El Ejército israelí informó el miércoles que Hamás ha empezado a liberar a otros 12 rehenes en la Franja de Gaza.

Los primeros dos rehenes, dijeron las fuerzas israelíes, fueron trasladados a Egipto el miércoles en la noche. Se prevé que otros 10 serán liberados en breve.

Es la sexta liberación de rehenes israelíes bajo un cese de fuego entre Israel y Hamás. Se prevé que Israel liberará a unos 30 prisioneros palestinos más tarde el miércoles.

El cese de fuego estaba por expirar temprano el jueves. Los mediadores internacionales están tratando de prorrogar la tregua varios días más, a fin de lograr más liberaciones de rehenes.

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Hamás capturó unos 240 rehenes en su ataque contra Israel el 7 de octubre. Se estima que ahora, después de estas liberaciones más recientes, quedan unos 150 rehenes retenidos por Hamás.

Entretanto, los mediadores internacionales trabajaban para ampliar la tregua en Gaza, con la esperanza de que Hamás, que gobierna el territorio, siguiera entregando rehenes a cambio de la liberación de prisioneros palestinos y más alivio de la ofensiva aérea y terrestre israelí. De lo contrario, el acuerdo expiraría en un día.

Israel ha celebrado la liberación de docenas de rehenes en los últimos días y dice que mantendrá la tregua si Hamás sigue liberando cautivos. Pero su otro gran objetivo —la aniquilación del grupo armado que gobierna la Franja de Gaza desde hace 16 años y orquestó el letal ataque a Israel que desencadenó la guerra— parecía cada vez más improbable.

Semanas de intensos bombardeos y una invasión por tierra han arrasado amplias extensiones del norte de Gaza y matado a miles de palestinos. Pero parecen haber tenido poco efecto en el gobierno de Hamás, como indican su capacidad de gestionar negociaciones complejas, imponer el cumplimiento del cese el fuego a otros grupos armados y orquestar la liberación de rehenes sin incidentes.

El líder de Hamás en Gaza, Yehya Sinwar, y otros comandantes probablemente se han trasladado al sur junto con cientos de miles de palestinos desplazados que han abarrotado los refugios.

Una invasión terrestre israelí en el sur podría terminar dando con los líderes de Hamás y eliminando el resto de la infraestructura del grupo, incluidos sus kilómetros (millas) de túneles, pero Estados Unidos, el principal aliado de Israel, no parece dispuesto a asumir el coste en destrucción y vidas palestinas que eso conllevaría.

El gobierno de Joe Biden ha dicho a Israel que si reanuda la ofensiva debe operar con mucha más precisión, especialmente en el sur. Es improbable que esa estrategia doblegue a Hamás con rapidez, y la presión internacional para que se alcance un cese el fuego duradero va en aumento.

“Está a punto de ponerse a prueba hasta dónde estarán dispuestas a llegar las dos partes en el canje de rehenes y prisioneros por la pausa, pero en este momento las presiones e incentivos para que ambos se atengan a ella son más fuertes que los incentivos de volver a la guerra”, escribió en X Martin Indyk, exembajador estadounidense en Israel.

La guerra comenzó con el ataque de Hamás el 7 de octubre en el sur de Israel, que dejó más de 1,200 muertos, la mayoría civiles. Los milicianos se llevaron a unas 240 personas a Gaza, incluidos bebés, niños, mujeres, soldados, ancianos y jornaleros tailandeses.

Israel respondió con una devastadora campaña de ataques aéreos sobre toda la Franja de Gaza y una invasión terrestre en el norte. Más de 13,300 palestinos han muerto, unos dos tercios de ellos mujeres y niños, según el Ministerio de Salud en Gaza, dirigido por Hamás y que no diferencia entre civiles y combatientes.

Es probable que la cifra sea mucho mayor, ya que las autoridades sólo han actualizado el número de forma esporádica desde el 11 de noviembre debido al desmoronamiento de los servicios en el norte. El ministerio dice que hay otros miles de personas desaparecidas, que se teme estén muertos bajo los escombros.

Israel dice que 77 de sus soldados han muerto en la ofensiva terrestre y afirma haber matado a miles de milicianos, sin dar pruebas.

EL DILEMA DE LOS REHENES EN ISRAEL

La situación de los rehenes y la conmoción causada por el ataque del 7 de octubre ha blindado el apoyo israelí a la guerra. Sin embargo, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, también enfrenta una fuerte presión para que lleve a los rehenes a casa y podría tener dificultades para reanudar las hostilidades si hay una posibilidad de más liberaciones.

Se cree que Hamás aún retiene a unas 150 personas, suficientes para alargar el cese el fuego unas dos semanas más según los términos actuales de entregar a 10 diarias. Pero se espera que pida más a cambio de los soldados israelíes y probablemente reclamaría la liberación de prisioneros palestinos condenados por ataques mortales.

Tras una extensión de dos días, se suponía que el cese el fuego terminara en algún momento tras un último intercambio el miércoles.

CALMA TENSA EN GAZA

Los palestinos corrientes temían que se reanudara la guerra, que ha llevado niveles sin precedentes de muerte, destrucción y desplazamientos a toda Gaza.

“Estamos hartos”, dijo Omar al-Darawi, que trabaja en el sobrepasado hospital Mártires de Al Aqsa en el centro de Gaza. “Queremos que esta guerra pare”.

El bombardeo y la ofensiva terrestre israelí han desplazado a más de 1,8 millones de personas dentro de la Franja Gaza, casi el 80% de la población del territorio, y la mayoría han buscado cobijo en el sur, según Naciones Unidas.

El cese el fuego ha permitido incrementar las entregas de ayuda en entre 160 y 200 camiones diarios, pero eso es menos de la mitad de lo que importaba el enclave cada día antes de los combates, y las necesidades se han disparado. La gente que se aprovisionaba de combustible y otros productos básicos debía esperar horas en largas filas que se formaban antes del amanecer.

Como los refugios gestionados por Naciones Unidas están desbordados, muchos se han visto obligados a dormir al raso bajo un clima frío y lluvioso. El responsable de la Organización Mundial de la Salud advirtió el miércoles sobre las penosas condiciones en los sobrepasados refugios y dijo que “podría morir más gente por la enfermedad que por las bombas”.

Más de 111,000 personas sufren infecciones respiratorias y 75,000 tienen diarrea, más de la mitad de ellos menores de cinco años, señaló el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus. Él también pidió una tregua continuada y dijo que era “una cuestión de vida o muerte”.