Fiona se dirige a Bermudas como huracán de categoría 4
Sus vientos máximos sostenidos alcanzan las 130 millas por hora.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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San Juan. Fiona se convirtió este miércoles en un huracán de categoría 4 tras azotar las Islas de Turcas y Caicos en una ruta que la acercaría a Bermudas esta semana.
Al menos cuatro muertes se atribuyeron directamente a la tormenta a su paso por el Caribe. El meteoro dejó lluvias torrenciales en Puerto Rico, donde dejó a la mayoría de la isla sin luz ni agua y cientos de personas sacaban lodo de sus casas tras unas inundaciones que las autoridades describieron como “históricas”.
La compañía eléctrica indicó en un principio que restaurar todo el servicio eléctrico tomaría un par de días, pero pareció retractarse el martes por la noche.
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“El huracán Fiona ha impactado severamente la infraestructura eléctrica y las instalaciones de generación en toda la isla. Queremos que quede muy claro que los esfuerzos para restaurar y reenergizar continúan y se están viendo afectados por inundaciones severas, carreteras intransitables, árboles caídos, equipos deteriorados y líneas caídas”, indicó Luma, la firma encargada de la transmisión y distribución de electricidad en la isla.
El zumbido de los generadores se oía en todo el territorio mientras crecía el enojo de los puertorriqueños, algunos de los cuales aún no se habían recuperado del huracán María, que golpeó la isla como Categoría 4 hace cinco años y provocó unas 2,975 muertes.
Luis Noguera, que ayudaba a limpiar un alud de tierra en Cayey, dijo que María le había dejado sin electricidad durante un año.
“Le pagamos a un electricista aparte para que me conectara”, recordó, y añadió que no creía que el gobierno fuera de mucha ayuda después de Fiona.
Se reportaron largas filas en varias gasolineras de Puerto Rico y algunos pararon a un costado de una autopista para recoger agua de un arroyo.
“Pensábamos que con María habíamos tenido una mala experiencia pero definitivamente esto fue peor”, dijo Gerardo Rodríguez, que vive en Salinas.
Algunas partes de la isla habían recibido más de 64 centímetros (25 pulgadas) de agua antes de las lluvias del martes.
Para el martes por la noche, las autoridades dijeron haber restaurado el servicio eléctrico a casi 300,000 de los 1.47 millones de clientes, mientras que más de 760,000 clientes -dos tercios del total en la isla- estaban sin agua corriente.
El responsable de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de Estados Unidos (FEMA, por sus siglas en inglés) viajó a Puerto Rico el martes y la agencia anunció que enviaría cientos de trabajadores adicionales para respaldar los esfuerzos locales de recuperación.
Por su parte, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos declaró una emergencia de salud pública en la isla y desplegó dos equipos en el territorio estadounidense.
En las Islas de Turcas y Caicos, las autoridades reportaron daños mínimos y ninguna muerte, a pesar de que el ojo de la tormenta pasó el martes por la mañana cerca de la Isla Gran Turca, donde está la capital del pequeño territorio británico.
El gobierno había impuesto un toque de queda e instó a la gente a huir de zonas propensas a las inundaciones.
“Turcos y Caicos tuvieron una experiencia espectacular en las últimas 24 horas”, dijo la vicegobernadora Anya Williams. “Desde luego vino con su ración de desafíos”.
El miércoles de madrugada, Fiona tenía su centro unos 275 kilómetros (170 millas) al norte de la Isla Gran Caicos, y los vientos con fuerza de huracán se extendían hasta 45 km (30 millas) desde el vórtice. Sus vientos máximos sostenidos alcanzaban los 215 kilómetros (130 millas) por hora y el sistema se desplazaba hacia el norte a 13 kilómetros (8 millas) por hora, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, que esperaba que pasara junto a Bermudas el viernes.
La tormenta mató a un hombre en el territorio caribeño francés de Guadalupe, a otro hombre en Puerto Rico que fue arrastrado por un río crecido y a dos personas en República Dominicana, uno alcanzado por un árbol caído y el otro por un poste eléctrico.