LIMA. El exmandatario Alberto Fujimori se convertirá en el candidato presidencial más longevo de Perú si se inscribe para competir en las elecciones de 2026, y será el único que intentará volver al poder a los 88 años tras haber estado preso 16 años cumpliendo condenas por asesinato y corrupción.

Fujimori, de 85 años —excarcelado en diciembre tras un polémico indulto basado en razones humanitarias por sufrir hipertensión, frecuencia cardiaca irregular y riesgo de cáncer de lengua— competiría con al menos 30 candidatos de acuerdo al número de partidos inscritos ante el Tribunal Electoral.

Su candidatura fue anunciada el domingo por su hija Keiko Fujimori, líder del partido derechista Fuerza Popular. Padre e hija no han realizado comentarios tras el lanzamiento.

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“Mi padre y yo hemos conversado y decidido juntos que él será el candidato presidencial”, dijo Keiko, quien fue primera dama del gobierno de su padre (1990-2000), tras el divorcio en 1994 con su madre, Susana Higuchi, fallecida en 2021.

Fujimori —quien vive en casa de Keiko— fue operado a inicios de julio para colocarle una prótesis luego de sufrir una fractura en la cadera tras caerse de la cama. También recibe sesiones de inmunoterapia y radioterapia para tratar un tumor canceroso en la lengua que apareció en mayo y se ha reducido, comentó Keiko en una entrevista con la televisora Willax, tres días antes del anuncio.

La hija mayor de Fujimori, de 49 años, añadió que no se inclina por acompañar a su padre en la fórmula presidencial como primera o segunda vicepresidenta, pero tampoco dijo qué papel jugaría ella en los comicios de 2026.

The Associated Press solicitó una entrevista con Keiko Fujimori y también con Alberto Fujimori en busca de mayores detalles sobre la candidatura, sin obtenerlas al momento.

Pese a que Fujimori no puede postular porque la ley prohíbe este derecho a los condenados por corrupción y a los que no han pagado su reparación civil, “es muy probable que inscriba su candidatura y en el camino sea retirado de la plancha presidencial”, apuntó el constitucionalista Alejandro Rospigliosi, quien fue jefe del Centro de Estudios Constitucionales y Parlamentarios del Congreso de Perú.

“Hay gente que votará por Fujimori, incluso si es retirado”, dijo el experto. Añadió que Keiko Fujimori quiere “usufructuar al máximo el buen recuerdo que un bolsón (simpatizantes) electoral tiene de Alberto Fujimori”. Así, ella podría lograr una bancada numerosa en el Parlamento que le otorgaría capacidad de negociación.

A diferencia del padre, que ganó tres comicios consecutivos en 1990, 1995 y 2000, la hija no ha podido triunfar en las tres elecciones en las que se ha presentado en 2011, 2016 y 2021. Ella creó el partido conservador Fuerza Popular que es la mayor fuerza política en el Parlamento.

Los intentos de los Fujimori por ganar poder político en Perú han coincidido con sus procesos judiciales.

Alberto Fujimori tiene un juicio pendiente en el que está acusado de ser autor intelectual del asesinato de seis campesinos en el norte de Lima ejecutados en 1992, por militares protegidos por su entonces gobierno, quienes combatían con métodos de guerra sucia al grupo terrorista Sendero Luminoso. En ese juicio, la fiscalía pide 25 años de cárcel para Fujimori.

Por su parte, Keiko Fujimori enfrenta desde inicios de julio un juicio por presuntamente lavar más de 17 millones de dólares para sus campañas electorales de 2011 y 2016. La fiscalía pide para ella 30 años de cárcel.

El menor de la familia, el excongresista Kenji Fujimori, fue sentenciado en enero a cuatro años y medio de cárcel suspendida por corrupción, porque buscó comprar votos de congresistas para impedir que el Parlamento en 2017 —controlado en esa época por la oposición que lideraba su hermana Keiko— destituya de la presidencia a Pedro Kuczynski (2016-2018) por sus presuntos nexos con la constructora Odebrecht.

No es la primera vez que Alberto Fujimori postula en medio de enredos judiciales. En 2007, mientras cumplía arresto domiciliario en Chile, durante un proceso de extradición a Perú, Fujimori, con nacionalidad peruana-japonesa, se lanzó sin éxito al senado japonés y prometió dar su “propia vida” por Japón, adonde llegó en 2000 huyendo de Perú en medio de escándalos por corrupción que acabaron con su gobierno.

Fujimori fue condenado en 2009 a 25 años de cárcel como autor mediato del asesinato de 25 peruanos, incluido un niño, en 1992 a manos de un destacamento de militares que su gobierno protegió. Este mismo grupo mató a los otros seis campesinos por los que el expresidente es juzgado en la actualidad.

El exmandatario también recibió tres sentencias por corrupción durante su gobierno, entre ellos, por usar 15 millones de dólares del tesoro público para “pagarle” por sus servicios a su exjefe de espías Vladimiro Montesinos; por pagar a congresistas de oposición y a una televisora para que apoyaran su gobierno, así como por espiar telefónicamente a diversos periodistas críticos con su gestión.

Preso por 16 años en una cárcel de Lima construida para albergarlo, Fujimori cultivaba rosas, pintaba, cocinaba, escribía sus memorias y recibió hasta 180 visitas en un solo día, según datos oficiales. También se le permitió que su hija Sachi, la tercera de cuatro, celebrara su matrimonio en la prisión para que él participara del rito católico.

Fujimori nunca reconoció sus crímenes y cada cierto tiempo salía de la cárcel al hospital por descompensaciones en su salud ocasionadas por taquicardias e hipertensión, pero también al odontólogo.

A fines de 2017, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski lo indultó por su mala salud, pero un año después la Corte Suprema anuló su liberación. Entonces Fujimori se internó en un hospital privado y desde su lecho de enfermo, envió un video suplicando que no lo retornen a la cárcel. “Si regreso a prisión mi corazón no lo va a soportar, está demasiado débil... No me condenen a muerte, ya no doy más”, dijo.

En diciembre de 2023, el Tribunal Constitucional anuló la decisión de la Corte Suprema, restituyó el indulto otorgado en 2017 y el gobierno de la presidenta Dina Boluarte cumplió con la excarcelación.

Fujimori comenzó a reconstruir su imagen tan pronto salió de prisión.

En videos publicados por su abogado, se le vio caminando por las calles de Lima tomándose fotos con simpatizantes, con una cánula conectada a un balón de oxígeno mientras tramitaba su documento de identidad y se compraba un teléfono celular.

A un juez le indicó que no pensaba fugarse, como lo hizo en el 2000 hacia Japón. Reabrió sus redes sociales, negó ser un asesino, afirmó que su gobierno sólo defendió al pueblo, que venció al terrorismo de Sendero Luminoso y regresó de Japón para defenderse de todas “las leyendas” que crearon sobre él.

En videos dirigidos a jóvenes afirmó que en su gobierno se realizaron reformas, sobre todo económicas, mucho antes que el presidente de Argentina, Javier Milei, o el de El Salvador, Nayib Bukele.

También calificó de lugares para “honrar” la “desquiciada memoria” del grupo terrorista Sendero Luminoso a un Museo de la Memoria financiado por Alemania, a espacios públicos y películas que muestran los crímenes de Sendero Luminoso y de las fuerzas de seguridad durante el conflicto armado que provocó miles de muertos entre 1980 y 2000.

“Yo caí en la trampa”, confesó hace poco el expresidente Kuczynski, quien firmó su indulto en 2017, a la televisora N. “Me parecía que el señor (Fujimori) que había pasado años en la cárcel podía seguir con su condena en casa...nadie pensó que iba a ser candidato a la presidencia”, indicó.

Fujimori se animó a hablar de política nuevamente en una breve entrevista en febrero con la televisora Willax donde aseguró que el partido Fuerza Popular había acordado que la presidenta Dina Boluarte —que ha superado cinco pedidos de destitución y tiene escasa popularidad— culmine su gestión en 2026.

En esa entrevista, le preguntaron si le sugeriría a su hija Keiko que vuelva postular a la presidencia. El expresidente evadió la respuesta y dijo que “aún era prematuro” hablar sobre ello.

El reportero insistió y le consultó si apoyaría a Keiko en caso de que ella postule otra vez en 2026. Entonces Fujimori se quedó en silencio y sonrió. “Bueno”, dijo evadiendo nuevamente, “lo que se va a hacer es que el fujimorismo siempre esté presente porque hay público, hay público pues”.