Asumir que el virus de la viruela del mono o símica está relacionado, particularmente, entre hombres que tienen relaciones íntimas con otros varones no solo es erróneo y desinformación desde el punto de vista científico, sino que puede provocar estigmas contra una población vulnerable a la marginación, confirman expertos consultados por Primera Hora.

Desde Reino Unido y España han surgido informes que vinculan algunos de los casos reportados de la viruela del mono -en esas jurisdicciones- a varones jóvenes que en “la mayoría” han tenido sexo con hombres.

Mientras, el Departamento de Salud de Puerto Rico envío una comunicación en el fin de semana en la que cita a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) aludiendo a que la sospecha de la viruela del mono -una enfermedad que entre sus síntomas incluye fiebre, dolor de cabeza y muscular y erupciones en la piel- debe aumentar si las lesiones cutáneas son en viajeros provenientes de países con casos confirmados, si el paciente tuvo contacto con otra persona con una erupción similar o si “es es un hombre que regularmente tiene contacto cercano o íntimo en persona con otros hombres, incluidos aquellos que conoce a través de un sitio web, una aplicación digital, o en un bar o fiesta”. En cambio, no se contextualizó la información con evidencia científica o relación de hechos, más allá de proveer el dato.

La información provista hasta el momento por las autoridades sanitarias locales e internacionales señalan que la viruela del mono o monkeypox es una enfermedad zoonótica viral que se puede puede transmitir de animales a humanos y también se puede propagar entre personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por ejemplo, que la transmisión secundaria o de persona a persona puede producirse por contacto estrecho con secreciones infectadas de las vías respiratorias o lesiones cutáneas de una persona infectada, o con objetos contaminados recientemente con los fluidos del paciente o materiales de la lesión. Añade que la transmisión se produce principalmente por gotículas respiratorias, generalmente tras prolongados contactos cara a cara con el paciente, lo que expone a los miembros de la familia de los casos activos a un mayor riesgo de infección. La infección se transmite asimismo por inoculación o a través de la placenta (viruela símica congénita). La OMS ha señalado aue hay más de 80 casos de viruela del mono en 12 países, incluido uno en Estados Unidos. Puerto Rico no tiene pacientes identificados.

La comunicadora científica Edmy Ayala, lamentó la forma en que se ha diseminado algunas de las informaciones relacionadas a la enfermedad viral, al tiempo que recordó que entre las lecciones que ha dejado la pandemia del COVID-19 -inicialmente vinculada de manera estigmatizada a las personas provenientes de China- es que la ciencia, en su rigurosidad, debe ser informada con un gran sentido de responsabilidad.

“Las personas que hacemos comunicación científica debemos saber reconocer las maneras más responsables de comunicar esas incógnitas que naturalmente surgen sobre temas nuevos o poco conocidos, especialmente en momentos de alerta. Al no reconocer esto, podemos caer en estigmatizar poblaciones históricamente marginadas, vulneradas y desprotegidas, y terminar haciendo más mal que bien. Los virus se enfrentan con la salud pública; y la salud pública es colectiva e incluyente. Si no lo es, no funciona para contener epidemias y mantenernos saludables, y eso incluye el rol vital de la comunicación responsable”, recalcó.

Señaló que también es crucial hablar del tema, en este caso de la viruela del mono, desde el ámbito de la prevención, pero sin alentar el alarmismo “como he visto que, lamentablemente, se está haciendo con este virus”.

“Nos toca informar cómo prevenir el contagio y las poblaciones de mayor riesgo de contagiarse con la viruela del mono. En un país como Puerto Rico, que vive en constante crisis, es nuestra responsabilidad ayudar a las personas a saber cómo priorizar y protegerse, no ocuparles con informaciones sensacionalistas a medias”, sostuvo Ayala al subrayar que urge saber cuál es la estrategia del Departamento de Salud respecto a este asunto.

Mientras, el activista Pedro Julio Serrano se mostró asombrado que 40 años después de la crisis del VIH - que se llegó a considerar una enfermedad de homosexuales, cuando la realidad es que cualquier persona puede contagiarse- se utilicen argumentos que llevan al error “de estigmatizar a una población que ya es discriminada y violentada”.

“Nuevamente, se vuelven a cometer los mismos errores y creo que es detestable, y lo denuncio con todas las fuerzas de mi ser, que el Departamento de Salud propague información que lo que hace es señalar a una comunidad con una enfermedad que le puede dar a todo el mundo. Además, que deja vulnerable a la mayoría de las personas que podrían despreocuparse pensando que no están en riesgo de contagios”, determinó Serrano.

Aludió a que los brotes surgidos en otros países pudieron surgir de manera casual entre otras poblaciones y es imperante que las organizaciones de salud utilicen un lenguaje adecuado para evitar señalamientos hacia un colectivo en particular.

“Las aseveraciones se tienen que sustentar con datos científicos y empíricos. Lo contrario, sería irresponsable”, acotó el activista.

La Primera Oficial Médico de Salud e infectóloga pediátrica, Iris Cardona, coincide con los datos provistos por la OMS, respecto a los métodos de transmisión del virus.

“Entre humanos el contacto directo puede ser tocándonos, un contacto íntimo como cuando se habla bien cerca, hay intercambio de fluidos o un beso... puede ser también por gotas respiratorias. No podemos decir que es una enfermedad de transmisión sexual, aunque sí se ha visto alguna asociación... en cambio, el riesgo del que hablamos es igual en heterosexuales”, dijo la también infectóloga pediátrica.

“Esta no es una infección específica de esa comunidad (homosexual). Volvemos, aquí tiene que mediar un contacto cercano con las lesiones... algo parecido a lo que ocurre, por ejemplo, con la varicela”, indicó al agregar que “esto le puede dar a cualquiera”.

Dijo que tal vez la confusión surge tras la identificación de unos ‘clusters’ en otros países donde los pacientes con la viruela del mono pudieron haberse contagiado en eventos o lugares frecuentados por la comunidad LGBTTQI. “Algunos de esos pacientes dijeron haber tenido relaciones con otros hombres y eso se tomó en consideración en el historial clínico”, dijo al explicar que ese tipo de detalles trascienden como parte de la vigilancia epidemiológica donde entre otras cosas se indaga dónde estuvo el paciente en las pasadas semanas, con quién tuvo contacto, qué tipo de cercanía, entre otros.

A su juicio lo más importante es estar atento a los síntomas que presente cualquier persona y ante la sospecha identificar la situación al Sistema de Vigilancia del Departamento de Salud, donde no se han recibido al momento casos sospechosos de este virus. Recordó que los síntomas, que también incluyen ganglios linfáticos inflamados, pueden surgir entre 5 a 13 días después de haber incubado el virus. Las erupciones en la piel por lo general comienzan de uno a tres días después de la fiebre.