El pasado 2 de octubre la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, celebró la detención de un “delincuente” que, afirmó, llevaba “más de dos kilos de cocaína ocultos en envases de talco”.

El hombre, identificado como Maximiliano Acosta, de 42 años, fue detenido por la Gendarmería en un peaje a la altura de La Paz, Mendoza, y encarcelado por prisión preventiva en la Unidad Penitenciaria Federal N.º 32 y, luego, en el Penal Federal de Cacheuta.

Pasó 21 días preso, de los cuales la mayoría casi no comía ni podía dormir y dos estuvo completamente incomunicado con su familia que, desde Mar del Plata, de donde es oriundo, intentaba desesperadamente comunicarse con él. Una segunda pericia reveló lo menos pensado: no llevaba droga, era talco. Tras el error, el hombre fue sobreseído, aunque la ministra nunca admitió el error.

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“Las fuerzas dijeron que podía ser un falso positivo”, respondió ante consultas de los medios.

Mientras estaba encerrado en una oscura y pequeña celda de la U32, Maximiliano recordaba cómo, en el momento de la detención, los gendarmes se reían de él y hablaban de un “golpe al narcotráfico”. Allí, masculló una sola frase en respuesta: “Yo me voy a reír de ustedes después, porque es talco”.

Buscaba un mejor pasar económico

El derrotero de Maximiliano comenzó a principios de octubre. Él se encontraba en la ciudad de Mendoza de paseo y en búsqueda de un mejor pasar económico. Para ello, había comprado mercadería mayorista y, en particular, algunos pomos de talco para vender.

“Le había comprado a un hombre que conoce todo el mundo, frente al Hospital Central”, explicó en diálogo con La Nación.

Aun así, no había ganado mucho dinero y había pasado sus últimos días con la idea de volver a Mar del Plata en la cabeza. El 2 de octubre se encontraba en la Plaza Independencia de la capital mendocina con la mercadería a la venta cuando su madre le ofreció pagarle un pasaje para un colectivo que lo lleve devuelta a su ciudad. Allí el marplatense contempló que solo quedaba uno que iba a la ciudad de Buenos Aires y que la hora de salida era muy próxima.

Maximiliano agarró rápido sus pertenencias, metió los 18 pomos de talco sobrantes en su mochila, sacó alrededor de $16,000 pesos argentinos ($16.23) de un cajero cercano, buscó su bolso por la vivienda donde paraba y corrió a la terminal. El colectivo salió a las 20 de la estación y comenzó su viaje que, más tarde, se convertiría en una pesadilla.

Maximiliano Acosta
Maximiliano Acosta (La Nación Argentina / GDA)

Alrededor de las 23, el Escuadrón 64 de Gendarmería paró al colectivo en un peaje por una requisa. Le pidió los datos a los pasajeros y un gendarme lo vio a Maximiliano. Le revisó la mochila, donde también tenía ropa, un celular y su mate.

Según fuentes cercanas a la fuerza, fue por “actitud sospecha” y “haber admitido voluntariamente” que fumó marihuana. Al ver los pomos, le preguntaron por qué tenía talco. Lo hicieron bajar solo del vehículo, mientras cinco gendarmes vigilaban cómo lo testeaban.

“Revisaron todo lo que tenía. Mi mochila y un bolso más. Me decían ‘te agarramos’. Estaban recontentos y se felicitaban entre ellos. ‘Te felicito, qué atento que fuiste’, decían. A mí no me dejaban hablar ni moverme”, relató, y agregó: “Me trataban como un narcotraficante”.

Maximiliano sostiene que le preguntaron si tenía algo para decir. “Yo les decía que era talco”, remarcó. Recuerda cómo se burlaban de él, cómo no le creían lo que decía y se reían. Cómo se sacaban fotos con los pomos. “Yo me voy a reír de ustedes después, porque es talco”, les contestó.

Tras varias pruebas, el reactivo dio positivo. Con la presencia de testigos y con intervención de personal de la Unidad Criminalística y Estudios Forenses, dependiente de la Agrupación XI “Mendoza”, sometieron a pruebas la sustancia. El resultado fue 2 kilos y 444 gramos de cocaína.

Ahí intervino la Fiscalía Federal de Mendoza y Maximiliano fue trasladado a la Unidad Penitenciaria Federal N.º 32: “Me revisaron, me sacaron todo, me llevaron preso”. Tras una audiencia judicial es que se le dictó prisión preventiva, a espera del resultado de una segunda pericia realizada por una fuerza que no se vio involucrada en el operativo. También intervino la Fiscalía de Casos Sencillos de la Unidad Fiscal de Mendoza.

“Me dijeron que era porque había dado positivo de cocaína y que tenía que ir a la 32 a esperar si el juez me daba entre cuatro y 15 años de prisión”, explicó Maximiliano, y añadió: “Tuve dos audiencias. En la primera, la mujer que estaba en mi contra decía que tenía que estar preso y cumplir de cuatro a 15 años. Mi abogada defensora pidió domiciliaria, pero era imposible porque estaba en otra provincia. Y yo sabiendo que era talco...”.

El marplatense estuvo encarcelado del 2 al 23 de octubre a espera de aquella segunda pericia. Diecinueve días los vivió en la unidad federal, un lugar que recuerda con horror.

“Me acuerdo de que me rugía el estómago, que solo podía mirar al techo y dormir y comer”, señaló. Maximiliano recuerda sentirse como una “mascota”. “Me daban la comida cuando llegaban y cuando querían”. Se te hace largo porque solo podés estar parado o acostado. Y es un lío ver que los presos van y vienen. Y uno piensa: ¿Cuándo me toca a mí?”, recordó.

Tres semanas preso

Mientras tanto, las primeras 48 horas, su madre, Laura, se encontraba en Mar del Plata, desesperada por saber el paradero de su hijo. Llamó a todas las empresas de colectivos de Mendoza, pero sin que le dijeran si su hijo había viajado.

Pasaron entre 13 y 14 horas hasta que se acercó a la Prefectura cerca de su casa, donde le dijeron que iban a contactarse con sus compañeros en Constitución y Retiro, en la ciudad de Buenos Aires, pero nada. Fue hasta que la llamaron al día siguiente diciendo que lo habían detenido por posesión de cocaína. “Yo pensaba: ¿Cómo? Si él me mandó los talcos que había comprado, cuánto le habían costado y a quién se los compró. No tenía sentido”, aseguró. “A los dos días pude comunicarme. Mientras esperé, esas 48 horas sentí que estaba secuestrado”, lamentó.

Cuando pensó que iba a ir preso por años, Laura consideró cambiar su vida para estar cerca de él. “Yo ahí pensaba que, si iba preso, yo me vendía mi casa y me iba para allá. Lejos de mi hijo no voy a estar”, afirmó.

Mientras tanto, Bullrich había celebrado la detención por X. “Mucho talco, poco eficient-e. Un hombre intentó burlar un control en Mendoza, llevando más de 2 kg de cocaína oculta en envases de talco dentro de un micro de larga distancia. Pero la Gendarmería lo descubrió rápidamente gracias a su nerviosismo y actitud sospechosa. ¡La seguridad de nuestro país va un paso adelante de los delincuentes! Las hace, las paga”, tuiteó la ministra.

“A mí lo que me dolió más no fue solo lo de la ministra, que se tendría que haber callado hasta estar segura… pero hay una cosa: cuando llevás preso a una persona, tenés que avisarle a la familia. Yo me volví loca buscando a mi hijo. ‘Nene, ¿dónde estás?’, le escribía en el teléfono, y yo veía que no miraba los mensajes. Y nosotros nos comunicamos continuamente. En la madrugada me levanté y seguí escribiéndole. Y nada”, reclamó Laura.

Cada día que pasó detenido, por cinco minutos, Maximiliano podía hablar con su madre. “Mamá, no te preocupes. Estoy bien. Es como decís vos: si vos estás bien, yo estoy bien, así que quédate tranquila. Estoy bien”, le decía, mientras pasaba una pesadilla.

Maximiliano fue liberado del penal en medio de la noche, en la oscuridad de la mitad de la Ruta 7 y en un horario donde ya no pasaban colectivos. Le dieron un pasaje para un colectivo que salía de la ciudad de Mendoza, lejos del penal, y viajaba hasta Buenos Aires.

“Fue en la última hora de la noche. Yo estaba barbudo y sin colectivos”, comentó. Sin transporte, Maximiliano tuvo que dormir en la calle y, luego, caminar alrededor de 50 kilómetros hasta que un conductor de un auto lo levantó y lo acercó a la ciudad.

Casi al mismo tiempo que llegó a la capital a buscar su DNI y su celular, que continuaban confiscados en la U32 con otras pertenencias, fue que el juez Alberto Carelli dictó su sobreseimiento. “Me devolvieron la mochila y alguna ropa. El efectivo del cajero se lo quedaron”, agregó.

Este viernes, Bullrich fue consultada por el caso. “No hay ninguna falla en ninguna investigación. El talco siempre se confunde con cocaína y las fuerzas de seguridad avisaron que podía ser un falso positivo y, lamentablemente, hasta que no se comprobó lo dejaron preso. Pero eso es una orden judicial”, sostuvo a FM La Patriada.

Laura y Maximiliano reclaman que nadie les pidió disculpas por lo ocurrido. “El último día, el juez le dijo que iban a aprender y ser mejores para futuros casos”, contó Laura. Ambos contemplan la posibilidad de tomar acciones legales. “Me molestó mucho el fanfarroneo de la ministra. Me dejó remal parado delante de un montón de conocidos. Mucha gente diciendo… ‘Uh, al final este tenía plata y andaba con la cocaína’. Un par me dijeron cosas, pero no les di mucha bola.”, comentó Maximiliano.

Actualmente, Maximiliano no puede dormir por las noches. “Sueño que me viene a buscar la Policía”, le cuenta a su madre. “Antes de pensar en eso [acciones legales], queremos volver a la normalidad. Porque ni él ni yo podemos dormir. Cuando él estaba preso, por momentos me ponía a llorar sola”, desarrolló Laura.

“Cuando veo el escrito de la Bullrich con ella riéndose... Lo único que le diría a esta señora es: instruyan a la gente. No los manden al muere”, reclamó Laura, y concluyó: “Ellos dicen ‘el que las hace, las paga’. Bueno, yo digo que las paguen”.