En la última expedición de noviembre, 30 hombres trataban de cubrir la mayor extensión posible de la mayor isla deshabitada por seres humanos en las islas Galápagos, en cuyas entrañas se presume que quedan al menos dos tortugas gigantes de la especie Chelonoidis phantasticus, que se creía extinta.

La búsqueda se cumplió en la isla Fernandina, que tiene una superficie de 642 kilómetros cuadrados y alcanza temperaturas de 50 grados durante el día, con amplias extensiones inhóspitas por la lava emanada por el volcán La Cumbre, uno de los más activos del mundo, cuya última erupción fue en 2009.

Washington Tapia, director de la iniciativa de conservación de las tortugas gigantes de la fundación Galapagos Conservancy, dijo a The Associated Press que “si comprobamos la existencia de tortugas de esa especie, estaríamos sacando a una especie de la extinción”.

“Hemos visto huellas, heces y algunos cactus con mordidas propias de tortugas gigantes”, señaló, aunque aclaró que solamente con estudios genéticos de las muestras tomadas a la centenaria tortuga se podrá “resucitar a esa especie”.

En 1906 un grupo de científicos vio un macho de esa especie, que no existe en otra parte más que en Fernandina, y en febrero de este año se encontró una hembra “de mucho más de un siglo de vida”.

Como si se tratara de buscar una aguja en un pajar, una expedición prevista para enero realizará una nueva búsqueda orientada a cubrir una parte de los 80 kilómetros cuadrados, donde se presume que podría haber una o dos tortugas.

La fundación Galapagos Conservancy, una organización no gubernamental de Estados Unidos, financiará la nueva expedición con el apoyo de unos 20 guardaparques del Parque Nacional Galápagos.

Acerca de la importancia de las tortugas gigantes en Galápagos, Tapia explicó que son consideradas las ingenieras de los ecosistemas porque “de ellas depende mucho la dispersión de semillas de plantas, generan espacios abiertos a su paso que son aprovechados para otros procesos ecológicos”.

Buscar una especie que se creía extinta es “es un llamado de atención a los seres humanos acerca de lo que pasa si no cambiamos nuestro hábitos y costumbres, que han provocado la extinción de tantas especies”, añadió Tapia, quien estuvo en las dos expediciones.

Aparte de la presunta existencia de esa especie de tortugas gigantes, en Fernandina habita el famoso cormorán no volador. También hay focas, pingüinos, pelícanos y lobos marinos que descansan en hermosas playas “contaminadas por plásticos, botellas y otros residuos que llegan a través de las corrientes del océano Pacífico”, añadió.

El archipiélago de Galápagos es un territorio insular ecuatoriano a 1,000 kilómetros de la costa.

En 1979 fue declarado por la UNESCO Patrimonio Natural de la Humanidad atendiendo a su frágil ecosistema que alberga a especies terrestres y marinas únicas en el planeta, que permitieron al científico inglés Charles Darwin desarrollar su teoría de la evolución de las especies en el siglo XIX.