
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
PUBLICIDAD
Washington.- Richard Phillips, el capitán de la marina mercante estadounidense secuestrado por piratas somalíes, se ha revelado como un hombre intenso y resoluto en alta mar, aunque en tierra sus allegados lo definen como tranquilo y ordinario.
Phillips está en el centro de un drama marítimo que se ha intensificado en las últimas horas tras el secuestro de un remolcador estadounidense con bandera italiana y 16 tripulantes a bordo en el Golfo de Adén, al norte de la costa de Somalia.
El suceso llega tras el trágico rescate ayer por parte del ejército francés de un velero galo apresado en aguas de Somalia, en una operación que se saldó con la muerte de uno de los rehenes y dos de los secuestradores.
Phillips es el rostro más visible de los incidentes perpetrados por los piratas somalíes que operan en la anárquica región del Cuerno de Africa, como se conoce al área del Africa oriental donde se encuentra ubicada Somalia.
Ajeno a ese protagonismo, el capitán de 53 años permanece atrapado en un bote salvavidas a unos 450 kilómetros de la costa de Somalia, vigilado por sus cuatro captores y varios buques de guerra estadounidenses que navegan en las inmediaciones.
Su rostro se hizo famoso el miércoles, cuando pidió a los 20 miembros de la tripulación que se encerraran en un camarote y se ofreció voluntario para garantizar la seguridad de sus subordinados.
Ese noble gesto no pasó desapercibido en Estados Unidos, un país siempre dispuesto a encumbrar al héroe de turno.
El ex taxista original del estado de Massachusetts, de un metro ochenta de estatura, dio nuevas señales de coraje la noche del viernes cuando protagonizó un infructuoso intento de fuga al lanzarse del bote en el que permanece arrestado.
Su cuñado, Tom Coggio, dice que esa determinación muestra uno de los dos lados de la personalidad de Phillips, a quien sus compañeros de la marina mercante describen como profesional, competente y meticuloso cuando está navegando, y sus vecinos y familiares como un hombre de carácter plácido, simpático y amante del deporte.
"Es muy distinto cuando está navegando. Se ciñe estrictamente a las reglas", dijo Coggio al diario The New York Times.
Su esposa, Andrea, dice estar convencida de que Phillips, que se graduó en la Academia Marítima de Massachusetts y ha estado navegando durante más de 20 años, arribará a puerto sano y salvo.
"Es un tipo listo y sé que estará bien", dijo esta semana Andrea Phillips a la cadena de televisión local WCAX.
El patrón del carguero "Maersk Alabama" que se dirigía a Mombasa (Kenia) cuando fue apresado con un cargamento de contenedores de comida del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, creció en Winchester, Massachussets, en una familia de ocho hermanos.
Padre de dos hijos, es un hombre hecho a sí mismo que condujo un taxi para pagarse los estudios de la academia marítima, de donde se graduó en 1979.
Durante sus largas estancias en tierra firme dedica gran parte de su tiempo a hacer arreglos en la granja del siglo XIX de Vermont (noreste de Estados Unidos) en la que vive con su familia.
Su arresto ha servido para recordar el problema de la piratería en el Cuerno de Africa.
De hecho, Andrew Mwangura, director del Programa de Asistencia de los Marinos del Africa Oriental, lamentó hoy que los alrededor de 250 rehenes en manos de piratas somalíes no tengan rostro ni merezcan una atención similar a la suscitada por Phillips.
Muchos de ellos son de naciones pobres como Bangladesh, Pakistán y Filipinas, el país con mayor número de secuestrados, un total de 92.
"Los medios y la comunidad internacional en su conjunto están demostrando su hipocresía", dijo Mwangura hoy en el puerto de Mombasa (Kenia) a donde arribó hoy el carguero Maersk Alabama, pilotado hasta el pasado miércoles por el capitán ahora secuestrado.