Al menos 149 personas han muerto y dos siguen desaparecidas una semana después del terremoto de magnitud 6.2 que sacudió las provincias de Gansu y Qinghai, en el noroeste de China, según informaron este lunes las autoridades.

El Gobierno de Qinghai informó en las últimas horas de que el conteo de víctimas en la provincia había aumentado hasta los 32 y que el número de desaparecidos se redujo a dos, recogió hoy la agencia oficial de noticias Xinhua.

Mientras, la cifra oficial de personas en Gansu que perdieron la vida, y que se mantiene sin cambios desde el viernes, alcanza las 117, como consecuencia del seísmo, que se produjo un minuto antes de la medianoche del lunes, hora local (15.59 GMT), en la frontera entre las dos citadas provincias.

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El epicentro del terremoto se situó a una profundidad de 10 kilómetros, lo que amplificó su impacto destructivo según los expertos.

Además, muchas de las viviendas afectadas eran antiguas y construidas con materiales de baja resistencia sísmica.

El Gobierno chino decidió hoy destinar otros 400 millones de yuanes (56 millones de dólares, 51 millones de euros) en fondos de ayuda para respaldar a las provincias afectadas por el terremoto.

Estos fondos se suman a los 700 millones de yuanes (98.1 millones de dólares, 89.1 millones de euros) que ya se habían entregado inmediatamente después de la catástrofe.

El terremoto causó graves daños en la infraestructura de la zona, y afectó a más de 200,000 hogares han quedado destruidos y otros 15,000 que están al borde del colapso según las autoridades.

Se trata del movimiento telúrico más mortífero en China desde el sucedido en agosto de 2014 en la provincia meridional de Yunnan, que dejó 617 fallecidos, pero muy lejos del sufrido en 2008 en la provincia de Sichuan, que dejó al menos 70,000 muertos.