Estatua recupera la cabeza, 45 años después de su robo
En la noche del 20 de noviembre de 1978 alguien accedió al fastuoso palacio familiar, en el corazón de Roma, y se llevó cuatro piezas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
PUBLICIDAD
Una noche de 1978 alguien robó la cabeza de una estatua milenaria en la villa romana de la familia Torlonia. Ahora, casi medio siglo después de su misterioso hurto, el busto ha sido devuelto a sus dueños, inmersos en un programa para proteger y exhibir su inestimable colección de mármoles.
Los Torlonia son una antigua y noble dinastía romana que durante siglos acumuló la considerada mayor colección privada de esculturas greco-romanas del planeta, aunque hasta la fecha este auténtico tesoro artístico estaba incompleto debido a un misterioso robo.
En la noche del 20 de noviembre de 1978 alguien accedió al fastuoso palacio familiar, la villa Albani Torlonia, en el corazón de Roma, y se llevó cuatro piezas, entre ellas la cabeza de una hermosa figura femenina romana de mármol que, con dos ánforas en sus manos, vertía agua en una fuente de su jardín.
Una “decapitación” resuelta
No obstante, la casualidad, el tiempo, la buena voluntad y una amplia investigación policial han hecho que 45 años después la cabeza y el cuerpo de la “Hidrófora” hayan vuelto a unirse.
El caso empezó a resolverse cuando, en febrero de 2015, un historiador alemán aseguró haber visto en una revista un busto romano que se asemejaba al de la estatua romana “decapitada”.
La Fiscalía de Roma descubrió así que la cabeza fue comprada por un empresario suizo sin saber que procedía del mercado negro y que, tras morir, se la había dejado en herencia a su viuda, que la conservaba en su casa de Zúrich.
La mujer, contactada por las autoridades italianas, enseguida se ofreció a devolverla a sus dueños y, de este modo, el busto llegó a Italia en abril de 2022.
Ahora, tras un año de restauración, la escultura vuelve a estar completa, como fue ideada hace dos milenios, y fue presentada ante un pequeño grupo de personas la pasada tarde en su emplazamiento original, una pequeña fuente dentro de los jardines de la villa familiar.
“Hemos conseguido cerrar el círculo y recuperar una obra de valor inestimable”, celebró en declaraciones a EFE el general de brigada de los Carabineros, Vincenzo Molinese.
El presidente de la Fundación Torlonia, Alessandro Poma Murialdo, explicó que por aquel entonces el robo de obras de arte era “un fenómeno bastante extendido” en la monumental Roma aunque, a su parecer, “esto ha cambiado” últimamente gracias a las nuevas leyes.
El palacio
La escultura “ensamblada” volverá así a embellecer, más si cabe, el extenso jardín de esta villa abierta en el siglo XVIII por el cardenal Alessandro Albani, coleccionista de conocido gusto neoclásico, y adquirida tiempo después por la dinastía Torlonia.
Se trata de un edificio cerrado al público -solo se organizan algunas visitas esporádicamente- que la familia custodia con celo, hasta el punto de impedir que se fotografíe su interior, decorado con sublimes frescos, estatuas y grandes lamparones.
La villa es una de las “dos patas” de la fundación, en palabras de su presidente, junto al depósito de 600 esculturas, bajorrelieves, ánforas, columnas, sarcófagos y otros objetos que sorprenden al mundo cada vez que se exponen, como en la muestra de 2020 en los Museos Capitolinos.
Actualmente toda esta enorme colección artística está siendo objeto de “una grandísima actividad de estudio y restauración”, así como de limpieza, para que pueda seguir llegando al público y pronto se llevará al extranjero, avanza Poma Murialdo, aunque sin desvelar más detalles.
El atleta
Tal es así que en la villa Albani se ha contratado a un experto restaurador para ponerse manos a la obra. Se llama Filippo Edoardo Capasso y bromea con que le han elegido “joven” debido a la tamaña labor que tiene por delante dada la enormidad de la colección a examinar.
Su primer trabajo ha sido la restauración de un atleta esculpido en mármol en la segunda mitad del siglo I a.C y sobre el que se han encontrado restos de su antigua y extinta policromía, detrás de sus rodillas y en su nuca.
Capasso, encargado de limpiar y analizar la pieza, explica las razones de su “elevadísimo” valor, entre estas el hecho de que sea un caso raro de escultura firmada hace dos milenios, tal y como se aprecia en un tronco tras su pierna derecha, en el que el autor se presentó como “Stephanos”, de la escuela de Praxíteles.