Con el Domingo de Ramos, que se celebra el 13 de abril, se da inicio a la celebración más importante para los católicos y cristianos, la Semana Santa, pero ¿de dónde viene la tradición de no comer carne en estos días?

La Biblia no prohíbe específicamente consumir carne durante Semana Santa. La práctica de no comer carne ese día viene bien de la tradición católica, desarrollada a lo largo de los siglos.

La abstinencia del consumo de carne en la Semana Santa data de 1966 y luego de las reformas al Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI resaltó en la constitución apostólica ‘Paenitemini’ que había otras formas de practicar la penitencia.

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El Nuevo Día realizó un recorrido por estas pescaderías, y esto fue lo que vimos.

Según el sumo pontífice, la abstinencia de carne podía ser sustituida por la oración u otras obras de caridad. Este lineamiento fue ratificado en 1983 con el Código Canónico promulgado por el papa Juan Pablo II.

“Ha de tenerse como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aún extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo el Domingo de Resurrección, con elevación y apertura de espíritu”, dice textualmente el Concilio Vaticano II.

El padre Javier Klajner, del Santuario de Nuestra Señora que Desata los Nudos, aseguró que la carne roja fue elegida como el alimento para evitar comer por su carácter ‘lujoso’.

“La idea detrás de esta práctica es que mi sacrificio se convierta en un gesto de caridad, entonces aquello de lo que me privo, el precio que me costaría comprarlo, destinar ese dinero a la limosna, o comprarle algo a quien lo necesite. Que esa abstinencia, además de ser un acto religioso, hable de cómo se despierta mi corazón ante la realidad de los otros”, expresó.

En la tradición católica, la carne roja representa el cuerpo de Cristo crucificado, por lo que no se come en los días santos por señal de respeto. También es una acción con la que se simboliza el sacrificio de Jesús, quien se marchó al desierto y estuvo 40 días y 40 noches sin comer.