El Gobierno de Irán se negó al encuentro bilateral entre sus representantes y los estadounidenses en la ciudad europea de Viena, donde hoy, lunes, se reanudan las negociaciones para rescatar el acuerdo nuclear de 2015.

“No habrá conversaciones bilaterales entre la delegación de Irán y la de Estados Unidos en Viena”, afirmó en su rueda de prensa semanal el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Said Jatibzade.

Al igual que en las seis rondas celebradas hasta ahora -paralizadas durante cinco meses por las elecciones iraníes- las negociaciones para salvar el acuerdo nuclear se producirán de forma indirecta ante la negativa de Irán a sentarse en la misma mesa que los estadounidenses.

Así, las delegaciones de Rusia, China, Alemania, Francia y Reino Unido, coordinadas por la Unión Europea (UE), se reunirán con la delegación de Irán en un lujoso hotel de Viena.

Pero, Estados Unidos seguirá la reunión a través de intermediarios desde otro punto de la ciudad.

Esta nueva ronda se desarrolla en un ambiente de desconfianza entre todas las partes y con los iraníes más cerca de la capacidad de fabricar una bomba.

El Gobierno del nuevo presidente iraní, Ebrahim Raisí, exigió que Estados Unidos elimine las sanciones económicas contra el país y ofrezca garantías de que no abandonará un nuevo acuerdo nuclear como sucedió en 2018 con la administración del expresidente Donald Trump.

Washington abandonó entonces de forma unilateral el pacto firmado entre Irán y Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania, y el propio Estados Unidos y reimpuso sanciones contra Teherán.

Tras un año de “paciencia estratégica”, Irán respondió con la producción de más uranio y de más pureza de lo permitido en 2019 y este año alcanzó un nivel del 60%, más cerca del límite necesario para una bomba atómica (90%).

Tras la llegada al poder del actual presidente estadounidense, Joe Biden, comenzaron nuevas negociaciones entre Irán y las seis grandes potencias (Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania, y Estados Unidos de formar indirecta), pero esos contactos se paralizaron tras seis rondas en junio antes de las elecciones generales iraníes.

Al mismo tiempo, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) advierte desde hace meses de que sus inspectores no tienen el acceso necesario en Irán para garantizar la verificación de las actividades nucleares.

La República Islámica ha reaccionado a su vez violando cada vez más sus compromisos, con pasos que la han acercado mucho, según los expertos, a la posibilidad de fabricar armas atómicas.

En esta nueva ronda de negociaciones, la primera desde la elección de un nuevo presidente en Irán, las delegaciones de los principales contendientes (Irán y Estados Unidos) no se verán cara a cara, ante la negativa de los iraníes de sentarse en una misma mesa.

Las conversaciones fueron interrumpidas en junio tras la victoria electoral del ahora presidente iraní, el ultraconservador Ebrahim Raisí, quien exige que Washington levante todas las sanciones contra su país.

Tras años de conflictos y negociaciones ante la sospecha occidental de que Teherán intenta hacerse con la bomba atómica, el JPCOA se selló en 2015 con el fin de garantizar que Irán utiliza su programa nuclear exclusivamente con fines pacíficos, y no militares, como siempre ha asegurado.

A cambio, se acordó el levantamiento de las sanciones internacionales que lastraban la economía persa.

“La total implementación del acuerdo es la única manera de que la comunidad internacional tenga las garantías necesarias sobre el programa nuclear iraní y para que Irán logre todos los beneficios del acuerdo”, insistió.

Massrali dijo que “la diplomacia es el único camino y Borrell, como coordinador del acuerdo, va a seguir haciendo todo lo posible para que el acuerdo vuelva por el buen camino”.

Señaló, igualmente, que la posición de la UE “no ha cambiado” y que el bloque comunitario “siempre ha respaldado estas conversaciones”.