Dramático caso de la mujer que acudió al hospital por un dolor de barriga y terminó sin piernas y un brazo
Médicos descubrieron que la paciente tenía el estómago perforado.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
PUBLICIDAD
Monika Tothne Kaponya sufrió la peor experiencia de su vida tras acudir a un hospital por un dolor de estómago, y es que poco tiempo después perdió ambas piernas y uno de sus brazos. El lamentable episodio ocurrió en la ciudad de Pecs (Hungría), entre los meses de enero y marzo de este año, pero el caso fue revelado recientemente.
Tras dirigirse al nosocomio, los médicos descubrieron que el estómago de la mujer, de 39 años, estaba perforado y necesitaría una operación inmediata, informó el medio británico The Sun. La lesión pudo tener varios orígenes, como apendicitis, úlcera, o cálculos biliares, pero en el caso de Monika, no está claro lo que causó la herida.
Woman loses three limbs in 11 days after going to hospital with tummy painhttps://t.co/KOxcGRC3wI
— The Sun (@TheSun) September 8, 2021
Según el citado medio, las complicaciones de un estómago perforado incluyen sepsis, que en casos graves puede provocar la pérdida de extremidades. En el caso de Tothne, los médicos descubrieron que tenía “cierto grado de oclusión vascular en todas sus extremidades”, según señaló la propia mujer.
Agregó que su condición significaba que los médicos no podían reparar todas las venas principales y no tenían más remedio que amputar algunos miembros de su cuerpo.
El 1 marzo, su pierna izquierda fue amputada; sin embargo, poco después le comunicaron que tampoco podrían salvar su pierna derecha, la que fue removida días posteriores.
El 12 de marzo, a Monika le dijeron que su brazo izquierdo también tendría que ser amputado. “¿Estás diciendo que me voy a ir a casa sin mis extremidades?”, le preguntó a su médico. Lamentablemente, su situación era complicada y, en un lapso de tres meses, tuvo que ser sometida a 16 cirugías que la dejaron sin sus extremidades.
“Mamá, esto no puede suceder, ¿verdad?”, recuerda Margit cuando su hija la llamó por teléfono para preguntarle sobre lo sucedido.
Monika admitió que la situación la dejó conmocionada y no pudo salir durante varias semanas. Desde entonces, su madre y su esposo Peter la han estado cuidando en casa. Según cuenta, el hombre tuvo que dejar su trabajo para convertirse en su cuidador domiciliario, ayudándole con las tareas diarias.