Puede que sea un pequeño poblado de tres calles, pero sus cientos de años de fundación, edificaciones históricas y magnifica vista al Atlántico y a la isleta de San Juan, han impulsado a la comunidad de Palo Seco de Toa Baja, a sacar el barrio de un letargo que casi lo coloca en el olvido.

Este movimiento de pueblo, que va ganando adeptos, es liderado por gente de la comunidad como Irene Ramírez, Patricia Rojas y su esposo, José Resto.

“Estamos tratando de ayudar, trabajando solares vacíos para ver, si después que pasamos el trabajo, por lo menos, los dueños ponen la pintura. Ya la gente se está entusiasmando y están comenzando a pintar”, señaló Patricia de la iniciativa que integra a jóvenes de la comunidad.

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Lo que comenzó con labores de mantenimiento, está alcanzando otras dimensiones, ya que han arreglado casas y negocios cerrados como el de Río Mar.

“Nos falta el área donde estuvo la escuela (demolida), pero contamos con el Municipio a ver si la limpian, y hace cotizaciones para ver si se puede hacer como una placita, algo, que llame la atención cuando la gente entre”, sostuvo Patricia, quien es propietaria de una casita en la calle Manuel Enríquez, donde se crio junto a su mamá y abuelos.

Asimismo, esta gesta fue aplaudida por gente que salió del barrio como Ferdinand Ortiz, quien en su juventud fuera líder de Palo Seco.

“Es necesario todo movimiento, porque uno tiene que exigir el respaldo del Gobierno, que es importante, pero también uno tiene que dar, especialmente en momentos de crisis como en el que estamos. Uno tiene que aportar y dar soluciones”, sostuvo Ferdinand, quien del mismo modo entiende que como comunidad “necesitamos más cosas porque la seguridad, la falta de valores, la educación es algo que hemos visto que aquí en el barrio se ha ido perdiendo y es triste”.

El sector La Trinidad de Palo Seco se distinguió en sus inicios por ser parte de una importante ruta marítima de intercambio comercial entre la Isleta de San Juan y el resto de los pueblos. Los productos agrícolas llegaban hasta Palo Seco, por vía terrestre, desde otros pueblos, y desde allí, se transportaban a través del río Bayamón, que antes de ser desviado, desembocaba en la bahía de San Juan.

También, en las pasadas décadas, a Palo Seco se le conoció como la Capital del Marisco producto de la labor de sus pescadores, que iba entrelazada con una buena economía y el turismo.

“Habían muchos restaurantes y clubes nocturnos, pero fueron decayendo. Hoy, solo contamos con tres restaurantes y con horarios limitados, los fines de semana. Por otro lado, la comunidad ha ido mermando y, entonces, se ven solares vacíos y casas abandonadas como resultado de herencias de las que no se deciden a restaurarlas para vivir, alquilarlas o venderlas”, describió Edna Morales, vecina del lugar.

Aurea Haubrich, quien luego de muchos años en Nueva York, regresó a palo Seco coincidió con Morales.

“El pueblo es bello y las personas son magníficas. El único problema es que hay muchas casas abandonadas, que no las arreglan. Pero hay un grupo aquí que se ha dedicado a pintar. Hay mucha gente que quiere mejorar el pueblo” indicó, Haubrich, quien se unió al movimiento remozando su nueva casa, en la calle del Carmen, y gran parte de los alrededores. “El pueblo necesita una mejor vista”, agregó.

De otro lado, otro factor que alteró la vida en Palo Seco, según los vecinos, fue la falta de seguridad que hubo en un momento dado. Y es que el auge que una vez tuvo el comercio ocasionó que llegara gente de afuera “lo que generó un montón de robos y delincuencia, pero no hubo una seguridad que ayudara a mantener un balance, lamentable”, indicó Ferdinand al agregar que “se hizo un código de orden público durante una de las administraciones municipales pero fue letra muerta”.

Ferdinand contó que la comunidad también se afectó cuando, bajo la administración del exalcalde Víctor Soto en los ’90, se realizó un estudio de titularidad que permitió que personas ajenas a la comunidad pagaran las contribuciones y pudieran inscribir dichos terrenos.

“Esto provocó que personas mayores y sin recursos tuviesen que abandonar sus casas y que comercios, como el de la Guarida del Pirata, el primer restaurante temático que tuvimos en Puerto Rico, cerrara”, agregó Ferdinand.

Otro factor que afecta adversamente a la comunidad, según los líderes, es la contaminación del aire y el agua.

“Bacardí, viene con la contaminación. Cuando visitas a Palo Seco, muchos se preguntan si hubo un fuego, porque las casas parece que se han quemado, pero ese es el hollín que lanza la destilería. Si está en las estructuras, las hojas y imagínese como estarán nuestros pulmones”, resaltó Edna.

Mientras que Ferdinand opinó que el hollín no deber ser ocasionado, únicamente, por la destilería, sino “Molinos de Puerto Rico y la Termoeléctrica de Puerto Nuevo, ya que la dirección de los vientos casi todo el tiempo corre del este. Pero sí entendemos que Bacardí es una fuente de contaminación de aire, de siempre”, destacó Ferdinand sobre la comunidad que ha experimentó en el pasado, descargas de mosto (aguas fermentadas), que mataba los peces y descargas termales de agua que se utiliza en las turbinas y han mantenido el caño sin oxigenación.

Específicamente, para mantener las casas libre de hollín los residentes tiene que recurrir a limpiezas constantes, según contó Elsa Cruz, residente de la calle Nueva.

“Las neveras son blancas y si tú las dejas sin pasarle un paño, mucho un tiempo, se ponen negras. Y la parte del techo de la casa, por dentro, pasa lo mismo”, detalló Elsa.

Patricia Rojas forma parte del grupo que quiere revitalizar a Palo Seco. (Para El Norte / Alvin J. Baez)

La guarida del Pirata fue uno de los comercios que cerró por la crisis. (Para El Norte / Alvin J. Baez)

En el barrio abundan las estructuras abandonadas. (Para El Norte / Alvin J. Baez)