Dos ciudades chinas, Guangzhou y Chongqing, anunciaron este miércoles una flexibilización de las restricciones para evitar la propagación del COVID-19 tras múltiples protestas en contra de las restricciones.

Luego de las manifestaciones, las autoridades de la ciudad suroccidental de Chongqing permitieron que los contactos cercanos de personas con COVID-19 cumplan cuarentena en sus hogares, reportó Reuters. Guangzhou, cerca de Hong Kong, también anunció el levantamiento de los confinamientos en partes de Guangzhou.

Al anunciar las rejalaciones, las autoridades no mencionaron las protestas, y el distrito donde estalló la violencia del martes permaneció bajo estricto control.

Las manifestaciones, que se extendieron durante el fin de semana a Shanghai, Beijing y otros lugares, se han convertido en una muestra de desafío público sin precedentes desde que el presidente Xi Jinping llegó al poder en 2012.

Pero, parece haber pocas perspectivas de un cambio de sentido importante en la política de “COVID cero” que, según Xi, está salvando vidas y ha proclamado como uno de sus logros políticos.

El coronavirus se ha propagado a pesar de que China se aisló en gran medida del mundo y exigió que cientos de millones cumplieran con las pruebas y el aislamiento.

Los bloqueos han golpeado la economía, interrumpiendo las cadenas de suministro globales y agitando los mercados financieros. Además, la actividad manufacturera y de servicios de China para noviembre registró las lecturas más bajas desde que comenzó el cierre de dos meses de Shanghái en abril.

Si bien las cifras de infecciones y muertes son bajas según los estándares mundiales, los analistas dicen que una reapertura antes de aumentar las tasas de vacunación podría provocar enfermedades y muertes generalizadas.

Algunos manifestantes y expertos en seguridad extranjera creen que la muerte el miércoles del expresidente Jiang Zemin, quien dirigió al país durante una década de rápido crecimiento económico después de la represión de Tiananmen en 1989, podría también convertirse en un nuevo punto de reunión para protestar después de tres años de pandemia.