Cuando los pobladores de la localidad de El Maviri, en el noroccidente de México, se preparaban para recibir a cientos de turistas por las vacaciones de verano, un devastador hallazgo les arrancó la alegría: una alfombra de peces muertos apareció en las orillas de la popular playa.

De inmediato los habitantes alertaron a las autoridades sobre el evento detectado el 25 de julio e iniciaron la recogida de cientos de peces muertos para enterrarlos y evitar así que los fétidos olores pudieran generar contaminación ambiental.

A los pocos días arribaron a la playa del estado norteño de Sinaloa funcionarios estatales, federales y militares para sumarse a la recolección de los peces muertos, evaluar las dimensiones del desastre natural y determinar si habría un riesgo sanitario para la población, lo que obligaría al cierre del balneario y la suspensión de la pesca.

De acuerdo con las evaluaciones iniciales, en las orillas de la playa se recolectaron la semana pasada varios centenares de peces muertos que alcanzaban a una tonelada y la mortandad se extendió hacia mar afuera, dijo a The Associated Press Randy Ross, jefe de la Comisión Estatal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (COEPRISS).

La COEPRISS informó a inicios de semana en un comunicado que las muertes de los peces fueron originadas por microalgas de las especies “chaetoceros affinis” y “Rhizosolenia spp” que provocan “hipoxia, anoxia, taponamiento de branquias o daño físico a las branquias derivado de la estructura que tiene en forma de agujas de vidrio muy filosas”.

La mortandad coincidió con una temperatura récord de 35 grados centígrados que se registró en las aguas del litoral norte de la Sinaloa, que está siendo evaluada por los investigadores como posible causa del evento.

Mientras las autoridades y científicos avanzaban en las investigaciones, entre los humildes pobladores de El Maviri, que viven esencialmente del turismo, había preocupación. Así lo reconoció Ulises Pinzón, síndico de la localidad costera de Topolobampo e integrante de una cooperativa de El Maviri, quien indicó que como la mortandad ocurrió a inicios de semana no generó mayor impacto en la pequeña localidad, de unos 200 habitantes, debido a que el grueso de los turistas visita el balneario los fines de semana.

Pinzón precisó que el incidente hizo recordar a muchos los eventos que ocurrieron en 2017, 2018 y 2019 cuando también se registraron muertes masivas de peces y se observaron grandes manchas de color café en las aguas de la bahía de Topolobampo, vecina a El Maviri.

Los habitantes de El Maviri debieron esperar un par de días para disipar sus temores. Un informe preliminar del laboratorio estatal de Salud Pública de Sinaloa del 31 de julio reveló que las algas recolectadas en el área “no afectan a los seres humanos”, afirmó Ross, y descartó que la COEPRISS vaya a declarar una alerta sanitaria en la playa o suspender la pesca.

Aunque el estudio inicial aclaró cómo se originó la muerte de los peces, no ofreció respuestas sobre lo que motivó la aparición de las dos nocivas microalgas en las aguas del norte de Sinaloa y si hay algún riesgo de que el fenómeno vuelva repetirse.

Al respecto, Ross informó que la Comisión de Riesgos Sanitarios seguiría monitoreando la zona por si aparecen nuevos peces muertos y agregó que el estudio preliminar se remitirá a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) para que prosigan las investigaciones y determinen si las altas temperaturas incidieron en el fenómeno. La AP solicitó por correo a la Profepa una reacción sobre el evento, pero no hubo respuesta.

Lo ocurrido en Sinaloa ha puesto en alerta también a los científicos. La doctora Rosalba Alonso Rodríguez, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo a la AP que la detección en El Maviri de la microalga de la especie Rhizosolenia hyalina puede ser muy importante porque sería la primera vez que se detecta en las aguas del norte de Sinaloa.

Alonso Rodríguez aclaró que las microalgas Rhizosolenia hyalina y Chaetoceros affinis no son tóxicas para los humanos y la fauna marina, pero sí muy “nocivas” porque provocan que se tapen las branquias de los peces y mueran por asfixia.

Sobre el impacto que tuvo la temperatura récord de 35 grados centígrados, que se detectó en las aguas del litoral norte de Sinaloa, la investigadora señaló que era muy pronto para hacer un diagnóstico, pero admitió que “la capacidad de disolución del oxígeno depende de la temperatura y va a tener mayor disolución en aguas frías que en aguas cálidas”.