Puerto Rico, sencillamente, perdió hace más de una década la capacidad de crecimiento económico, por lo que resulta urgente abandonar el modelo que, en el pasado, hizo del país un ejemplo de desarrollo, según tres economistas.

La falta de planificación e innovación, así como la carencia de un liderazgo que ejecute medidas profundas han abonado la crisis económica que nos aqueja, opinaron los economistas Jaime Benson, José Joaquín Villamil y Martha Quiñones.

El trío hizo sus observaciones este jueves, durante un panel auspiciado por los estudiantes del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales del recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

Durante su intervención, Benson, catedrático en economía, puntualizó en la crisis económica desde la perspectiva de la enorme deuda pública y las degradaciones de las obligaciones del Gobierno por parte de las casas crediticias.

Recordó que, a mediados de la década de 1970, luego de una época próspera económicamente, Puerto Rico enfrentó la contracción más seria desde los años 30 a raíz del agotamiento del modelo de crecimiento y la crisis petrolera. Ello dio paso a los primeros déficit fiscales.

Este panorama, sumado al crecimiento abrupto de la deuda pública, resultó en la primera degradación a nivel chatarra de las obligaciones generales, bajo la incumbencia del entonces gobenador Rafael Hernández Colón.

A juicio de Benson, fue entonces que Puerto Rico recibió su primera dosis de “medicina amarga” con los recortes en el gasto gubernamental, la imposición de nuevos impuestos y el congelamiento de salarios y plazas.

Sin embargo, la globalización económica durante la década del 1990, junto a la derogación de la sección 936 del Código de Rentas Internas, “le propinó el tiro de gracia a nuestro modelo de crecimiento económico fundamentado en el libre acceso al mercado continental y la doble exención contributiva de inversión externa”.

El economista precisó que la situación económica en la Isla se agravó cuando el Gobierno comenzó a atender los recurrentes déficits presupuestarios con deuda pública.

Benson auguró que, de no atenderse la situación de la manera más democrática y transparente posible, “más temprano que tarde la degradación a chatarra de nuestra deuda pública y la quiebra de nuestras finanzas públicas, nos impondrán salidas draconianas que por más que respiremos, terminarán restringiendo nuestro grado de libertad, nuestra capacidad de tomar decisiones que puedan redundar en una mejora significativa en nuestro niveles y calidad de vida”.

Por su parte, Villamil no prevé que se resuelva el problema del desempleo debido al estancamiento económico y porque, a causa de la crisis, las empresas han aprendido a operar con menos personal y mayor asistencia tecnológica.

Según el economista, las consecuencias de continuar la tendencia económica actual son la pobre tasa de participación laboral, la pérdida de capital humano debido a la emigración, el deterioro de la infraestructura física y social del país, tensiones sociales e incertidumbre, mayor corrupción y una continua fragilidad fiscal.

“El modelo exógeno se agotó hace tiempo… hay que repensar la visión de desarrollo. Si no lo hacemos, el problema no solo será económico sino social. No solo se está yendo la población, si no que la desigualdad se va a hacer peor”, puntualizó Villamil.

Para enfrentar la crisis, dijo, es necesario reforzar la capacidades de producción, innovación, ejecución y previsión.

“Lo más importante es contar con una visión de futuro sobre la cual haya una concertación, una coherencia, que lo han logrado otros países, como Irlanda con el ‘Social Partnership’, Chile y en Finlandia. En Puerto Rico, esa concertación no existe”, sentenció.

Entretanto, Villamil favoreció las alianzas público-privadas, como mecanismo para financiar obra pública, siempre que se planifiquen correctamente.

“Si es privatización o no, para mí, ese no es un punto tan importante. Lo que es esencial en la negociación de la APP es cómo se distribuye el riesgo entre el gobierno y la empresa privada”, destacó.

El tema de las APP, según el economista, debe ser mirado fuera del espectro ideológico, pues en ella hay oportunidades económicas.

Mientras, Quiñones, catedrática en economía de la UPR de Arecibo, abordó el tema de la crisis en el Sistema de Retiro y la necesidad de un nuevo contrato social.

La educadora atribuyó la responsabilidad de la situación en Retiro a los dos administradores del Sistema y censuró la falta de planificación y acciones preventivas por parte del Gobierno.

“En Puerto Rico, la improvisación es la norma”, dijo Quiñones, quien sugirió el establecimiento de un sistema de retiro universal.