Lima. Lorena Fernández lloraba frente a la puerta de la morgue del hospital Guillermo Almenara de Lima. Quería ver el rostro de su padre, Humberto Fernández, que murió por el nuevo coronavirus.

“No comprenden nuestro dolor, no me dejan ver a mi papá”, se quejó el viernes mientras trabajadores sanitarios subían en un minibús varios cadáveres en bolsas selladas rumbo al crematorio.

En la última semana se han incrementado en Perú las escenas de dolor de familiares que buscan ver por última vez a sus seres queridos, que murieron infectados con el nuevo coronavirus.

Las estrictas reglas sanitarias impiden que los familiares puedan abrir las bolsas que contienen a los cadáveres para observarlos antes de ser cremados.

Los guardias privados del hospital le pedían que se alejara para evitar contagios por estar cerca de los cadáveres, pero Lorena exigía ver, aunque sea por un instante, el rostro de su padre.

Perú tiene 21,648 infectados y es el segundo país con más contagiados de Latinoamérica después de Brasil.

Humberto, de 54 años, es uno de los 634 muertos en Perú a causa del virus. En los últimos cinco días murieron 189 peruanos y, de éstos, 62 en las últimas 24 horas.

Los fallecidos comenzaron a colapsar las morgues de los hospitales de Perú que no están acostumbrados a recibir demasiados muertos y las autoridades empezaron a resolver el problema, como en otras partes del mundo, usando contenedores frigoríficos.

Un enorme contenedor blanco con un peso de poco más de tres toneladas no podía ingresar por la puerta de la morgue del hospital y los mecánicos usaron una grúa gigante que lo levantó por el cielo y lo introdujo por encima de las paredes.

Todo eso ocurrió mientras Lorena Fernández intentaba grabar con su celular el ingreso de su padre al minibús que lo iba a llevar hasta el fuego final del crematorio.

“No lo he visto por última vez, ni siquiera su cara”, dijo Lorena.