Bagdad. La Zona Verde de Bagdad fue atacada este domingo con ocho cohetes de tipo Katyusha causando heridas a un soldado iraquí y daños en la embajada estadounidense que, según la legación diplomática, fueron de poca consideración.

Se trata del primer ataque de este tipo en casi un mes contra esa zona fortificada del centro de Bagdad, blanco habitual del lanzamiento de cohetes por grupos que se oponen a la presencia de Estados Unidos en Irak, y uno de los más virulentos por el número de proyectiles lanzados.

“Los cohetes impactaron y cayeron dentro del complejo en varios edificios residenciales del barrio de Al Qadisiya causando daños materiales en estos y en varios vehículos civiles”, indicó la Oficina de Información del Ejército en un comunicado.

Los militares añadieron que uno de los misiles había caído cerca de un retén militar y que un soldado había resultado herido, sin precisar la gravedad de sus lesiones.

Por su parte, la embajada estadounidense en Bagdad confirmó en una nota que había sufrido “algún daño menor” en sus instalaciones aunque no se habían registrado daños personales.

“Hacemos un llamamiento a los líderes políticos y gubernamentales iraquíes para que den los pasos necesarios para prevenir estos ataques y hacer rendir cuentas a sus responsables”, reclamó la representación diplomática.

La zona del lanzamiento fue el área de Rashid Camp, en el sur de la capital, según la nota, en la que no se identificó a los autores de la agresión, como suele ser habitual en este tipo de ataques que se producen reiteradamente contra la Zona Verde, aunque no con tan alto número de cohetes como en esta ocasión.

En esta zona fortificada del centro de Bagdad se concentran el Parlamento iraquí, gran parte de los edificios gubernamentales, bases militares y varias embajadas extranjeras, particularmente la de Estados Unidos, objetivo principal los autores de estos ataques.

Los ataques contra la Zona Verde y otros objetivos extranjeros aumentaron después de que Estados Unidos asesinara el 3 de enero de este año en un bombardeo selectivo a Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán.

Uno de los sospechosos de estos ataques era la milicia chií proiraní Kataib Hizbulá, que el pasado mes de octubre ofreció una tregua, “condicionada” a la retirada de las tropas extranjeras del país, después de que Estados Unidos amenazara con cerrar su embajada en Bagdad debido al aumento de ataques en su contra.

A partir de entonces se redujeron considerablemente los lanzamientos de cohetes contra la Zona Verde y el anterior había tenido lugar el pasado 21 de noviembre.

En esta ocasión, Kataib Hizbulá condenó en sus redes sociales el ataque contra la que denominó como “embajada del mal”, lo atribuyó a “un comportamiento descontrolado” y pidió a “las autoridades competentes deben perseguir a los autores y arrestarlos”.