Berlín. El número de casos confirmados de coronavirus en todo el mundo superó los 600.000 el sábado, mientras los contagios seguían aumentando en Europa y Estados Unidos y las autoridades se preparaban para una larga batalla contra la pandemia.

La última marca se batió apenas dos días de superar el medio millón de enfermos, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins, demostrando que todavía queda mucho por hacer para frenar la propagación del virus. En total, hay más de 602,000 casos y más de 27,000 decesos.

Estados Unidos es ahora el país con más contagios _ con más de 104,000 _ pero otros cinco superan las 1,700 víctimas mortales: Italia, España, China, Irán y Francia.

“En esta fase no podemos evitar las infecciones por completo, pero en el futuro inmediato podemos y debemos lograr menos infecciones por día, una propagación más lenta”, dijo la canciller de Alemania, Angela Merkel, a sus compatriotas en un mensaje de audio. La dirigente está en cuarentena en su casa luego de que su doctor dio positivo al virus.

“Esto decidirá si nuestro sistema de salud puede resistir al virus”, agregó.

El coronavirus ya ha puesto a la sanidad de Italia, España y Francia contra las cuerdas. En el continente se han decretado cuarentenas de diferente intensidad. El jefe de gabinete de Merkel, Helge Braun, dijo que el país _ que decretó el cierre de los negocios no esenciales y prohibió las reuniones de más de dos personas en público _ no aliviará sus restricciones antes del 20 de abril.

España, que decretó el confinamiento hace dos semanas, batió un nuevo récord con 832 decesos más el sábado, su peor dato hasta la fecha. En total, el coronavirus ha matado a 5,690 personas en el país. El número de contagiados subió en 8,000 a más de 72,000.

Médicos, enfermeras y conductores de ambulancia de las regiones más afectadas se enferman a un ritmo alarmante y trabajan sin descanso. Más de 9,000 trabajadores sanitarios se han contagiado en todo el país.

“Estamos completamente sobrepasados”, dijo Pablo Rojo, médico de ambulancia en el hospital Dos de Maig de Barcelona, añadiendo que en un día había trasladado a “Siete u ocho (pacientes) y todos con COVID-19 (...) Y la media de edad está bajando. Ya no tienen 80 años, ahora tienen 30 y 40”.

Mientras el epicentro de la pandemia se desplazaba hacia el oeste, la situación se ha calmado en China, donde ya se han levantado algunas restricciones. Seis líneas de metro reanudaron su actividad, aunque con limitaciones, en Wuhan, la ciudad del centro de China donde apareció la enfermedad en diciembre, luego de que la evaluación oficial de riesgo por la enfermedad bajó de alto a medio el viernes.

En la mayoría de los pacientes, el coronavirus provoca síntomas leves o moderados que desaparecen en dos o tres semanas. En algunos casos, sobre todo en mayores y personas con enfermedades previas, puede provocar patologías más graves, como la neumonía, e incluso la muerte.

Más de 130,000 personas se ha recuperado ya, según el conteo de Johns Hopkins.

De una forma u otra, los efectos del brote de COVID-19 se han dejado sentir tanto entre los poderosos como los pobres.

El primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, anunció el viernes que dio positivo al virus pero dijo que seguirá trabajando desde su cuarentena.

Los países seguían tratando de repatriar a los ciudadanos varados en el extranjero por los cierres de fronteras y la cancelación casi total de vuelos. El sábado, 174 turistas extranjeros y cuatro ciudadanos nepalíes fueron rescatados de los pies del Everest cuatro días después de quedar atrapados en la única pista que sirve a la montaña más alta del mundo.

En la vecina India, las autoridades enviaron una flota de autobuses a las afueras de la capital para trasladar a la multitud de trabajadores migrantes que tratan por todos los medios de regresar a sus aldeas durante la cuarentena más grande del mundo.

Miles de personas, en su mayoría jornaleros jóvenes, pero también familias, abandonaron sus casas de Nueva Delhi cuando el primer ministro, Narendra Modi, anunció el inicio de un confinamiento de 21 días el miércoles que dejó sin trabajo a millones de indios que subsisten con lo que ganan cada día.

En algunas partes de África, las medidas de prevención contra el virus han dado un giro violento a medida que los países imponen cuarentenas y toques de queda para sellar ciudades importantes. La policía de Kenia disparó gases lacrimógenos y agentes fueron grabados por celulares golpeando a la gente con bastones.