“Este hospital necesita ayuda... Esta bacteria es bien difícil de erradicar”.

Con esa contundente expresión el ex secretario de Salud Johnny Rullán arrancó ayer sus labores al frente del equipo de vigilancia epidemiológica en el Hospital de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Carolina, que quedó bajo el control absoluto del Departamento de Salud.

“Aquí solamente hay un jefe y este jefe de ahora en adelante, hasta que el brote (se controle) y se le devuelva el hospital  (a la UPR), es la secretaria (interina) de Salud, Ana Rius”, expresó Rullán.

Por esa razón ningún otro funcionario del hospital fue autorizado a hablar con la prensa sobre la crisis que provocó la bacteria Acinetobacter baumannii y que se sospecha es la responsable de al menos unas 32 muertes.

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Ni siquiera la nueva directora ejecutiva interina Diraida Maldonado -quien hasta unas cuantas horas antes era  la administradora de la institución- habló. No se le pudo arrancar ni cómo se sentía con su nuevo cargo.

Rullán confirmó que había una presencia inusual de la bacteria desde hace un año y medio.

Para Rius la salida de Domingo Nevárez el lunes por la noche como director ejecutivo del hospital,  parece ser suficiente.

 “Yo no estoy aquí para investigar si tienen que rodar cabezas como en los circos romanos y derramar la sangre. Yo estoy aquí para restablecer la confianza en el pueblo de Puerto Rico en su hospital”, declaró la secretaria interina.

A su juicio, hacer dos cambios simultáneos en la dirección, además  de sacar a Nevárez, “no es positivo para el hospital”.

Pero quedó en el limbo si en algún momento se presentarán sanciones contra algún otro responsable de no alertar y corregir la alta presencia de la bacteria.

Por su parte, Carlos Fernández Sifre, quien se había identificado como director médico de la institución,  habló a regañadientes con los medios y dijo que está en el cargo de manera interina, sin cobrar por ello y en rotación con otros dos directores: el epidemiólogo Juan González y el médico de familia Miguel Maldonado. 

Fernández Sifre defendió su labor y negó que faltaran materiales de higiene tan básicos como jabón en los lavamanos, tal y como se indica en un informe preliminar del Centro estadounidense Para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

“No puedo aceptar eso, lo rechazo”, indicó. Segundos después ante cuestionamientos de la prensa no le quedó más remedio que decir que sabía que había “áreas que tenemos que mejorar y por eso está ese comité aquí”.

Aseguró que antes de enero de este año, cuando entró en funciones como director médico interino, junto a sus otros dos colegas, el cargo lo  ocupaba Marina Román, quien sabía de la alta presencia de la dichosa bacteria.

No explicó por qué no se tomaron medidas más abarcadoras para controlar la situación.

Metas claras

La secretaria interina de Salud insistió en hacer un llamado a los ciudadanos para que recobren la confianza en la institución. Y para el 4 de octubre  fijó la entrega de un informe final sobre los trabajos del comité de vigilancia y del comité nombrado por la Junta de Directores de la UPR para controlar la bacteria.

La secretaria interina reafirmó que dará a conocer todo lo “pertinente” que surja antes de esa fecha, pero a preguntas de la prensa no definió a qué se refería.

La importancia de esa explicación es que, precisamente, parte del escándalo en el hospital surgió cuando el ex secretario Francisco Joglar dijo que no se informó del brote para no causar “pánico”. 

Para Rullán su primer “diagnóstico”  es que tiene que haber “una disciplina exacta y precisa por las próximas tres semanas  para que este hospital se le pueda devolver a la Universidad de Puerto Rico  y pueda operar tranquilamente como en los últimos 20 años”, aseguró.

No faltan chavos

El rector del Recinto de Ciencias Médicas, José Francisco Rodríguez Orengo, estuvo junto al  comité de vigilancia y aseguró que la crisis por la bacteria no tiene que ver con dinero.

“Llevamos tres años en negro, con ganancias. El dinero no es una cuestión aquí”, ya que el hospital recibe ingresos de fondos federales y por la admisión de los pacientes.