Hace un año estuvo a punto de morir con un paro cardíaco y el susto volvió cuando un fuerte dolor abdominal que no cesaba, la llevó de vuelta al mismo hospital, donde le dijeron que estaba en trabajo de parto. Nunca lo sospechó y ahora es madre primeriza de un pequeño que goza de buena salud.

La vida de la ecuatoriana Anny Tuárez, casada con Víctor Macías, dio un inesperado giro hace cuatro días en Portoviejo, a 230 kilómetros de la capital de Ecuador, cuando al realizar tareas cotidianas en casa se percató de la expulsión de un poco de agua entre sus piernas y empezó a sentir un leve dolor abdominal que pasó a ser más intenso.

La mujer de 33 años contó el jueves a The Associated Press que no había dado importancia a los vómitos que tuvo meses atrás. El sobrepeso, la menstruación irregular y otras condiciones de salud contribuyeron a que no se sospechara de la real situación: estaba embarazada.

“No lo podía creer”, dice ya después de haber dado a luz a un niño. En los primeros años de su matrimonio, ella y su pareja lucharon por tener un bebé, pero desistieron. Llevan 16 años casados.

En entrevistada por teléfono, ríe a carcajadas cuando recuerda el diagnóstico de la doctora que la atendió y su felicidad al oír los poderosos latidos de un bebé que llegó sin previo aviso, como suelen ser los “milagros”, dijo.

Enseguida fue trasladada al Hospital Verdi Cevallos, en la ciudad de Portoviejo, donde finalmente dio a luz al pequeño Anvic Emanuel, tras 10 horas de labor de parto.

“Mi familia no nos creía cuando llamamos a avisar, no teníamos nada preparado”. Entonces todo fue una felicidad caótica: comprar pañales, medicinas y, poco a poco, todos iban contribuyendo con ropa y más.

“Dios es tan perfecto; imagínese pasar por tantas cosas, porque prácticamente casi muero”. Un año atrás, en el mismo hospital, los médicos la operaron para extraer su vesícula, pero debido a complicaciones tuvo un paro cardíaco que casi le cuesta la vida. Estuvo cinco minutos sin signos vitales, dijo.

Es la primera vez que ese hospital Verdi Cevallos atiende a una mujer en trabajo de parto en esas circunstancias, sin saber que estaba embarazada, afirmó el responsable del área de Ginecología, Fidel Mendoza, citado en un comunicado del Ministerio de Salud.

Los momentos difíciles pasaron y ahora la mujer prefiere sonreír junto a su pequeño Anvic Emanuel, cuyo primer nombre es una mezcla del suyo y el de su esposo. El segundo nombre representa su fe porque, insistió, “es un milagro de Dios”.