Mamoudzou, Mayotte. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, llegó el jueves al archipiélago de Mayotte, en el Océano Índico, para evaluar los daños provocados por el paso del ciclón Chido y de inmediato fue confrontado con un relato de primera mano sobre la devastación en el territorio francés.

“Mayotte está destruida”, le dijo Assane Haloi, un agente de seguridad del aeropuerto, tan pronto como bajó del avión.

Macron avanzaba por una fila de personas que lo saludaban cuando Haloi lo tomó de la mano y habló durante un minuto sobre las terribles condiciones que enfrentan las islas, las cuales padecen una escasez de incluso los suministros más esenciales desde el sábado, cuando el territorio francés —ubicado frente a las costas de África— recibió el peor impacto de un ciclón en casi un siglo.

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“No hay agua, no hay electricidad, no hay a donde ir porque todo está destruido”, aseguró. “Ni siquiera podemos resguardarnos, estamos todos mojados, resguardándonos con nuestros hijos con lo que tenemos para poder dormir”.

Un número desconocido de muertos

Al menos 31 personas han muerto y más de 2.000 resultaron heridas, al menos 200 de ellas hospitalizadas en estado crítico, informaron las autoridades francesas. Pero se teme que haya cientos, o incluso miles, de personas fallecidas.

La visita de Macron se produjo poco después de que The Associated Press y otros medios extranjeros pudieron llegar a Mayotte para recabar los testimonios de los sobrevivientes del paso del ciclón del fin de semana, cuando se registraron vientos de más de 220 km/h (136 mph) que arrancaron techos y paredes de las casas, las cuales se derrumbaron sobre las personas en su interior.

En el barrio marginal de Kaweni, a las afueras de la capital Mamoudzou, un tramo de precarias residencias construidas en las laderas de una colina quedó reducido a restos de metal corrugado, plástico, montones de ropa de cama y prendas de vestir, y trozos de madera que marcaban el lugar donde solía haber casas.

“Aquellos de nosotros que seguimos aquí todavía estamos en shock, pero Dios nos permitió vivir”, dijo Nassirou Hamidouni mientras escarbaba entre los escombros de su antigua casa. “Estamos tristes. No podemos dormir por todas las casas que han quedado destruidas”.

Después de sobrevolar la zona devastada a bordo de un helicóptero, reunirse con personas en un hospital y visitar Kaweni, una de las áreas más afectadas, Macron dijo que era un día que no olvidaría.

“Ayuden al personal del hospital, ayuden al hospital”, suplicó una trabajadora de la unidad psicológica, visiblemente alterada. “Todos, sin excepción, están devastados”.

Macron, quien llevaba una bufanda tradicional de Mayotte de color rojo, negro y oro sobre su camisa blanca y corbata, le puso la mano sobre el hombro mientras se secaba las lágrimas.

Largas filas para escasos recursos

El ciclón devastó la infraestructura de la isla, dejando a la población sin luz ni agua, e intensificando la presión sobre los pocos lugares que aún podían proporcionar servicios básicos. A los expertos en salud pública les preocupa la posibilidad de que la falta de acceso a agua limpia pueda resultar en brotes de enfermedades.

En los supermercados los suministros se agotan rápidamente y algunos estantes estaban vacíos. Una gran cantidad de autos y motocicletas llenaban las calles en filas de hasta cinco horas para cargar combustible en las pocas estaciones que seguían en operación. Los residentes, algunos de los cuales tuvieron que atravesar una isla densamente poblada, hacían filas de varias horas para llenar jarras en las bombas de agua.

“Para poder tomar algo”, dijo Ramou Madi, madre de dos, mientras explicaba por qué había viajado desde su pueblo para conseguir agua. “No comemos. Pero tomar agua es lo más importante. No puedes ir de compras, no hay nada en las tiendas, la gente se empuja. Me empujaron sólo por tratar de conseguir agua. Pero hay que tener agua para que los niños puedan bañarse un poco, porque si no huelen mal”.

Más ayuda en camino

Macron trató de tranquilizar a la población, asegurándole que junto con él habían llegado toneladas de alimento, suministros médicos, y rescatistas adicionales, y que en camino venía más asistencia, como agua, personal médico y un hospital temporal que se instalaría el viernes. Un barco de la Armada entregó 180 toneladas de ayuda y equipos, dijo el Ejército francés.

La visita se tornó un tanto tensa cuando Macron fue criticado por no estar al tanto de la situación, luego de que un hombre aseguró que en Ouangani había personas que llevan seis días sin agua ni una visita de los rescatistas.

El presidente afirmó que al Ejército le tomó cuatro días despejar los caminos y poner en marcha un plan para la distribución de ayuda.

“Si quieres, puedes seguir gritando para llamar la atención”, dijo Macron, mientras el hombre lo interrumpía diciendo que no tenía la intención de gritar. “Si te interesa mi respuesta, si no, me iré”.

Macron dijo que aproximadamente la mitad de la red eléctrica y el sistema de agua quedarán reparados a más tardar el viernes, pero que llegar a las áreas más remotas podría tardar varias semanas.

Hacia finales de la semana se desplegará a unos 1.200 agentes policiales para reforzar la seguridad en los vecindarios y evitar los saqueos, puntualizó.

Aunque la isla cuenta con una gran población de inmigrantes no autorizados —un problema que, aseguró, planea abordar más adelante—, destacó que no debe haber “distinción cuando se trata de salvar, alimentar, proporcionar agua”. Dijo que un médico con quien habló vio a inmigrantes que corrían el riesgo de sufrir amputaciones debido a las infecciones sufridas en heridas no atendidas.

“Es probable que veamos situaciones trágicas de las que aún no somos conscientes”, dijo.

Los residentes han expresado angustia por no saber si sus seres queridos están muertos o desaparecidos, en parte debido a las tradiciones musulmanas que dictan que a los fallecidos se les debe enterrar 24 horas después del deceso.

“Estamos lidiando con fosas comunes al aire libre. No hay rescatistas, nadie ha venido a recuperar los cuerpos sepultados”, indicó Estelle Youssoufa, representante de Mayotte en el Parlamento francés.

Macron reconoció que muchas de las muertes no han sido reportadas y añadió que los servicios telefónicos se repararán “en los próximos días” para que la gente pueda reportar la desaparición de seres queridos.

El territorio más pobre de Francia

Mayotte, con 320.000 habitantes y unos 100.000 inmigrantes adicionales, es el territorio más pobre de Francia.

Es parte de un archipiélago ubicado entre la costa oriental de África y el norte de Madagascar que fue una colonia francesa. En 1974, Mayotte votó a favor de seguir formando parte de Francia, mientras que el resto de las islas se convirtieron en la nación independiente de Comoras.

El ciclón devastó vecindarios enteros mientras mientras que buena parte de la población ignoró las advertencias, subestimando la intensidad de la tormenta.

Su impacto se puede ver en todas partes.

Familias recostadas sobre mantas en una escuela en donde cerca de 500 personas buscaban refugio. Las mujeres lavaban ropa en cubetas de agua mientras los niños jugaban con las piezas de un ajedrez gigante.

Alibouna Haithouna, madre de cuatro hijos, estaba con su propia madre, quien se vio obligada a dejar el hospital tras la muerte de su hijo. “Fue una tragedia. Perdimos a mi hermano”, dijo Haithouna, agregando que aún no han podido recuperar el cuerpo debido a la falta de pagos y otros trámites.

Macron se adentró en un grupo de personas en Kaweni, besando a niños y abrazando a residentes que hablaron de sus adversidades. Dijo que había sido testigo de la emoción y reconoció algo de las frustraciones que enfrentó, pero afirmó que quedó impresionado con la resiliencia de la población.

Habló de aprobar una ley especial para acelerar la reconstrucción del territorio y buscará destruir los vecindarios marginales y reemplazar las chozas de lámina con construcciones más sólidas.

Luego de que una mujer describió cómo su casa casi se viene abajo sobre sus hijos, Macron comparó los esfuerzos de recuperación con los necesarios para reconstruir la catedral de Notre Dame, la cual reabrió recientemente después de un incendio devastador.

“Si pudimos reconstruir nuestra catedral en cinco años, sería una tragedia si no pudiéramos reconstruir Mayotte”, dijo.

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Corbet informó desde París. Los periodistas de The Associated Press Masha Macpherson en París y Brian Melley en Londres contribuyeron.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de la AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.