Sin protocolo para trabajar con los animales muertos en las carreteras
Municipios y agencias no tienen un proceso definido cuando ocurre un accidente que involucra a estas criaturas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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En la madrugada del 18 de diciembre de 2013, Christian González regresaba a casa de su trabajo y, en la salida 31 de la autopista, en Sabana Hoyos, Vega Alta, se encontró con una situación que desató un aparatoso accidente del que todavía, al día de hoy, mentalmente no se ha recuperado del todo.
“Había dos equinos justamente en la salida, parados. Eran como las 2:15 o 2:20 de la mañana, aproximadamente; había poca visibilidad… el auto frenó como tal con el impacto de uno de los equinos”, relató a Primera Hora.
Fue tal el cantazo, que ni podía abrir la puerta del conductor, “y gracias a Dios que andaba solo, porque el cristal delantero se hizo un boquete bien grande en el lado del pasajero”.
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Asustado, atrapado en el carro sin poder abrir la puerta, sin tener siquiera claro qué había ocurrido, “sin saber si había alguien ahí”, decidió moverse a su casa, que estaba a pasos del lugar, mientras llamaba al Sistema de Emergencias 9-1-1.
“Llego a casa gritando, tratando de abrir la puerta, mi abuela, que en paz descanse, salió; ahí estoy con el 9-1-1 contando lo que sucedió: ‘mira, pienso que le di a un animal, no sé si había alguien, estoy preocupado, por favor vengan, no piensen que me fui a la huida’. Yo estaba bien asustado que hubiese atropellado a alguien”, continuó relatando.
La Policía llegó poco después y el agente estaba “sorprendido” que Christian estuviera vivo tras un accidente como ese. Se dirigieron al área del choque y “gracias a Dios no había nadie allí, solamente el caballo… como quedó bien lastimado, lo sacrificaron. Estaba vivo todavía, agonizando… el pobre caballo que no tenía la culpa de nada, porque -en todo caso- sería culpa de la persona que lo dejó sin atender en la autopista”.
Christian da gracias a Dios que “estoy vivo para contarlo”, pues muchas personas han quedado con daños graves o incluso han muerto tras chocar con animales en las carreteras.
Este caso está lejos de ser uno extraño, pues con frecuencia ocurren a través de Puerto Rico choques en las carreteras que involucran a animales de gran tamaño, como vacas y caballos.
Cada día es más común
Primera Hora indagó sobre la frecuencia de este tipo de accidentes, pero el Negociado de la Policía, aunque hace reportes de los accidentes, no compila estadísticas específicas al respecto. Tampoco la Comisión para la Seguridad en el Tránsito tenía ese tipo de información, ya que básicamente se nutre de las que le brinda la Uniformada.
No obstante, el teniente Elvis Zeno Santiago, director auxiliar del Negociado de Patrullas de Carreteras de la Policía, indicó que, en efecto, ese tipo de accidentes “ocurre bastante”.
De hecho, un vistazo a reportes policiales desde marzo de 2023 da cuenta de por lo menos seis incidentes en carreteras, autopistas y avenidas, con caballos y vacas, que dejaron conductores con heridas leves, cinco caballos muertos, cuatro vacas muertas, un equino que tuvo que ser sacrificado con un tiro de gracia y otro herido.
El oficial resaltó que, por lo general “un choque con un caballo o una vaca es algo bastante aparatoso. Es algo que puede causar daño al conductor, o al pasajero. En ocasiones, el animal se queda atrapado y empieza a patalear y les causa todavía más daño a las personas en el vehículo”. Asimismo, lamentó que “en ocasiones hay que sacrificar al animal”.
El doctor Francisco Meléndez, expresidente del Colegio de Médicos Veterinarios, confirmó esas expresiones del oficial, reiterando que, un choque de ese tipo, tiene el potencial de ser “mortal para ambos, tanto el animal como el ciudadano que está conduciendo”.
“El peligro de los animales es que, prácticamente, caen dentro del carro, porque tú le das por las patas, y el cuerpo rompe el cristal y cae dentro de la cabina. Y es mortal. Estamos hablando de 700, 800 libras, y eso es un proyectil que cae adentro”, explicó el veterinario, lamentando que se produzcan tantos accidentes con animales, que en muchos casos “no son reparables” y no queda más remedio que acabar con la agonía del animal.
Más allá de los animales de mayor tamaño, resulta incluso más común que los pequeños, como perros, gatos, cerdos, iguanas y aves entren a vías de rodaje provocando también accidentes, ya sea porque los conductores no pueden evitar impactarlos o porque intentan esquivarlos y terminan causando choques contra otros vehículos o estructuras.
A menudo, esos animales terminan golpeados o atropellados, causándoles la muerte o heridas severas que pocas veces logran sobrevivir.
Sin protocolos
Tampoco es inusual que sus cadáveres queden durante días y semanas descomponiéndose sobre el pavimento, situación que parecería indicar que no hay protocolos claros para evitar que los restos queden expuestos tanto tiempo, dejando tan pobre impresión en cuanto al trato a los animales.
Primera Hora indagó al respecto ante varias agencias del gobierno, y la respuesta fue que el recogido de cadáveres de animales de las vías, o carcasas, como también le llaman, recae sobre los municipios.
Wilma Rivera Díaz, directora de la Oficina Estatal para el Control de Animales (OECA), del Departamento de Salud (DS), indicó que la Ley 81 de 1912, que es la Ley Orgánica del Departamento de Salud, les impone a los municipios el recogido de animales realengos y muertos de lugares públicos.
“Si el animal tiene dueño, y falleció por la razón que sea, ese guardián… es responsable de disponer de ese animal. Si el animal no tiene un guardián conocido, se entiende que es un animal abandonado o realengo, el municipio tiene que trabajar con esa situación. Cuando pasa eso, el policía que va a intervenir con ese accidente va a hacer comunicación con el municipio para que vengan a recoger el animal y darle sepultura. Si es que el animal, vamos a suponer es un perro que lo mató un carro y está en la orilla de la calle, hay que llamar al municipio e informarlo para que el municipio venga a recogerlo. Pero no se supone que ese animal se quede ahí hasta que el tiempo disponga de esa carcasa”, indicó Rivera.
No obstante, reconoció que a menudo ocurre que el guardián de un animal involucrado en un accidente no se quiera identificar como tal, para evitar asumir responsabilidad por daños o costos de tratamiento veterinario.
A pesar de la referencia provista por la funcionaria del DS, un alcalde y una alcaldesa que entrevistó este diario, precisamente en un reciente foro legislativo dedicado al tema de la sobrepoblación de animales realengos, indicaron que no existe un protocolo claro para atender ese tema, y más bien queda a la discreción de cada ayuntamiento y los recursos que tenga disponibles.
“Realmente, hay una problemática relacionada a los perritos, gatitos, cualquier tipo de animal abandonado en la calle. Existe la Ley 154 (que penaliza el maltrato animal), tiene unas regulaciones, pero la ley no es aplicada de la manera correcta. Tiene diferentes agencias gubernamentales dentro del proceso que son responsables, y dentro de ellos están los municipios, que tienen que tener una gestión proactiva comunitaria para hacer el proceso a nivel de los tribunales. Pero un protocolo per se, no existe”, admitió la alcaldesa de Gurabo, Rosachely Rivera Santana.
Cuando ocurren accidentes, “nos llaman, vamos, nosotros tenemos que atenderlo todo a nivel municipal. En mi municipio, particularmente, tengo un programa de bienestar animal. Pero lo hice yo, y yo lo estoy trabajando. Yo soy proactiva, me preocupo por el tema”, explicó.
Sin embargo, sostuvo que no podía precisar cómo otros municipios atendían este asunto, razón por cual en el mencionado foro propuso “educar, orientar y crear proyectos regionalizados para que los alcaldes de cada región puedan ayudarse mutuamente, porque no hay como algo sistemático, algo de una manera disciplinada de cómo llevar este asunto. No hay una uniformidad. No existe. Solamente la guía es la Ley 154, pero eso no está completamente claro que aplique a todos de manera uniforme”.
El alcalde de Vega Baja, Marcos Cruz Molina, por su parte, se expresó en términos similares.
“Que sea de mi conocimiento, pues no hay un reglamento como tal que especifique cuál es el procedimiento a seguir con este tipo de animal”, indicó. “Regularmente, lo que se hace es que, a través de la Oficina de Manejo de Emergencia, o a través de las oficinas de Obras Públicas, se trabaja la situación, ya sea utilizando cal en algunos casos, o la remoción del mismo y eventualmente el enterramiento en áreas aledañas”.
Pero no hay una regla o protocolo como tal, y “esa es básicamente la crítica constructiva que se hace en términos de gobierno o en términos de legislación a los fines de que sea algo uniforme para todos los municipios y el Estado”,
Por otro lado, “al no haber un registro de animales, es difícil identificar a quién le pertenece ese animal en términos de lo que es la responsabilidad… tuvimos una situación en Vega Baja, que se nos informa de este animal que le habían dado con un machete y le habían hecho una herida. El municipio va, lo busca, lo lleva al veterinario, el veterinario cobra $1,400 y luego, ajá, ¿y qué hacemos con el perro? Pues, finalmente, se soltó, porque era un perro realengo, y la otra alternativa era llevarlo a eutanasia”.
“Y por eso es que se solicita que haya procedimientos que sean uniformes para todos los municipios y el Estado, y estemos hablando todos el mismo idioma, y cada cual asuma su responsabilidad también”, insistió.
Algunos accidentes desde marzo 2023
- 2 de marzo de 2023: Un conductor se topó con un grupo de caballos e impactó a dos de ellos en la carretera PR-819, en Toa Alta. El hombre no sufrió heridas, pero uno de los caballos murió en el acto y al otro se le tuvo que dar un tiro de gracia.
- 6 de marzo de 2023: En la carretera PR-149, frente a las instalaciones de la Base Fort Allen, en Juana Díaz, un motociclista de 28 años perdió la vida cuando cayó al pavimento. La pesquisa arrojó que la causa de pudieron ser unos equinos, que se encontraban en medio de la vía de rodaje.
- 22 de abril de 2023: Un vehículo impactó un caballo en la avenida Jesús T. Piñeiro, en la salida al Puente Teodoro Moscoso, en San Juan. La conductora resultó ilesa, pero el animal murió a causa del impacto, que dejó el vehículo como “pérdida total”.
- 10 de mayo de 2023: Un caballo murió al ser impactado por un conductor en la carretera PR-155, en el barrio Grande, en Morovis. El equino murió en el acto, mientras que el hombre sufrió heridas leves. Según el reporte policial, no apareció dueño del animal.
- 15 de junio de 2023: Un conductor impactó a cuatro caballos en la carretera PR-3, frente a Pep Boys en Río Grande. El perjudicado fue transportado a un hospital en condición estable. Los cuatro equinos murieron en el lugar.
- 31 de julio de 2023: Dos equinos que salieron corriendo y cruzaron la carretera PR-137 kilómetro, frente al Cementerio Nacional en dirección de Morovis a Vega Baja, provocaron que un conductor se accidentara al impactarlos. Los animales fallecieron en el acto, mientras que el hombre resultó ileso.
- 25 de agosto de 2023: En la carretera PR-10, en el sector Los Caños, en Arecibo, un vehículo impactó un caballo que cruzó súbitamente la vía. El animal murió en el acto, y la conductora sufrió heridas leves. Según el parte policial, otros vehículos que transitaban por la vía se accidentaron con el cuerpo, pues el lugar carece de alumbrado.
- 22 de octubre de 2023: Un accidente fatal se reportó en la carretera PR-3, a la altura de la Urbanización Los Paisajes en Luquillo, cuando un conductor impactó un animal vacuno. Al bajarse del vehículo para verificar, el hombre fue arrollado por otro auto.
- 11 de enero de 2024: La carretera PR-53 tuvo que ser cerrada al tráfico parcialmente en el área de Yabucoa, debido a tres accidentes con ganado vacuno, uno de ellos con un camión. No hubo conductores con heridas de gravedad, pero sí cuatro vacas resultaron muertas.
- 11 de marzo de 2024: Tres vehículos se vieron involucrados en un accidente en el que un caballo resultó muerto, y otro herido. La colisión ocurrió en la PR-2 en Guaynabo.