La desafortunada frase "Such is life", de Jaime González, ex director del proyecto Riviera del Caribe, encabeza la lista de bochornos del año, que también comparten la Policía, al realizar un megaoperativo en una armería para encontrar a unos delincuemntes que no estaban o nunca fueron hallados, y la Compañía de Turismo, que organizó una actividad en un crucero que no pudo atracar en San Juan.

El desaguisado de González, que significó su despido casi fulminante del gobierno -aunque impulsado por un masivo rechazo de la población a sus expresiones-, generó desde foros en Internet hasta una masiva venta de camisetas en las que se estampó la frase por la que pasará a la historia este ex funcionario.

"Que algunas de las tiendas vendan productos que usted no puede comprar....pues, 'Such is life'... vamos a quitarnos unos complejos... 'Such is life'... No todos en el mundo han sido tan agraciados. Y el que no tiene 50 centavos para comerse un limber, por lo menos puede disfrutar y caminar por el paseo y puede ver a los turistas, a los cruceros, puede ver a los pasajeros con chavos", dijo en aquella oportunidad González ante la comunidad fajardeña.

No feliz con esos dichos, continuó diciéndoles a los presentes: "Puede ver a los pasajeros meterse en las tiendas y verlos comprarse cosas caras... y al que le cree eso complejo, pues lo siento por ustedes... la vida es así. No todo el mundo es tan agraciado... ¿hay un terminal de lanchas de alta velocidad para llevar a los visitantes?".

El discurso del ex director del proyecto Riviera del Caribe agregó que hay personas más agraciadas "que tienen esos yates... hay más agraciados que otros que tienen yates de 50 pies... pero no se preocupe por eso, no todo el mundo tiene el derecho a un yate... Pues sigan jugando a la loto, quizá un día puedan comprarse una lancha.... 'Such is life, such is life'... no todo el mundo ha sido tan agraciado".

Si a González le tomó apenas un instante encumbrarse con el bochorno del año, la Policía tardó horas, un día entero. Y sucedió cuando un grupo de delincuentes asaltó la armería Mudafort, en Santurce, en noviembre pasado. Hasta ahí llegó un impresionante contingente policial, negociadores y se realizó un megaoperativo para capturar a los asalatantes.

Tras horas de esperar por los delincuentes, la Policía entró al negocio y lo inspeccionó durante horas, pero no encontró a nadie. Sin embargo, al día siguiente, la dueña denunció que los criminales se escondieron en los ductos de aire acondicionado y durmieron, comieron, se vistieron y se fueron de la tienda no sin antes robar lo que iban a buscar: armas.

La Policía desestimó que los asaltantes se hayan ocultado en el lugar, pero si efectivamente no fue asi igualmente no lograron detectar su huida del lugar.

Al mes siguiente, en diciembre, ocurrió el otro bochorno del año: un gigantesco crucero era esperado en San Juan para anunciar un acuerdo histórico entre la Compañía de Turismo y la línea de cruceros Carnival, la más grande del mundo. Todo estaba listo y preparado, excepto la posibilidad de que el barco no pudiera atracar en San Juan...

Fue así como 3,200 pasajeros vieron desde el crucero el Viejo San Juan, mientras el capitán intentaba maniobrar por más de una hora una mole flotante que, finalmente, siguió su ruta. En tierra quedaban todos esperando por participar de la actividad, pero el capitán dijo otra cosa, porque los muelles no estaban acondicionados para recibir el crucero.

Un muelle, quedaba corto; otro tenía una instalación que obstaculizaba su atraque, y en el que podía tirar amarras estaba ocupado por otro crucero. Al final, un desaguisado que terminó con una sencilla conferencia de prensa en el Centro de Convenciones y con explicaciones del director ejecutivo de la Autoridad de los Puertos, Álvaro Pilar, quien en ese momento se encontraba en Miami, precisamente en las oficinas de la línea de cruceros.