El papa Juan XII, conocido como el pontífice más joven de la historia de la Iglesia católica, nació como Octaviano de Túsculo en Roma, Italia, donde la situación política era dominada principalmente por familias nobles.

Cuando su madre, Maoriza, falleció, Alberico II, su padre, se convirtió en un gobernante influyente, el cual se encargó de imponer un juramento en San Pedro para asegurar el lugar de su hijo en la próxima administración papal.

Al poco tiempo, la Santa Sede confirmó el fallecimiento del pontífice Agapito II, lo que significaba que Octaviano, quien en ese momento tenía 18 años, tuvo que ser elegido como la máxima autoridad de la Iglesia católica por los nobles.

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Los dolientes observaron mientras el ataúd pasaba junto a ellos, a lo largo del mismo camino que el papa había recorrido apenas unos días antes.

Tras asumir el trono en diciembre de 955, el joven cambió su nombre a Juan XII, pero no solo fue conocido de esta manera, sino también como el papa fornicario debido a que transformó el Palacio de Letrán en un lugar lleno de excesos.

De acuerdo con los documentos históricos, su administración estuvo caracterizada por actos inmorales, amantes y corrupción que despertaron el repudio de las familias poderosas en Roma, en medio de una lucha por la estructura imperial y el creciente poder de la Iglesia.

Durante su periodo de gobierno, los conflictos y la persecución se apoderaron del territorio, pero estas situaciones resultaron ser más entretenidas para el papa que la responsabilidad que tenía con la comunidad católica.

También se sabe que fue derrotado por el Duque Pandolfo de Capua durante una guerra, mientras que los estados eclesiásticos fueron invadidos por Berengario, rey de Italia, y su hijo, lo que obligó al sumo pontífice a crear una alianza con Otto I, un rey germano.

En vista de esto, el monarca decidió abandonar el territorio y refugiarse en unos castillos fortificados para evitar un enfrentamiento. Por su parte, el socio del papa llegó a Roma y allí realizó un juramento con el que reconoció a Juan XII como la máxima autoridad de la Iglesia católica y el único gobernante del lugar.