La isla centroamericana que pasó de ser una “brutal” cárcel a un popular parque turístico
Convertida en prisión de máxima seguridad en 1873, hoy en día es un atractivo cultural para visitar.
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Por más de un siglo, la Isla San Lucas, situada en el Golfo de Nicoya a unos 8 kilómetros de Puntarenas, Costa Rica, fue sinónimo de encierro y castigo.
Convertida en prisión de máxima seguridad en 1873, la isla albergó inicialmente a los “políticos indeseables” del país y, posteriormente, a los “delincuentes más violentos”. De acuerdo con National Geographic, la penitenciaría llegó a ser considerada una de las más “brutales” de la nación.
Las condiciones infrahumanas y las torturas que padecieron los reclusos quedaron documentadas en la literatura costarricense. José León Sánchez, quien cumplió condena en la isla tras ser acusado del robo de una joyería en 1950, plasmó su experiencia en la novela “La isla de los hombres solos”. Según LA NACIÓN, el escritor pasó 20 años en el penal antes de ser liberado y declarado inocente en 1970.
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De prisión temida a destino turístico
La cárcel de San Lucas operó por más de un siglo, pero en 1991 cerró definitivamente debido a problemas administrativos y falta de recursos. Hasta un año antes de su clausura, el penal aún albergaba a 215 reos y 30 empleados, según el Sistema Nacional de Áreas de Conservación de Costa Rica.
La transformación de la isla comenzó mucho antes de su cierre. En 1974, la ley No. 5469 dispuso que el terreno sería transferido a la municipalidad de Puntarenas para el desarrollo de un proyecto turístico.
Con la llegada del nuevo milenio, el lugar fue declarado Refugio Nacional de Vida Silvestre y, finalmente, en 2020 abrió sus puertas como el Parque Nacional número 30 de Costa Rica.
Desde entonces, San Lucas se ha convertido en un atractivo destino turístico por su combinación de historia, cultura y naturaleza.
Recorrido por la antigua prisión
Uno de los principales motivos para visitar la isla es conocer su pasado penitenciario. Entre los sitios más emblemáticos del antiguo presidio están la capilla, la comandancia, los calabozos y “el agujero”, un espacio de confinamiento construido sobre un disco de concreto donde los prisioneros eran enviados por “mala o incorregible conducta”.
Dentro de las celdas aún se pueden observar grafitis realizados por los internos de la época, los cuales reflejan “los castigos y desesperanza que sufrieron”, señaló LA NACIÓN.
Estas pinturas murales, que en su momento fueron expresiones de angustia, hoy son consideradas arte y una evidencia de “cómo el Estado controlaba y reprimía a los privados de libertad”.
Naturaleza y tecnología en la isla
Más allá de su historia, San Lucas es también un refugio de biodiversidad. Sus senderos permiten observar una gran variedad de especies silvestres entre la densa vegetación y el entorno marino que rodea la isla.
Además, para enriquecer la experiencia de los visitantes, dentro del parque hay 16 puntos con códigos QR. Según la agencia de noticias EFE, estos códigos brindan información sobre la historia del lugar, así como detalles sobre la flora y fauna que habita en la isla.
El Parque Nacional Isla San Lucas abre de lunes a domingo en horario de 8:30 a.m. a 3:30 p.m. El precio de la entrada para turistas extranjeros es de 12 dólares por adulto y 5 dólares para niños de 6 a 12 años.
Biodiversidad y cultura
Antes de convertirse en prisión, la isla era un refugio natural con una gran diversidad de flora y fauna. No obstante, las actividades humanas impactaron su ecosistema, por lo que en 1967 se implementó un programa de reintroducción de especies.
Desde entonces, han sido reintegrados el armadillo de nueve bandas, el mono aullador, la ardilla común, la guatuza y el venado cola blanca, que ahora conviven con mapaches, garrobos, iguanas verdes, boas y cocodrilos, entre otras especies.
El ecosistema marino de San Lucas también es rico en biodiversidad. En sus aguas habitan tiburones martillo, mantas rayas y tortugas, mientras que en el cielo se pueden observar aves como garzas, gavilanes, loras y murciélagos. En cuanto a vegetación, la isla alberga 93 especies de árboles y arbustos.
Entre 2008 y 2009, el Departamento de Antropología e Historia del Museo Nacional de Costa Rica y la Universidad de Miami realizaron excavaciones en un cementerio hallado en el sector de Playa Cocos, donde encontraron diversos restos humanos.