Una mujer a punto de dar a luz con una pierna herida por esquirlas de metralla. Un estremecimiento que destruye vidrios y revestimientos cerámicos en un cuarto con desechos médicos. Una enfermera que sufre una conmoción cerebral.

Esto es lo que recuerdan los médicos de un ataque aéreo ruso que destruyó una maternidad de Mariúpol en la que trabajaban. Es todo lo que les queda de un día que querrían olvidar, después de que soldados rusos borraron toda prueba del ataque de sus teléfonos cuando escaparon de Mariúpol.

“De repente, no quedaba nada, ya no había una clínica infantil, desapareció de un estallido”, expresó la doctora Lyudmila Myjailenko, directora interina del Hospital Nro. 3 de Mariúpol. Un cráter es lo único se ve en el patio del hospital, agregó.

Tres médicos y un paramédico hablaron con la Associated Press y ofrecieron nuevos detalles del ataque del 9 de marzo, ocurrido cuando Mariúpol estaba prácticamente incomunicada. Lo hicieron para contrarrestar la desinformación rusa. Se fueron de Mariúpol separadamente, en automóviles, igual que han hecho miles de residentes en las últimas semanas, que ahora están desperdigados por Polonia y otros puntos de Ucrania.

Sus testimonios, junto con el trabajo de la AP, videos de la maternidad de AP y entrevistas con expertos que analizaron el tamaño del cráter, contradicen directamente la versión rusa de que no hubo un bombardeo aéreo. Los funcionarios rusos han tratado en reiteradas ocasiones de sembrar dudas en torno a las denuncias de atrocidades en Mariúpol, ciudad del este de Ucrania que es uno de los principales objetivos de los rusos y que ha sido destruida.

Dos de los tres médicos, al igual que la mayoría de las personas que pasa por los puestos de control rusos al salir de Mariúpol, dijeron que los revisaron y que les borraron los videos y fotos de la destrucción que tenían en sus teléfonos. Las personas que tenían cosas sospechosas o que no tenían documentos fueron separadas y no está claro qué sucedió con ellas.

“Tenía listas en mi teléfono, fotos, de todo, pero nos obligaron a borrar todo eso”, dijo Myjailenko, quien habló durante dos horas casi en forma ininterrumpida, con feroz determinación, acerca del ataque y de su fuga. “Nos borraron el archivo de la papelera del teléfono. Teníamos videos de todo lo que pasaba en la ciudad, pero no hicieron borrarlos”.

Hace poco, una cuenta de Twitter vinculada con el gobierno ruso difundió una entrevista con Mariana Vishegirskaya, una de las mujeres que estaba en el hospital. En pijama y aparentemente mareada, Vishegirskaya salió ilesa de la explosión.

En la entrevista más reciente, la nueva madre dijo que el hospital no fue bombardeado, que los ataques fueron a edificios cercanos y que ella no escuchó avión alguno. No dijo quién pudo ser responsable del ataque.

Sostuvo que otros sobrevivientes que estaban en el sótano expresaron la misma versión poco después de las explosiones.

“Tampoco escucharon (aviones). Dijeron que (el cráter) fue causado por una bomba que estalló en otro sitio. O sea, que no vino del aire”, señaló en la entrevista.

Vishegirskaya se encuentra ahora en territorio controlado por Rusia, aunque no se sabe exactamente dónde ni en qué condiciones estaba al grabarse la entrevista.

Periodistas de la Associated Press que trabajaban cerca de la maternidad documentaron el sonido de aviones y luego dos explosiones. Una de ellas dejó un cráter con una profundidad equivalente a dos pisos de departamento en el patio. Semejante impacto puede ser producto de bombas de 500 kilos, no de ataques de artillería, según dos expertos en municiones consultados por la Associated Press.

Joseph Bermúdez, analista de imágenes del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, dijo que el tamaño del hueco y los destrozos en los edificios aledaños no dejan duda de que fue un ataque aéreo.

El ataque al hospital de Mariúpol fue uno de al menos 37 ataques a instalaciones médicas de Ucrania que contabilizó la AP. En lo que va de la guerra, todos los hospitales de la ciudad han sido blanco de ataques aéreos o terrestres al menos una vez.

El alcalde de Mariúpuol Vadym Boichenko dijo el miércoles que 50 personas habían muerto incineradas en ataques rusos a hospitales.

Transcurría un día relativamente tranquilo en el hospital de Mariúpol. La doctora Yana Frantsusova se encontraba en un salón de otro edificio al que se llevan desechos médicos, no en la maternidad, cuando los vidrios y azulejos se estremecieron. Eran las 2.45 de la tarde aproximadamente. Intentó salir corriendo, pero la explosión hizo que se le cerrase la puerta en la cara.

“Corrí con dificultad. Todos nosotros, todo el personal de mi departamento, todas las enfermeras, los médicos que estaban allí, todos estaban en el piso”, relató. “Enseguida se escuchó otra explosión”.

Frantsusova ya había sobrevivido a otro ataque a una casa cerca de la suya y sintió lo mismo que en aquella ocasión, una intensa conmoción seguida de mucha destrucción. Ella y un equipo de médicos se levantaron del piso para atender a los heridos.

Una mujer “estaba dando a luz cuando nos la trajeron”, comentó. Otra tenía una herida abierta en una pierna. Una tercera estaba traumatizada, con heridas de esquirlas en ambas piernas.

Periodistas de AP filmaron dos gruesas columnas de humo a la distancia. Les tomó 25 minutos llegar al sitio de las explosiones.

Reinaba el caos. Los paramédicos se afanaban por bajar a las personas que no podían caminar y que necesitaban atención. Padres y niños de mujeres embarazadas salieron al patio y se encontraron con una escena apocalíptica de árboles quemados, fuegos y un cráter lo suficientemente grande como para devorarse un camión.

Vishegirskaya ya estaba afuera, con una manta en sus hombros. Cuando un periodista de AP le preguntó cómo estaba, respondió que “bien”. Luego intentó recuperar sus cosas. En la entrevista con medios rusos, declaró que les había dicho a los periodistas de AP que no quería ser filmada, lo que no es cierto.

Sergei Chernobrivets, un paramédico que estaba en el hospital, describió las lesiones de varias mujeres. Dijo que no estaba en condiciones de decir cuál había sido el origen, pero confirmó los grandes daños sufridos por el hospital.

La doctora Yulia Kucheruk, de la maternidad, dijo que una enfermera sufrió una conmoción y otra persona estaba traumatizada. No tenía sentido quedarse y tratar de rescatar el equipo médico que todavía se podía usar porque “era todo basura, un caos”, señaló. Kucheruk habló brevemente acerca de un día que le cuesta recordar.

Varias mujeres fueron trasladadas a otro hospital, incluidas Vishegirskaya y una mujer con una fractura en la pelvis que falleció junto con el bebé que llevaba dentro suyo. Vishegirskaya dio a luz una niña al día siguiente.

Para entonces, ya estaba en marcha la campaña de desinformación rusa. La embajada rusa en el Reino Unido difundió fotos de AP de Vishegirskaya y de otra mujer herida, tendida en una camilla, con la palabra “FALSO” escrita encima. Sostuvo que Vishegirskaya había posado en ambas con un “maquillaje realista”.

Embajadas rusas de otros países repitieron el mismo mensaje.

Rusia dice que los ataques a los hospitales son obra de los propios ucranianos, incluido el de la maternidad de Mariúpol. Su relato, no obstante, cambia con el tiempo.

El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy dice que los rusos acostumbran a tergiversar la verdad.

“Lanzaron una campaña de falsedades para ocultar su culpabilidad por los asesinatos en masa de civiles en Mariúpol”, afirmó.

El hospital volvió a ser atacado el 17 de marzo y cuatro de cinco pacientes que se encontraban en un pasillo fallecieron, según Myjailenko. Dado que nadie reclamó sus cadáveres, fueron enterrados en el mismo hospital.

Días después, desesperada y con problemas en una pierna que le impedían correr en caso de ataques, la doctora y su familia empacaron lo poco que les quedaba y se fueron en auto.

En el primer puesto de control le borraron lo que tenía en el teléfono. En el segundo revisaron sus pertenencias y les confiscaron la única navaja que tenían. Continuaron por una carretera en la que el día previo un auto había sido destruido por una mina. Más de dos semanas después, llegaron a Polonia.

El 24 de marzo, Kucheruk partió también hacia el oeste del país. Cruzó 20 puestos de control rusos, incluido uno en el que le borraron lo que tenía en el teléfono.

A esta altura, la mayor parte de los médicos de Mariúpol se han ido y no queda un solo hospital que funcione a pleno en la ciudad.

Dejaron atrás sus vidas y sus carreras, y saben que difícilmente puedan regresar a Mariúpol.

“Toda tu vida queda en ruinas en un instante, todo lo que te importaba, todo lo que querías hacer”, dijo Mijailenko. “Todo quedó en la nada sencillamente porque un tipo tiró una bomba después de que otro dio la orden”.