La escritora nicaragüense Gioconda Belli (Managua, 1948) cumple este mes su primer año de exilio en España. Llegó a Madrid un dos de febrero con dos maletas, angustiada por lo que sucedía en su país, Nicaragua, y con la intención de “entender la vida de otra manera”.

“Nunca imaginé que iba a tener que vivir de nuevo en el exilio, jamás nos hubiéramos imaginado que podía pasar, no estaba lista para exiliarme”, confiesa en la terraza de una cafetería madrileña en un día soleado y frío.

No es la primera vez que debe abandonar Nicaragua. La autora de “La mujer habitada” escapó a México y Costa Rica cuando tenía 25 años para luchar contra la dictadura de Anastasio Somoza. Formaba parte de la oposición sandinista junto a Daniel Ortega, actual presidente del país centroamericano y dirigente político del que ahora huye.

Casi medio siglo después, con 73 años, Belli se encontró que “no tenía donde vivir”, como plasmó en su poema ‘Despatriada’, y aterrizó en España después de una serie de amenazas veladas y advertencias sobre su integridad personal si volvía a su domicilio de Managua.

“En mayo de 2021, fui a Estados Unidos para ver a mis hijas y cuando estoy allí me cuentan que están encarcelando a mucha gente en Nicaragua: amigos míos, candidatos electorales, un tuitero, etc...y me dicen que no vuelvas que te van a capturar”, recuerda.

Como ella, miles de nicaragüenses han marchado del país. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), solo en 2021 hubo 116,600 nuevas aplicaciones de refugio. A este número se suman los más de 100,000 que salieron entre 2018 y 2020, en datos de la misma organización, que tiene que presentar los desplazamientos de 2022, calificado como “el año del éxodo” por la oposición política.

Algunos analistas calculan que un 10.08 % de la población ha abandonado el país desde abril de 2018, fecha del inicio de las protestas contra el presidente Ortega y su esposa vicepresidenta, Rosario Murillo, que acabaron en una dura represión, y que marcó un antes y un después en la Nicaragua del siglo XXI.

NO VOLVER A CASA

Para Belli, “el exilio para gran parte de estos que se han ido va a ser durísimo y doloroso. Es una generación que jamás imaginó esta situación. No es como mi generación que desarrolló una resiliencia por todo lo que nos tocó vivir de los 70 a los 90″.

Pese a todo, la autora de la novela “El país de las mujeres” tiene confianza en que, en algún momento, pueda regresar a Nicaragua. “No volveré a hasta que no se acabe la dictadura. Eso sí, no pienso mucho en el futuro. Si además vuelvo con 90 años, espero que me dejen entrar y no me van a echar a la cárcel”, puntualiza con una sonrisa.

De momento y después de colaborar con la Academia de la Lengua en un diccionario de fraseología -”un tiempo muy lindo, estaba recién llegada a Madrid, me dieron mucho afecto” -, confiesa que está trabajando en tres novelas, ninguna sobre su exilio pero sí una de ellas sobre la desilusión.

Sin querer profundizar más en estos trabajos, Gioconda Belli sí comenta su desilusión con aquellos que se enamoraron de la revolución sandinista y no quieren ver la deriva del régimen. “La prueba está en Cuba, en Venezuela y en Nicaragua: han destruido el concepto de izquierda y lo han convertido en una izquierda estalinista. Y eso ha hecho un daño inconmensurable”.

Una muestra de esta decepción se recoge en “Luciérnagas. Un libro de ensayos sobre los ensayos de vivir” (Seix Barral, 2022), publicado a finales de año solo en Latinoamérica, que incluye artículos, reflexiones y análisis de Belli que explican, desde su punto de vista, la descomposición del Frente Sandinista y el autoritarismo del nuevo régimen.

Además, como acostumbra, también en el libro hay un espacio para la poesía – “nunca me deja, ella me asalta”- y para la reivindicación de la mujer desde una mirada íntima y con una decidida, poderosa y personal militancia feminista.

Tanta actividad, no le impide compartir la distancia con otros exiliados ilustres que viven en Madrid como el escritor y premio Cervantes Sergio Ramírez o con algunos de los 61,563 nicaragüenses migrantes que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), están registrados en España.

Entretanto, lejos de su casa en Managua, de sus dos perros, de sus libros, de “la vida entera”, Gioconda Belli se muestra agradecida y dichosa por la recepción “envidiable” que ha tenido en su primer año de exilio en España.