Trenes atestados de pasajeros que regresan al trabajo tras un feriado nacional de una semana. Jóvenes frustrados que toman en la calle porque los bares están cerrados. Protestas ante una posible visita del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI).

A medida que el coronavirus se propaga por Japón antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Tokio en apenas 11 semanas, una de las naciones que menos vacunas ha administrado en el mundo muestra signos de tensión, tanto social como política.

El gobierno, desesperado por mostrar a una preocupada población que controla los esfuerzos para combatir el coronavirus aunque presione para celebrar un evento deportivo masivo al que cada vez se oponen más japoneses, anunció el viernes que prorrogará y ampliará el estado de emergencia decretado para Tokio y otras zonas hasta el 31 de mayo.

Para el primer ministro, Yoshihide Suga, la declaración de emergencia es tanto una medida sanitaria como caminar por la cuerda floja política mientras aumentan las críticas internas a la aparente determinación nipona para albergar la cita olímpica a cualquier costo.

Japón ha evitado imponer un confinamiento estricto para frenar los contagios, y las declaraciones de emergencia pasadas han tenido poca repercusión ya que tanto la población como las empresas pueden ignorar las medidas sin consecuencias. Estas medidas se han endurecido desde entonces, pero se adoptan en un momento en que la ciudadanía muestra una mayor impaciencia y un menor deseo de cooperar, lo que podría hacer que la medida sea menos efectiva.

Estaba previsto que el estado de emergencia vigente en Tokio y Osaka, así como en las prefecturas occidentales de Kyoto y Hyogo, terminase el martes. Suga señaló que su gobierno decidió prorrogarlo y ampliarlo a Aichi, en el centro del país, y Fukuoka, en el sur.

El viernes, dos días después del final de la “Semana dorada” de vacaciones, Tokio confirmó 907 nuevos casos de coronavirus, una cifra superior a los 635 registrados cuando comenzó el estado de emergencia en la capital hace un mes, pero muy por encima del objetivo de 100 que recomiendan algunos expertos.

Autoridades y expertos dicen que es posible que durante los feriados se realizasen menos pruebas de detección por el cierre de muchos centros y hospitales, y alertaron de que las cifras durante y justo después de las vacaciones podrían no reflejar la realidad.

La ampliación de las restricciones aumenta la incertidumbre sobre la visita que podría realizar el presidente del COI, Thomas Bach, el próximo 17 de mayo y sobre si Japón puede albergar con seguridad unos juegos que estaban previstos para el año pasado y que ahora se celebrarán entre el 23 de julio y el 8 de agosto.

Desde el inicio de la pandemia, Japón ha reportado unos 616,000 casos, incluyendo alrededor de 10.500 muertes.