“Puerto Rico se queda sin café”: Ese es el grito de los caficultores y compradores beneficiadores de ese grano, que denunciaron hoy una nueva caída en la producción y la amenaza de desaparición de la industria.

Durante la cosecha 2010-2011 se perdió cerca de un 50 por ciento de la producción, lo que equivale a una pérdida de $25 millones, sostuvo hoy Abel Enrique Vélez, presidente de la Asociación de Compradores y Beneficiadores de Café de Puerto Rico.

“Los números no cuadran. El consumo del café en Puerto Rico ha aumentado, sin embargo nuestra industria es cada vez menor”, sostuvo.

Según Vélez, para esta cosecha se esperaba una recolección de 150,000 quintales, pero la realidad es que “fue de sólo 80,000 quintales”. El consumo de Puerto Rico, recordó, es de cerca de 350,000 quintales al año.

“Las lluvias persistentes de los meses de agosto, septiembre y octubre, y la falta de mano de obra fueron los principales factores para la pobre cosecha”, afirmó.

William Mattei, portavoz del sector del café en la Asociación de Agricultores, coincidió con las expresiones de Vélez y aseguró que “no hay razón para que no subamos la producción en Puerto Rico”.

Afirmó que la industria del café puede generar sobre 12,000 nuevos empleos en la montaña si se le apoya y estimula su recuperación.

Los datos ofrecidos por Vélez y Mattei indican que la producción de café en Puerto Rico se redujo de 178,000 quintales en el 2006-2007 a los 80,000 informados para esta cosecha. La mayor cosecha en la Isla fue la del 1986-1987, cuando se rcolectaron 352,000 quintales de café.

Según  Vélez, la caída de esta cosecha se debe en un 30 por ciento a las lluvias y en otro 20 por ciento a la falta de mano de obra. Lamentó que en Puerto Rico “nos estamos acostumbrando a que nos llegue el chequecito sin trabajar”.

Señaló que el desempleo en los 21 pueblos que comprenden la zona cafetalera fluctúa entre un 15 a un 20 por ciento.

Para salvar la industria las organizaciones propusieron que el Departamento de Agricultura vuelva a producir semilla de café para fomentar siembras nuevas, vuelva a incentivar el café robusta y que ofrezca incentivos adicionales para la compra de abonos. 
Propusieron además que los gobiernos estatal y municipales habiliten y operen albergues para alojar a recogedores de café que vengan de otros pueblos e incluso de otros países a los municipios cafetaleros y que se desarrolle un programa interagencial educativo dirigido a motivar a la masa obrera a que participe en el recogido del café.

“El producto por excelencia de la montaña se llama café y hay mano de obra suficiente en Puerto Rico para su recogido. El Gobierno debe ser más activo en resolver esta situación”, dijo Vélez.