Luchan contra el ébola y el coronavirus en el Congo
Los residentes hacen frente a ambas amenazas de salud.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Beni, República Democrática del Congo. La República Democrática del Congo ha tenido que luchar contra un brote de ébola que mató a miles de personas durante más de 18 meses, y ahora debe enfrentar una nueva lacra: la pandemia del coronavirus.
El ébola ha dejado a los residentes del este del país cansados y temerosos y, justo cuando se preparaban para declarar el final del brote, surgió un nuevo caso. Ahora, tendrán que abordar ambas amenazas a la vez.
El nuevo virus ha desbordado a algunos de los mejores sistemas de salud de Europa y arrasó comunidades en Nueva York.
En el Congo, podría propagarse sin control en un país que ha soportado décadas de conflicto, donde la corrupción ha dejado a la población en la pobreza pese a la riqueza mineral, y donde la desconfianza en las autoridades está tan arraigada que algunos trabajadores de salud fueron asesinados durante el brote de ébola.
Tampoco está claro cuál será el alcance de la ayuda internacional en un momento en el que todo el mundo está luchando contra la misma pandemia.
“Todo se siente como una gran tormenta”, dijo Martine Milonde, una movilizadora comunitaria congoleña que trabaja con la ONG World Vision en Beni, el epicentro del brote de ébola.
“En realidad, esta es una crisis dentro de una crisis dentro de una crisis. La comunidad sufre inseguridad, y sufrió el ébola, y ahora podría enfrentar el COVID-19”, agregó refiriéndose a la enfermedad provocada por el coronavirus.
A principios de marzo, un paciente ébola que muchos esperaban que fuese el último, recibió el alta y el brote debía darse oficialmente por terminado el domingo. Pero la Organización Mundial de la Salud reportó el viernes un nuevo caso de la fiebre hemorrágica en Beni.
El ébola ha matado a más de 2,260 personas desde agosto de 2018, en el segundo peor brote de la historia luego del que sacudió el África Occidental entre 2014 y 2016.
Sin embargo, hay esperanza: Muchas de las herramientas empleadas para combatir el ébola -lavarse las manos y mantener la distancia social- son también claves contra el coronavirus.
En Beni, que tiene dos casos confirmados de coronavirus, “las comunidades tienen la esperanza de que superarán esta pandemia de la forma en la que han estado trabajando para superar el ébola”, afirmó Milonde. “Tienen las prácticas de precaución, vigilancia e higiene que han estado realizando para salvar a sus familias”.
Los trabajadores comunitarios de Beni, que se pasean con megáfonos para hablar sobre ébola, han empezado a incluir advertencias sobre el coronavirus.
Los mensajes explicando el COVID-19 y qué hacer en caso de enfermar se emiten en las estaciones de radio, a través de mensajes de texto y de los líderes religiosos. Las escuelas, iglesias y mezquitas ya están equipadas con kits para lavarse las manos.
El alcalde de la ciudad, Nyonyi Bwanakawa, dijo que muchas de las medidas resultarán familiares, pero recomendaciones como la de quedarse en casa son más estrictas que las necesarias contra el ébola, y las autoridades están preparadas para tomar “medidas drásticas” si la gente se resiste.
Al contrario que con el ébola, que mata a casi la mitad de quienes lo contraen, el nuevo virus provoca síntomas leves o moderados en alrededor del 80% de los infectados. Para propagar el ébola tiene que haber un intercambio de fluidos corporales, y la gente suele contraerlo atendiendo a sus seres queridos o en funerales tradicionales que implican un contacto cercano con el cadáver. Pero el nuevo virus es mucho más contagioso y se transmite en su mayoría por personas que tosen o estornudan, incluyendo aquellas con síntomas leves similares a los de la gripe.
Esto supone que la tarea de controlar la propagación del coronavirus en el país será masiva: El gobierno tiene solo un control limitado sobre algunas partes de su vasto territorio; hay algunos centros densamente poblados con mal saneamiento e infraestructuras y, el este de la nación, rico en minerales, está sumido en la violencia de varios grupos armados.