En Longyearbyen, una ciudad del archipiélago noruego de Svalbard, existe una regla bastante inusual, pues no está permitido morir.

Desde hace más de 70 años existe esta prohibición y se creó debido a las condiciones climáticas de la región, ya que las temperaturas invernales descienden entre -4 a -22 grados Fahrenheit (-20 y -30 °C) y, cuando entierran los cuerpos, no se descomponen porque el suelo está congelado.

Según el medio Mirror, este fenómeno se convirtió en un grave problema cuando se descubrió que la gripe española, responsable de millones de muertes en 1918, aún estaba presente en cadáveres enterrados hace un siglo.

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En la región las temperaturas invernales descienden entre -4 a -22 grados Fahrenheit (-20 y -30 Celsius).
En la región las temperaturas invernales descienden entre -4 a -22 grados Fahrenheit (-20 y -30 Celsius). (El Tiempo / GDA)

Para evitar la propagación de enfermedades, los residentes que están a punto de morir son trasladados a Noruega continental, donde pueden fallecer y ser enterrados.

Christian Meyer, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, explicó al mismo medio que el suelo congelado no solo impide la descomposición de los cuerpos, sino que también conserva las enfermedades que los mataron, representando un riesgo para los habitantes actuales.

Desde 1950, es ilegal enterrar cuerpos en el cementerio local de Longyearbyen, aunque se permite la inhumación de urnas con cenizas. Sin embargo, la mayoría de los enfermos terminales son evacuados para pasar sus últimos días en Noruega continental.

Los residentes tampoco pueden tener gatos, para proteger las aves locales.
Los residentes tampoco pueden tener gatos, para proteger las aves locales. (El Tiempo / GDA)

Además de esta inusual ley, los residentes también deben lidiar con otros desafíos, como la prohibición de tener gatos para proteger a las aves locales y el peligro constante de los osos polares. También, en invierno, la oscuridad total domina el día, mientras que, en verano, el sol brilla las 24 horas.

Longyearbyen no es el único lugar con restricciones sobre la muerte. En Sellia, Italia, la Ordenanza 11 prohíbe enfermarse y morir, imponiendo multas a quienes no cumplan con los controles sanitarios. Otras ciudades como Cugnaux y Sarpourenx en Francia, Biritiba Mirim en Brasil, Lanjaron en España y Falciano del Massico en Italia han adoptado medidas similares debido a la falta de espacio en los cementerios locales.