A los visitantes que preguntan por qué un cementerio sereno en las afueras de Madrid requiere guardia policial las 24 horas, se les responde que una tumba vacía aguarda los restos del generalísimo Francisco Franco 44 años después de su muerte.

Si el tiempo lo permite, el cuerpo embalsamado del dictador será trasladado en helicóptero el jueves a la capilla privada de la familia Franco en el cementerio de Mingorrubio. Es un lugar discreto, muy distinto del Valle de los Caídos, un pretencioso mausoleo y basílica que Franco hizo construir para su propia tumba, donde yace desde 1975. El complejo, coronado por una cruz de 152 metros de altura que se ve desde kilómetros a la redonda, sigue siendo patrimonio nacional.

Relacionadas

Si la niebla o los vientos impiden la salida del helicóptero, una caravana fúnebre recorrerá los 57 kilómetros de una tumba a otra, filmada en vivo. Se oficiará una misa privada en la cripta a la que asistirán 22 personas, entre familiares y algunos funcionarios.

El gobierno en funciones del presidente Pedro Sánchez ha planificado la exhumación y el nuevo entierro para que sea un acto “sobrio, respetuoso y discreto, pero asegurando que el mundo ve cómo un dictador sale de una tumba de Estado”, dijo un colaborador de Sánchez que habló bajo la condición reglamentaria de anonimato.

Sánchez tuvo que librar una tortuosa batalla judicial y de relaciones públicas para cumplir el deseo de muchos españoles que consideran el mausoleo una afrenta a sus víctimas y a la imagen de España como estado europeo moderno.

“Ningún enemigo de la democracia merece un lugar de culto ni de respeto institucional”, dijo el dirigente socialista al festejar un fallo judicial que dio lugar a la exhumación del dictador.

Sánchez y sus socialistas quieren realizar la exhumación antes de la elección general del 10 de noviembre. Los que asistan a la misa privada del jueves serán revisados en busca de artefactos de grabación para prevenir cualquier intento de convertir al dictador en un mártir.

Otras figuras políticas controvertidas, como el dictador dominicano Rafael Trujillo, están enterrados en Mingorrubio. El cuerpo de Franco yacerá no lejos del de Luis Carrero Blanco, su sucesor ungido, y Carlos Arias Navarro, que asumió como último presidente de la dictadura después de la muerte de Carrero Blanco en un atentado de separatistas vascos. El 20 de noviembre de 1975, Arias anunció con voz temblorosa la muerte de Franco, en una escena televisada grabada en la memoria de muchos españoles.