Con la invasión rusa de Ucrania entrando en su cuarta semana, las agencias de ayuda siguen intensificando sus esfuerzos para llevar los necesarios artículos de primera necesidad a los civiles afectados por los combates y a los más de tres millones de refugiados que han huido del país desde el inicio de la ofensiva.

Rzeszow, la mayor ciudad del sureste de Polonia, a apenas 100 kilómetros (unas 62 millas) de la frontera con Ucrania, se ha convertido en el centro logístico de la ayuda humanitaria en la región. El material — incluyendo alimentos, mantas, lámparas solares, ropa de abrigo, colchones, bidones y láminas de plástico — sigue llegando por tierra y aire a un enorme almacén gestionado por la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, cerca del aeropuerto de la ciudad.

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“Lo que hemos estado haciendo es traer a más gente al país, traer más ayuda, trabajar con nuestros socios para asegurarnos que podemos hacer un trabajo eficaz, para hacer todo lo posible para ayudar”, afirmó Matthew Saltmarsh, vocero de la agencia.

Según Saltmarsh, en el último mes ACNUR ha recibido “más de 300 millones de lotes de donaciones” del sector privado y ha logrado entregar parte de esos suministros a Ucrania. Por el momento ha enviado 22 camiones, y tiene previsto llevar pronto otros 10 cargados con artículos de primera necesidad a la ciudad de Leópolis, en el oeste de Ucrania, no muy lejos de la frontera polaca. Leópolis se ha librado en gran medida de la destrucción y se ha convertido en el primer destino de muchos de los que escapan del país.

Parte de la ayuda llevada a la ciudad se ha descargado y repartido allí, apuntó Saltmarsh, pero el resto sigue a la espera de poder avanzar cuando la situación de seguridad permita llegar a las zonas más afectadas, como la ciudad portuaria de Mariúpol, que está sitiada y sufre ataques rusos casi desde el inicio de la guerra.

“Obviamente, esto es muy preocupante y es un gran desafío para la comunidad humanitaria”, agregó el vocero.

Además, se están redoblando los esfuerzos para atender a los refugiados, de los cuales casi la mitad son niños, que han llegado a Polonia y a otros países fronterizos.

Quienes llegan ahora a las naciones vecinas son “más vulnerables, (están) en un estado más traumático” que quienes lo hicieron en los primeros días de la guerra, señaló Saltmarsh.

Kateryna Horiachko, quien huyó de las inmediaciones de la capital, Kiev, dijo que la gente allí estaba “devastada”.

“Han perdido sus casas, han perdido todo lo que tenían, han perdido a familiares... No (nos) queda más (que) convertirnos en refugiados”, agregó Horiachko a su llegada a Suceava, Rumanía, el jueves.

Su esposo y sus padres siguen en Ucrania, apuntó Horiachko, que espera encontrar una forma de ayudarles.

“La economía en Ucrania está también arruinada, la gente no tiene trabajo ni ingresos y necesitan” ayuda, agregó.