Los nueve casos de feminicidio que se han reportado en lo que va del año tienen como denominador común el que ninguna de las víctimas, sus amigos o familiares dieron la voz de alerta o buscaron ayuda, que varios de los hombres que cometieron los actos estaban autorizados por el estado a portar armas, así como que el agresor cometió los actos estuvo dispuesto a aceptar y acatar las consecuencias.

El perfil lo estableció la procuradora de las Mujeres, Lersy Boria Vizcarrondo, al urgir a la población que combata la violencia de género denunciando los casos y a la Legislatura a impulsar cambios a la Ley de Armas para hacer más riguroso el proceso de conceder una portación.

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Pero, principalmente, la funcionaria destacó que “tenemos que hacer un llamado a nuestras mujeres. Sí, nos queremos sentir libres. Y a eso aspiramos todas y esto es una problemática generacional y siempre estamos defendiendo eso, las libertades. Pero, yo quiero aprovechar para hacer un llamado a nuestras víctimas y a los testigos que hay señales de la violencia que están ocurriendo y seguimos creyendo que esto no nos va a pasar a nosotras”.

“Entendemos que un agresor no se levanta hoy diciendo voy a asesinar, que hay unas señales de la violencia que todos estamos ignorando. En lo que desaprendemos toda esta cultura machista y trabajamos con el aspecto de la educación, hay una situación de peligrosidad que estamos viviendo y que todavía seguimos minimizando. Todas estas muertes, todas, sin ninguna que puedo tomarla como excepción, han presentado señales de la violencia, alertas que gritan a la vista y todavía continuamos insistiendo en alarmarnos luego de que ocurre la muerte. No. De eso se trata la prevención. Tenemos que seguir trabajando con educar a nuestra ciudadanía sobre cuáles son las señales de la violencia. Reconocer en todos estos aspectos de señales si están advirtiendo que el final va a ser feminicidio”, agregó.

Boria Vizcarrondo pidió tomar acción, al denunciar los actos de violencia de género. Dijo que es parte de la ayuda que como sociedad se debe dar para evitar que cada vez más se sumen más víctimas.

Pero, la funcionaria aludió a que el pensar generalizado no es que un caso de celos, agresividad, posesividad o violencia en una relación vaya a terminar en muerte.

“Lo que me alarma a mí es que seguimos contando la vida de nuestras mujeres y nada pasa. Seguimos diciendo: ‘esto no me va a pasar a mí. Esto salió en la prensa, se recogió, pero, a mí no me va a tocar’ y está en la puerta de mi casa. Está llegando a mi casa y no podemos seguir permitiendo esto, porque esto no se trata de clases sociales. Esto se trata de que la violencia está en la puerta de los hogares”, puntualizó.

De inmediato, la procuradora enfatizó en las señales de la violencia que se deben de tomar en cuenta y que se deben denunciar para salvar una vida.

“Ejemplo, que tú quieras terminar la relación y la persona comienza a merodear tu área. Aquí estamos viendo personas que se ha terminado la relación y continúan viviendo en el mismo hogar. Algo que la gente entiende que es tan sencillo y, principalmente, cuando voy donde los jóvenes me dicen como que eso es una bobería, el hecho de que te pide el ‘password’ de tu celular, (te dice) de qué manera te tienes que vestir. Todo lo que sea control, el que te aleje de tu familia, el que sea agresivo y te culpe a ti de ello, de su agresividad. Estos son señales que constantemente estamos recalcando que es de una persona agresiva, una persona controladora. En el aspecto de los celos, que vemos tan común en las canciones, en los programas, personas que tienen acceso a los medios, donde siguen indicando que los celos son, de mayor o menor grado, son buenos, porque esto indica que la persona te quiere. Los celos son siempre malos, sean pocos, sean muchos, sea como lo cuantifique, no puede haber celos en una relación saludable”, manifestó.

De inmediato, Boria Vizcarrondo destacó que la única alternativa para salvar una vida es buscando ayuda. A modo de ejemplo, comentó que su oficina tiene una línea confidencial (787-722-2977) en la que se brinda orientación, ayuda sicológica, ayuda de interventoras para acudir a los tribunales a hacer la denuncia, abogados para defender a las víctimas y ubicación en albergues, entre otras cosas.

“Tienes que buscar la ayuda. El que no busca la ayuda, lamentablemente, no podemos identificar esas señales y no podremos protegerte, como te podemos proteger y como estamos protegiendo”, afirmó.

No obstante, en los nueve casos de feminicidios registrados en lo que va del año no hubo comunicación con la Procuraduría de las Mujeres ni si quiera para recibir una orientación. Tampoco hubo denuncias de sus familiares o amigos, ni contacto con ningún albergue para refugiarse, según denunció la procuradora.

“Algunos casos sí tenían órdenes de protección, pero no necesariamente con esa pareja que las asesinó”, añadió.

Le preocupó sobre manera que en, al menos tres casos, los individuos tenían licencia de portar armas, aun cuando poseían casos criminales previos. Aunque no ha sido catalogado como un caso de feminicidio todavía, una de las situaciones más recientes es el caso reportado en Utuado, en el que está implicado un guardia de seguridad que posee expediente criminal por escalamiento y que también había sido acusado de violación y sodomía a una joven de 16 años.

“Hay mínimos tres agresores con licencia para portar arma. Eso es una alerta grandísima y grave. Tan reciente como un caso en junio de Yomara (Torres Garay), la madre que la asesinaron junto a su hijo. Era un guardia seguridad desempleado que fue a una actividad familiar con el arma en la cintura”, detalló la funcionaria.

La afirmación la hizo hacer un segundo llamado, esta vez a la Legislatura, para cambiar la Ley de Armas y ser más rigurosos con las personas que tienen derecho a poseer un arma.

Comentó que hay que enfatizar en los estudios que se realizan de la persona para determinar si se le concede poseer un arma. A modo de ejemplo, enfatizó que no se le puede dar un arma a un agresor que buscó ayuda por uno o dos meses.

“Estamos viendo una legislación sumamente flexible y nadie hace absolutamente nada”, criticó Boria Vizcarrondo, al reclamar acción.

Otro aspecto que llamó la atención de la procuradora es que se han visto caso en que los agresores han sido capaces de hasta acudir a los cuarteles a confesar su crimen. A modo de ejemplo, mencionó el caso de Víctor Raúl Rivera Vázquez, quien asesinó a su esposa María Julia Febus Santiago, al dispararle en más de 20 ocasiones con el arma que poseía legalmente y luego condujo hasta un cuartel a confesar los hechos.

“Me preocupa tanto el hecho de que sigan diciendo los familiares y los vecinos que era una pareja normal, que peleaban más o menos, que no peleaban tanto, ellos se entendían. Son frases tan constantes donde hoy la lloramos, pero pudimos hacer tanto por esa víctima. La víctima necesita ayuda, no necesita que la juzguen, no necesita que la señalen. La víctima necesita que la orienten, que la ayuden, que la lleven de la mano. Así que esto es un proyecto de país. Esta es una problemática de país. Tenemos nosotros, los vecinos, los amigos, los compañeros de trabajo, que cuando nos hablan sobre una problemática como esta, que todos los días ocurre, todos los días se comenta, tengamos esta responsabilidad de hacer lo que está en nuestras manos y no seguir pensando que esto es un problema de pareja. Tenemos el deber de salvar esta vida y podemos salvar esa vida”, urgió.

Por otro lado, Boria Vizcarrondo aceptó que la orden ejecutiva en la que el gobernador Pedro Pielruisi decretó una emergencia por violencia de género ha ayudado al ente y a las organizaciones que prestan ayuda a acceder unos $3 millones. Dijo que estos fondos se han traducido en servicio directo a las víctimas. A modo de ejemplo, comentó que en el pasado año se impactaron 34,000 personas, las cuales incluyó unos 5,700 casos nuevos.

También comentó que han continuado con las orientaciones a los funcionarios de la Policía y los tribunales para que aprendan a identificar señales de violencia y a ser sensibles a la hora de prestar la ayuda.