Enfrentados las islas Marshall y EE.UU. ante el fin de su Pacto de Libre Asociación
Funcionarios estadounidenses temen que China aproveche los roces para sacar ventaja geopolítica con Washington.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Wellington, Nueva Zelanda. Por décadas, las diminutas Islas Marshall, de una importancia militar enorme por su estratégica ubicación en el océano Pacífico, han sido un firme aliado de Estados Unidos.
Esa relación, sin embargo, está siendo puesta a prueba por una disputa con Washington acerca de su acuerdo, conocido como “Pacto de Libre Asociación”, a punto de expirar. Estados Unidos se niega a responder a reclamos de las islas en relación con daños al medio ambiente y la salud derivados de decenas de pruebas nucleares llevadas a cabo en las décadas de 1940 y 1950, incluida una enorme explosión termonuclear en el atolón Bikini.
La disputa hace que algunos legisladores expresen temor de que China aproveche estos roces para sacar ventajas en su batalla geopolítica con Washington.
Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha tratado a las islas Marshall, Micronesia y Palau como si fuesen sus territorios. En las Marshall dispone de instalaciones militares, de inteligencia y aeroespaciales, en una región en la que China es particularmente activa.
Tras su separación de Micronesia, la República de las islas Marshall firmaron un Pacto de Libre Asociación con los Estados Unidos en 1986, y en virtud de la enmienda al Pacto de 2004, se rigen por su propia Constitución y tienen plena autonomía en cuestiones internas y exteriores, mientras que el Gobierno de los Estados Unidos se encarga de la defensa y seguridad. En la enmienda al Pacto, que estará en vigor hasta 2023, se otorgan a las Islas Marshall distintos beneficios económicos, técnicos, comerciales y de otra índole.
Las Marshall se han beneficiado con dinero y empleos, y sus residentes tienen derecho a vivir y trabajar en Estados Unidos, instalándose muchos de ellos en Hawái, Arkansas y Oklahoma.
Pero este mes, diez representantes tanto demócratas como republicanos enviaron una carta al asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden, Jake Sullivan, expresando preocupación por los acuerdos con las Marshall, Micronesia y Palau.
“Es inquietante que estas negociaciones no parecen una prioridad -no ha habido reuniones formales desde el inicio de este gobierno-, a pesar de que nuestra política exterior se enfoca cada vez más en la región indopacífica”, señalaron.
Dijeron que esto debilita la posición de Estados Unidos y que, “China está más que lista para intervenir y aportar las inversiones en infraestructura y el clima que estos viejos aliados tanto necesitan”.
El ministerio de relaciones exteriores de China dijo que Estados Unidos debería asumir sus responsabilidades y hacerse cargo de los daños causados por las pruebas nucleares. Acotó que China está dispuesta a colaborar con las Marshall y con otras islas del Pacífico a partir del respeto mutuo y la cooperación, en el marco del “Principio de una China”, que considera a Taiwán parte de China.
“Vemos con buenos ojos los esfuerzos por reforzar las relaciones económicas y mejorar la calidad de vida de las partes”, señala un comunicado del ministerio.
China ha estrechado relaciones con viejos aliados de Taiwán en el Pacífico, incluidas las islas Kiribati y Salomón en el 2019.
James Matayoshi, alcalde del atolón de Rongelap, en las Marshall, dijo que él y cientos de personas no han podido volver a sus casas en el atolón desde las pruebas nucleares y quieren que la zona sea revitalizada. Agregó que han mantenido conversaciones con posibles inversionistas de Asia, incluida China.
“Sería algo puramente comercial. No queremos una guerra ni influencias de ninguna superpotencia”, expresó Matayoshi. “Pero queremos poder vivir en nuestro patio trasero, disfrutar de la vida allí”.
Igual que tantos otros isleños, Matayoshi estima que el acuerdo por $150 millones sellado en los años 80 no resuelve nada. Contó que su finada madre estaba embarazada cuando se produjo una gran explosión y quedó expuesta a una radiación que le hizo perder el bebé.
Estados Unidos, no obstante, se mantiene firme en la misma postura desde hace más de 20 años, la última vez que se renegoció el acuerdo. Sostiene que ese pacto fue definitivo y no puede ser reconsiderado.
El senador de las Marshall, David Paul, dice que una alta incidencia de cáncer y el desplazamiento de personas sigue siendo un tema a resolver.
“Todo el mundo sabe que las negociaciones de entonces no fueron justas”, expresó Paul. “Cuando analizas el costo total de los daños a la propiedad y los problemas de salud que aún hoy experimentamos, es una minucia. Un insulto”.
Varios estimados hablan de daños por $3,000 millones, incluida la reparación de una instalación de desperdicios nucleares conocida como Cactus Dome, que según ambientalistas sigue enviando desechos tóxicos al océano.
“Estados Unidos tiene la obligación legal y moral de limpiar estos desechos”, sostuvo el senador Paul.