COVID-19: La amenaza continúa latente
El fin de la emergencia declarada por la OMS implica nuevos retos: vigilancia puntual de la enfermedad y producción local de las vacunas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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La historia del COVID-19 en la humanidad tiene un nuevo capítulo. “Termina la emergencia, pero no la amenaza”. Así tradujo el doctor Mauricio Rodríguez, vocero de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de esta misma institución, el reciente aviso de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la nueva etapa en nuestra historia con el COVID-19.
El Comité de Emergencia de la OMS declaró que la emergencia de salud pública que comenzó el 30 de enero de 2020 después de los casos de neumonía de causa desconocida en Wuhan, China, ha dejado de existir. El saldo: la notificación oficial de casi 7 millones de muertes, pero con la certeza de un número de víctimas es varias veces superior, al menos 20 millones a nivel global.
Hace dos semanas, el organismo internacional declaró el fin de la pandemia, pero aún hay muchos retos por delante para convivir con un virus que llegó para quedarse.
Si bien la evaluación del riesgo mundial sigue siendo alta, la OMS señaló que hay pruebas de que se redujeron los riesgos para la salud humana impulsados principalmente por el alto nivel de inmunidad de la población frente a la infección, menor virulencia de los sublinajes de SARS-CoV-2 Omicron que circulan actualmente (en comparación con los sublinajes que circulaban anteriormente) y una mejor gestión de casos clínicos.
Estos factores han contribuido a una disminución global en el número semanal de muertes y hospitalizaciones.
“Una emergencia se activa cuando surge un agente patógeno nuevo para el cual ninguno de los humanos tiene protección, cuando no hay conocimiento previo de la patogenia de un microorganismo que causa una enfermedad para la cual no hay ni medicamentos, ni vacunas. Cuando esta historia comenzó, no sabíamos qué hacer, pero conforme se fue desarrollando la pandemia se fueron alcanzando los objetivos determinados por la emergencia”, señaló Rodríguez, quien agregó que el conocimiento abonó varias partes fundamentales para llegar al punto donde estamos, como fue la vigilancia de sus mutaciones, el manejo del enfermo y el desarrollo de las vacunas.
Paulatinamente, las pruebas de diagnóstico y las guías de práctica clínica empezaron a organizar los conocimientos sobre lo que le sucedía a un organismo atacado por el virus hasta llegar a la generación en tiempo récord de las primeras vacunas e, incluso, de un antiviral específicamente para el COVID-19, como es el llamado Paxlovid. Rodríguez hace un paréntesis para enfatizar que se demostró la utilidad de este medicamento para las poblaciones en mayor riesgo, aunque, tal como actúan los antivirales en general, solo es efectivo en la primera etapa de multiplicación del virus.
Todos los elementos sobre el comportamiento epidémico del virus fueron protegiendo del contagio y se disminuyó el impacto del patógeno hasta que la palabra emergencia se eliminó de la ecuación pandémica, pero una serie de nuevos retos a nivel global y local dan inicio.
La OMS determinó que el COVID-19 es ahora un problema de salud establecido y en curso que ya no constituye una emergencia de salud pública de interés internacional; sin embargo, la institución desarrolló un plan estratégico de preparación y respuesta 2023-2025 diseñado para guiar a los países en la transición a la gestión a largo plazo de la presencia del virus. Este plan describe acciones importantes que los países deben considerar en cinco áreas: vigilancia colaborativa, protección comunitaria, atención segura y escalable, acceso a contramedidas y coordinación de emergencias.
La vigilancia tiene nuevos retos
“El COVID-19 es una enfermedad que se debe vigilar puntualmente, como las demás que se mantienen en el país, como el dengue o la tuberculosis, entre muchas otras. Debe quedar claro que el SARS-CoV2 no se va, ni se irá”, apuntó Rodríguez.
La OMS señaló que cada país debe ser responsable de reunir información sobre diversas fuentes de datos puntuales de vigilancia sobre agentes patógenos respiratorios para permitir un conocimiento exhaustivo de la situación.
“Los Estados Partes deben mantener la notificación a la OMS de los datos sobre mortalidad y morbilidad, así como de la información sobre vigilancia de variantes. La vigilancia debe incorporar información proveniente de una combinación adecuada de poblaciones centinela representativas, vigilancia basada en eventos, vigilancia de las aguas residuales humanas, serovigilancia y vigilancia de poblaciones animales seleccionadas de las que se sepa que presentan riesgo de SARS-COV-2″, lee el comunicado que enfatiza que los países deben aprovechar el Sistema Mundial de Vigilancia y Respuesta a la Gripe (SMVRG) y apoyar la creación de la Red Mundial de Laboratorios de Coronavirus de la OMS (CoViNet).
México forma parte de la Red Regional de Vigilancia Genómica COVID-19, que fue creada en 2020 como un mecanismo para fortalecer la capacidad de secuenciación de los laboratorios participantes, pero también para estimular a los países a implementar la vigilancia genómica de rutina, como estrategia para incrementar los datos de secuenciación disponibles a nivel global. Esto ayuda a mejorar el desarrollo de protocolos de diagnóstico, generar información para el desarrollo de vacunas y para entender mejor los patrones de evolución y epidemiología molecular de SARS-CoV-2.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (PAHO), hasta finales del pasado mes de marzo se habían generado 858,556 secuencias de virus por los Estados Miembro de América Latina y el Caribe.
Nuevas fronteras de la vacunación
Para la OMS, otro de los puntos clave para el control del virus será integrar la vacunación contra el COVID-19 en los programas de vacunación nacionales.
“Deben mantener los esfuerzos para aumentar la cobertura de vacunación contra el COVID-19 para todas las personas de los grupos de alta prioridad con las vacunas recomendadas por la OMS y seguir abordando activamente los problemas de aceptación y demanda de vacunas”, se lee en la declaratoria.
El doctor Rodriguez puntualizó que las vacunas se desarrollaron con el virus inicial. Todas las empresas que se integraron a esta labor utilizaron esta información para crear los diferentes tipos de vacunas.
“Después se crearon las vacunas bivalentes, hechas con el virus original y la variante dominante, pero ya se vio que en realidad las bivalentes no son muy útiles”, detalló.
Explicó que las vacunas estimulan distintas respuestas en el organismo: la respuesta inmune y la acción celular, pero los que en realidad tienen la última palabra son los linfocitos y todas las vacunas generadas contra el SARS-CoV-2 estimulan este tipo de respuesta. Además, señaló que cualquier vacuna generada contra el SARS-CoV-2 protege a las poblaciones más vulnerables, a quienes van enfatizados los esfuerzos en esta nueva etapa de nuestra convivencia con el COVID-19.
Asimismo, afirmó que se ha dado una discusión científica técnica que tiene que ver con la importancia del efecto de las vacunas en esta nueva fase. “Las vacunas no sólo estimulan anticuerpos, sino una respuesta más profunda a nivel celular y su efecto dura más de un año”, señaló sobre la evaluación de estas herramientas que dependen de la medición de anticuerpos que se generan y que puede variar frente a nuevas variantes, pero en los diferentes grupos poblacionales de estudio se ha visto que el efecto de la vacuna prevalece gracias a que el organismo se queda con un suministro de linfocitos T de “memoria”, además de linfocitos B que recordarán cómo combatir ese virus en el futuro.
Acorde a él, todas las vacunas generadas contra el COVID-19 son una opción de refuerzo para las poblaciones más vulnerables.
El investigador agregó que, a lo largo de la historia del coronavirus, se han visto muchas polémicas sobre la eficacia de las vacunas con sesgo político que cuestionaron en un principio la eficacia de vacunas como Sputnik o CanSino (básicamente por sus países de origen), pero que al final demostraron efectividad clave contra hospitalización y muerte.
Para Rodríguez, en la actualidad es necesario alejarse de cualquier discurso antivacuna porque en esta nueva etapa será importante la disponibilidad regional, pues muchas compañías dejaron de mantener una producción del fármaco, por lo que la producción local será fundamental. Y, señaló que habrá que juzgar sin sesgos esfuerzos nacionales como el generado por la vacuna Patria, que el CONAHCYT anunció en la etapa final del desarrollo clínico.
“La amenaza está latente y tendremos que ver qué sucede con la ola del verano”, dijo el especialista sobre esta nueva transición en la convivencia con el virus en la que la OMS retira del discurso la palabra emergencia, pero asumiendo que el virus sigue cobrando una vida cada tres minutos y miles de personas de todo el mundo aún luchan por su vida en unidades de cuidados intensivos, mientras millones siguen viviendo con los efectos debilitantes posteriores a la infección.