Amazonía viajó con otras mujeres indígenas a Egipto para participar en la cumbre. Entre coros con otras mujeres antes de una de las presentaciones de Lula, Karipuna dijo que cree que se pueden superar los desafíos porque las comunidades indígenas que viven en la selva pueden trabajar con Lula.
“No tuvimos diálogo con el gobierno actual”, dijo.