¿Qué pasaría si O’Neill fuera mujer?
Denuncian la doble vara a la que se expondría una fémina acusada de hostigamiento.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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¿Y si Dios fuera mujer?, cuestionó alguna vez un poeta. Claro que el alcalde de Guaynabo Héctor O’Neill no es Dios, pero sin duda es una de las figuras más imponentes del Partido Nuevo Progresista (PNP) y está, una vez más, bajo la mirada pública por alegatos de acoso sexual.
“Si hubiera sido una mujer (la acusada de acoso sexual), hace rato este asunto se hubiera resuelto”, dijo categóricamente la catedrática de Ciencias Políticas, Luz del Alba Acevedo.
“Hubiera sufrido el ostracismo (destierro) social, el abandono político y sobre ella hubiera caído todo el peso de todas las instituciones de ley y de orden que envuelven este asunto del manejo del hostigamiento sexual”, aseguró la profesora del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
Acevedo opinó que se tiene una visión “distorsionada” en cuanto a los roles de género, lo que se podría demostrar crasamente, por ejemplo, en las expresiones del senador novoprogresista Carmelo Ríos cuando en 2013, aseguró que “no podemos volver a que las mujeres estén aquí”, refiriéndose al ámbito político.
“Las mujeres en esos ambientes políticos suelen ser tratadas con mayor rigurosidad porque, además, se consideran que esos espacios no son nuestros”, dijo por otra parte la abogada Amárilis Pagán, directora ejecutiva del proyecto MATRIA.
Al caso de O’Neill se le suma su larga y exitosa carrera en el servicio público, lo que, según Acevedo, abona a que se convierta en una figura intocable e intimidante.
“Estas acusaciones vienen dándose hace un tiempo ya y nadie había empujado esto hasta las máximas consecuencias”, indicó la profesora para quien todos, incluyendo al pasado Gobierno (cuando trascendió el caso que que se discute hoy), son cómplices de la agresión.
Pagán, por otra parte, agregó que de tratarse de una mujer a quien se le estuviese imputando el acoso sexual, la discusión pública sería más dura de lo que ha sido con el alcalde de Guaynabo debido a los tabús que existen alrededor de las figuras femeninas.
“Si atas eso al tema de la sexualidad, que se sigue juzgando a las mujeres en base a su sexualidad, que es una cosa que se supone que no ocurra ya al día de hoy, pero ocurre, pues muy probablemente a una mujer le estarían aplicando epítetos terribles en un caso como este”, manifestó en entrevista con Primera Hora.
En resumidas cuentas, las entrevistadas coincidieron en que no se habría esperado tanto para intervenir ni por parte de los partidos, ni del sistema de Justicia y habría provocado mayor malestar social. O’Neill, en cambio, revalidó de forma sólida durante las pasadas elecciones.
“Para mí es imperdonable que a nivel central, el PNP no haya pedido las cuentas antes y le hayan pedido correr como candidato para la alcaldía, lo que quiere decir que como institución política es un partido para el cual el asunto de violencia de género es algo secundario”, opinó Pagán.
Y es que, en general, el acoso sexual en el Puerto Rico es tratado de manera liviana.
Vale recordar el reciente indulto que el entonces gobernador Alejandro García Padilla otorgó al exalcalde de Guayanilla, el popular Edgardo Arlequín, luego de cumplir dos años de condena por ser hallado culpable de acoso sexual a una empleada del municipio.
Entonces García Padilla argumentó que quienes lo tomaran como una ofensa a la mujer “tiene una visión demasiado estrecha de lo que es la justicia y la rehabilitación”.
Otro caso que ocupó las primeras planas fue el del alcalde de Cidra, el novoprogresista Ángel “Wiso” Malavé, convicto por nueve cargos de actos lascivos y sentenciado a nueve años y siete meses bajo restricción domiciliaria, sin cárcel ni grillete. Fueron dos empleadas quienes demandaron en la corte federal.
Pero lo que catalogan como un ejercicio de intimidación y abuso de poder no se queda solo en Puerto Rico.
Una avalancha de mujeres ha acusado al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de acoso y agresión sexual.
Una de las presuntas víctimas lleva actualmente un caso en tribunales.
“Me siento automáticamente atraído por las mujeres guapas. Lo primero es besarlas, es como un imán. Solo un beso, no espero. Y cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer lo que quieras. Cogerles por el ***. Lo que quieras”, se le escucha decir a Trump en un vídeo de 2015, que publicó el periódico estadounidense The Washington Post.
El expresidente Bill Clinton también fue denunciado por mujeres.
El problema, explicó Pagán, es que se suele partir de premisas irreales de que todas las mujeres mienten o usan cualquier situación para “aprovecharse” de los hombres, por lo que en muchos de estos casos se trata de identificar en qué falló la víctima, qué ropa llevaba puesta, por qué antes dijo que sí y ahora que no, en lugar de aceptar que “no” simplemente significa “no”.
“Quienes trabajamos con víctimas de violencia de género sabemos que nuestro sistema de justicia es propenso a revictimizarlas. Hay momentos, por lo tanto, en que llevar un caso hasta el final no es lo mejor para ellas y es ahí donde se consideran transacciones”, expresó Pagán sobre los cerca de $300,000 que se alega recibió la víctima de parte de O’Neill.