SANTIAGO DE CHILE. El controversial obispo emérito Juan Barros --en el centro de un escándalo de pedofilia de la iglesia chilena-- fue interrogado el jueves como parte de una investigación por abuso sexual a menores contra el excapellán Pedro Quiroz, informó el Fiscal Metropolitano Sur Raúl Guzmán. 

Quiroz formaba parte del obispado castrense, dirigido por Barros entre 2004 y 2015. De acuerdo a un comunicado de fines de agosto de ese obispado, en años previos se recibieron varias denuncias contra Quiroz: una en julio sobre un abuso que habría ocurrido en 1997 y otras dos --por las que el excapellán ya había sido investigado-- a mediados del 2000. Sin embargo, decía el documento, en aquel entonces no se logró “obtener las declaraciones necesarias de las víctimas para llegar a determinar responsabilidades”. 

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Barros llegó caminando hasta la Brigada de Delitos Sexuales de la policía de investigaciones en la capital de Chile y conversó brevemente con la prensa, donde permaneció casi tres horas y media. Al término, Barros dijo: “aporté lo que yo podía aportar, le manifesté al señor fiscal lo que yo había podido conocer o desconocer”. 

La investigación que inició hace unas semanas está en manos del fiscal Guzmán y de su colega de Rancagua, Emiliano Arias, quienes allanaron las dependencias del obispado a comienzos de agosto para buscar antecedentes de abusos que no hubiesen sido denunciados. Arias explicó en días pasados que un capellán además de ser religioso es funcionario público, por lo que está obligado a denunciar abusos a las fiscalías. 

El fiscal Guzmán dijo a la prensa que investigan varias denuncias hechas en parroquias bajo la jurisdicción de la fiscalía metropolitana. “La cantidad de hechos, las víctimas son materia de investigación”, añadió. 

Hasta julio pasado, cuando el papa Francisco aceptó su renuncia, Barros era obispo de la diócesis de Osorno. 

La visita de Francisco a Chile en enero pasado se vio opacada por el conocimiento de escándalos sexuales y por la férrea defensa que el pontífice hizo de Barros pese a todas las advertencias de que había encubierto al cura Fernando Karadima, el mayor sacerdote pedófilo de la Iglesia Católica de Chile conocido hasta ahora. 

La visita al país sudamericano le dejó al papa bastantes sinsabores y a su regreso a El Vaticano ordenó a dos emisarios investigar a Barros y otros abusos. Las conclusiones de sus enviados en 2,300 páginas llevaron al pontífice a afirmar que la iglesia local estaba centrada en la “cultura del abuso y del encubrimiento” y pidió la renuncia a los 31 obispos activos, incluido Barros. Hasta ahora ha aceptado sólo cinco. 

Especialistas en la Iglesia Católica han dicho que quizás el papa no tiene con quiénes reemplazar a todos los obispos que quisiera pasar a retiro. 

Barros es uno de los cinco obispos formados por Karadima, al igual que Horacio Valenzuela, de Talca, cuya renuncia también fue aceptada. 

Las tres víctimas públicas de Karadima, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo fueron invitadas por el papa a El Vaticano para escuchar los horrores a los que sobrevivieron. Francisco después incitó a los obispos chilenos a los que les pidió la renuncia.