Praga. La banda checa “Tap Tap”, compuesta por músicos y cantantes con diferentes discapacidades físicas y mentales, sigue cosechando éxitos en su República Checa natal pero también en el exterior, un cuarto de siglo tras su fundación.

Este proyecto, nacido en la capital checa en 1998, es un modelo muy particular para la inclusión, basado en la superación y también en la exigencia artística y personal, en cada uno de los ensayos y en los conciertos.

“Tap Tap es un modelo que se podría aplicar en otros lugares, pero habría que encontrar otros ‘locos’ como nosotros”, asegura en declaraciones a EFE Simon Ornest, trabajador social, fundador y director de la orquesta que tiene veinte miembros.

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A diferencia de otros países, como Brasil, España o México, donde hay orquestas similares con algunos artistas con discapacidades leves, en el caso de “Tap Tap” son casi todos, algunos de ellos con limitaciones serias.

Modelo de inclusión

“A veces es difícil tener paciencia”, reconoce el propio Ornest y explica: “Es que no queremos ser una terapia sino una simple banda que se divierte, y que gusta a los oyentes. Estamos orientados al resultado”.

Distrofia muscular, miopatías, personas que sufrieron un accidente grave o que nacieron con espina bífida, jóvenes con ligero déficit mental o con trastornos autistas. Son las discapacidades con las que viven los miembros de Tap Tap.

El grupo ha grabado hasta ahora cinco álbumes en estudio, con versiones de sus canciones favoritas y con temas propios.

Además, existen seis grabaciones de conciertos en vivo, tras actuaciones en todo el mundo, en Estados Unidos, Europa y Oriente Medio.

Estos días, los integrantes de Tap tap se preparan para el gran concierto de Navidad 2024 en la “Laterna Magika”, un mítico teatro de Praga, que esperan llenar con sus fans.

El grupo ha grabado hasta ahora cinco álbumes en estudio, con versiones de sus canciones favoritas y con temas propios.
El grupo ha grabado hasta ahora cinco álbumes en estudio, con versiones de sus canciones favoritas y con temas propios. (MARTIN DIVISEK)

“Los conciertos son lo que nos mueven, y si el concierto sale bien, uno se siente como un rey”, cuenta Ladislav Angelovic, portavoz y cofundador de la banda en la que toca, en silla de rueda, el pad electrónico de percusión.

“La música ofrece la posibilidad para realizarse, por ejemplo en el concierto del día 23 de diciembre escribo el guión y hago la moderación junto a un conocido periodista. Aprovecho mi capacidad verbal en beneficio de la banda”, asegura el percusionista de 46 años.

Jana Augustinová, profesora de fundamentos del ritmo y también en silla de ruedas, colabora con la orquesta desde hace diez años.

“Me gusta que con cada persona buscamos su mayor potencial y lo que es capaz de hacer, y superar sus límites”, cuenta.

Moviendo la parte superior de su cuerpo, Augustinová alienta con su mirada y sonrisa al resto de los componentes, para marcar la cadencia de las canciones.

Ella es la voz principal del tema “Quiero abrazarte, aunque no tenga brazos largos”, una pegadiza melodía con texto que parece sacado de su propia vida.

Lo canta a dúo con otro miembro del grupo, Jiri Holzmann, quien tampoco puede moverse de su silla, ni abrazar a Jana, aunque con sus ojos y sonrisa lo haga de otra manera.

Las canciones que interpreta el conjunto, muchas con ellas escritas por el propio Ornest, tienen que ver con las limitaciones que experimentan los músicos de la banda.

Los ensayos de Tap tap son largos y exigentes, tanto que algunos miembros del grupo piden descansos, que el director sin embargo no siempre concede. Más importante es llegar a punto al gran concierto navideño de este año.