El papa busca combatir la corrupción en jerarquía vaticana
La fiscalía vaticana lleva dos años investigando las inversiones del Vaticano en una empresa inmobiliaria en Londres.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Roma. El papa Francisco emitió el jueves un conjunto de normas contra la corrupción que obligarán a los cardenales y administradores del Vaticano a declarar periódicamente que sólo invierten en fondos acordes con la doctrina católica, no están siendo investigados penalmente ni ocultando fondos en paraísos fiscales.
La nueva ley contiene una cláusula que, de aplicarse ampliamente, equivaldría a una revolución en la cultura de la curia: prohíbe a cualquier empleado del Vaticano recibir obsequios relacionados con el trabajo de un valor superior a 40 euros (48 dólares).
Aunque “relacionados con el trabajo” admite cierta latitud en la interpretación, la prohibición apunta claramente a los lujosos regalos que los funcionarios del Vaticano reciben de benefactores ricos, amigos y colegas.
La fiscalía vaticana lleva dos años investigando las inversiones del Vaticano en una empresa inmobiliaria en Londres. Francisco habla desde hace ocho años de eliminar la corrupción en la Santa Sede, pero la nueva ley es la medida más importante que ha tomado hasta el momento para garantizar que sus cardenales y regentes están limpios.
El pontífice decretó que todo empleado nuevo debe firmar una declaración de que jamás ha recibido una condena por un delito y que no está siendo investigado por lavado de dinero, corrupción, fraude, explotación de menores o evasión fiscal.
Debe ratificar la declaración cada dos años y el hecho de mentir puede ser causa de despido.
La declaración incluye el juramento de que el contratado no posee por sí mismo ni a través de terceros inversiones en paraísos fiscales offshore y que todas sus inversiones son acordes con las doctrinas sociales de la Iglesia. Esto le vedaría, por ejemplo, invertir en fábricas de armamentos.
En el preámbulo de la ley, Francisco dice que las normas son necesarias porque “la corrupción puede manifestarse de diferentes maneras y formas”. Los superiores del Vaticano “tienen la particular responsabilidad de concretar la fidelidad de la que habla el Evangelio, actuando según el principio de transparencia y en ausencia de cualquier conflicto de intereses”.
La norma sobre los regalos es quizá la más significativa, porque los cardenales y monseñores del Vaticano reciben habitualmente regalos en metálico para complementar sus salarios relativamente modestos.
No es inusual que los superiores del Vaticano reciban cheques navideños de colegas de diócesis más ricas o que un cardenal nuevo reciba su sotana roja como donación de un benefactor o su grey. Si el cardenal es un administrador vaticano, la nueva norma presumiblemente lo obligaría a renunciar a esa clase de obsequios.
Son famosas las donaciones que el fundador de la Legión de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, hacía a cardenales influyentes para ocultar las abundantes pruebas de su adicción a las drogas y sus abusos sexuales.