Crece la violencia de la junta militar en Myanmar
El gobierno golpista volvió a usar la fuerza para aplacar a manifestantes, de los que se estima que mató 50 esta semana.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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YANGÓN, Myanmar. Las fuerzas de seguridad de Myanmar emplearon nuevamente la fuerza el sábado para dispersar protestas contra el golpe de Estado, un día después de que la enviada especial de la Organización de Naciones Unidas para el país instó al Consejo de Seguridad a actuar para frenar la violencia de la junta militar, que esta semana mató a unos 50 manifestantes pacíficos y dejó decenas de heridos.
El sábado en la mañana se reportaron nuevas movilizaciones en Yangón, la ciudad más grande del país, donde las autoridades recurrieron a granadas paralizantes y gases lacrimógenos contra los inconformes. Según reportes, 18 personas habrían sido asesinadas allí el miércoles.
También se informó de movilizaciones en Myitkyina, la capital del norteño estado de Kachin; en Myeik, en el extremo sur del país, donde la policía disparó gases lacrimógenos contra estudiantes, y en Dawei, en el suroeste, donde también se usaron gases lacrimógenos. Además, los inconformes salieron a la calle en Kyaikto, en el estado oriental de Mon; en Loikaw, la capital de la región de Kayah, también en el este, y en Myingyan, una ciudad que registró un fallecido el miércoles.
La escalada de la violencia aumentó la presión sobre la comunidad internacional para contener a la junta, que tomó el poder el 1 de febrero tras derrocar al gobierno electo de Aung San Suu Kyi. El golpe de Estado revirtió años de lentos avances hacia la democracia en un país que durante cinco décadas languideció bajo un estricto gobierno militar que derivó aislamiento internacional y en sanciones.
La Liga Nacional para la Democracia, el partido de Suu Kyi, lideró el regreso al gobierno civil con una arrolladora victoria en 2015, y obtuvo una mayoría aún más amplia el año pasado. Habría asumido el poder para un segundo mandato de cinco años el mes pasado, pero en su lugar, ella, el presidente, Win Myint, y otros miembros de su ejecutivo están detenidos por los militares.
Las grandes movilizaciones se han repetido a diario en muchas ciudades y pueblos. Las fuerzas de seguridad han respondido con un uso cada vez mayor de la fuerza letal y con detenciones masivas. Al menos 18 manifestantes fallecieron por disparos el domingo y otros 38 el miércoles, según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU. Más de 1,000 personas han sido arrestadas, dijo la Asociación de Ayuda a Prisioneros Políticos, un grupo independiente.
La enviada especial de la ONU para Myanmar, Christine Schraner Burgener, dijo el viernes en su intervención en una reunión a puerta cerrada del Consejo de Seguridad, que la unidad del organismo y una acción “robusta” son cruciales “para presionar por el fin de la violencia y la restauración de las instituciones democráticas de Myanmar”.
“Debemos denunciar las acciones del Ejército”, dijo. “Es fundamental que este consejo sea resuelto y coherente a la hora de alertar a las fuerzas de seguridad y apoyar con firmeza al pueblo de Myanmar, respaldando el claro resultado electoral de noviembre”.
Además, reiteró un llamado previo a la comunidad internacional para no “dar legitimidad o reconocimiento a este régimen que ha sido impuesto por la fuerza y desde entonces no ha seguido nada más que el caos”.
El Consejo de Seguridad no tomó acciones de inmediato. Los diplomáticos del organismo señalaron que Gran Bretaña hizo circular un borrador de declaración presidencial para su consideración, una iniciativa que está un paso por debajo de una resolución legalmente vinculante.
Será complicado que la ONU adopte cualquier tipo de acción coordinada, ya que es probable que dos de los miembros permanentes del Consejo, China y Rusia, la veten.