Dos fuertes explosiones sacudieron la capital de Uganda, Kampala, a primera hora del martes provocando caos y confusión mientras la gente huía de lo que se cree fueron ataques coordinados.

Uno de los estallidos ocurrió cerca de una comisaría de policía y el otro en una calle próxima al parlamento, dijeron testigos. Este último parecía tener como objetivo la sede de una empresa aseguradora, y el incendio posterior afectó a los autos aparcados en el exterior. Algunos legisladores fueron vistos evacuando las instalaciones del cercano complejo parlamentario, de acuerdo con la televisora nacional UBC.

Al menos 24 personas fueron hospitalizadas debido a heridas sufridas en las explosiones, dijo Emmanuel Ainebyoona, vocero del ministro de Salud, en Twitter. Cuatro de ellas estaban en estado crítico, agregó.

El video de un testigo publicado en internet mostró una nube de humo blanco que salía del lugar de una de las explosiones, en las inmediaciones de una comisaría.

La policía no realizó comentarios de inmediato y no estaba claro si se trató de ataques con bombas.

Los residentes se apresuraron a abandonar la ciudad, muchos de ellos en mototaxis.

Las autoridades ugandesas habían pedido precaución tras una serie de atentados en las últimas semanas.

Una persona falleció y al menos siete más resultaron heridas por una explosión en un restaurante en un suburbio de Kampala el 23 de octubre.

Y, dos días más tarde, un suicida fue la única víctima en un ataque similar en un bus de pasajeros, según la policía.

Antes incluso de estos incidentes, el gobierno de Gran Bretaña había actualizado sus recomendaciones de viaje a la del este de África para destacar la posibilidad de que extremistas “perpetren ataques”.

Las Fuerzas Aliadas Democráticas, una filial del grupo extremista Estado Islámico en el centro de África, se atribuyeron el atentado contra el restaurante.

La milicia se opone al gobierno del presidente Yoweri Museveni, un aliado de Estados Unidos en cuestiones de seguridad y el primer líder africano en desplegar cascos azules en Somalia para proteger al gobierno federal del grupo extremista al-Shabab. En respuesta a esta decisión, en 2010 el grupo perpetró ataques que dejaron al menos 70 muertos durante la emisión de partidos del Mundial de la FIFA en lugares públicos.