“No sé ni cómo irme para mi casa”: Emotivo encuentro entre familias y niños que buscan ser adoptados
Fuimos testigos de cómo se da conexión que busca dar y recibir amor.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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Fajardo. Es un día de encuentros. Es un instante en el que desconocidos cruzarán miradas por primera vez. Es una puerta que se abre ante la posibilidad de formar una familia con hijos. Pero nadie, absolutamente nadie sabe el final de estas historias. Eso está por verse.
Son poco más de las 11:00 de la mañana y “Gabriel”, un niño de aproximadamente ocho años, ojos negros penetrantes y una sonrisa cautivadora, está ansioso por entrar al salón de actividades. Juega con un par de amigos antes de que llegue el gran momento.
Como “Gabriel”- nombre ficticio para proteger su identidad- hay otros 74 niños y jóvenes de entre 5 y 17 años de edad que fueron liberados de patria potestad y ansían que alguna familia los acoja en adopción. Algunos están muy pequeños para comprender la importancia del momento. Y otros están lo suficientemente grandes y conscientes de lo que ocurre y lo muestran con sonrisas nerviosas o miradas tímidas.
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En el lugar hay también 56 familias que han pasado el crisol necesario para formar parte del Registro Estatal Voluntario de Adopción (REVA) del Departamento de la Familia (DF). Son personas que desean proveer dentro de su hogar el calor de familia a un niño, niña o joven que está bajo tutela del Estado.
En una mesa, cerca de la puerta de entrada, está la pareja compuesta por José Ortiz y José Hernández, quienes añoran hace un tiempo extender la familia y ser padres a través de la adopción. Viajaron casi dos horas desde Camuy para participar de la iniciativa del DF que, en esta ocasión, se llevó a cabo en un parador en Fajardo y fue nombrada con la frase “Soy suficiente”. El evento se impulsa como un primer paso para que los menores liberados de patria potestad tengan un encuentro con familias registradas en REVA.
En este evento nada está escrito. No se trata de forzar una relación o tomar decisiones a la ligera. De hecho, nada se concretaría esa mañana. Es más bien un acercamiento inicial entre desconocidos -adultos y menores- que tienen algo en común: el anhelo de dar y recibir amor.
Los José -que hace un año llevaron a la mesa la discusión formal de adoptar un hijo o hija y han tomado talleres y orientaciones para iniciar el proceso- habían conversado antes sobre lo que, probablemente, ocurriría este día.
“En el camino veníamos hablando... yo le decía a él: ‘cuando yo vea a un niño y me haga ‘clic’ voy a saber que ése es el que es. O sea, no hay que buscar más nada’”, narra José Hernández que le dijo a su pareja.
La animadora de la actividad anuncia que llegó el gran momento del día. “Los niños tienen preparado para todos ustedes un espectáculo... vamos a darles un fuerte aplauso”, dice entusiasta.
De fondo se escucha la canción Madre Tierra de Chayanne. “Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida... La-la-la, lalara, la-la-la (hey)”, cantan los nenes a coro, mientras se abre la puerta y comienzan a dispersarse por el salón.
“Gabriel” entra cantando, sonriendo y aplaudiendo. Les choca la mano a algunos de los presentes. Entonces, el nene fija su mirada en la mesa donde están los José y estira su brazo para establecer contacto. “Gabriel” le choca la mano a uno de ellos, espera unos segundos y entrelaza sus dedos con los del adulto. Lo agarra fuerte... y de ahí en adelante apenas lo suelta.
El corazón se le quiere salir del pecho a la pareja de adultos. No pueden explicar lo que sienten, pero es algo poderoso lo que aquel niño les provoca con las atenciones que procura en las más de dos horas de actividades que prosiguieron.
Montan rompecabezas, juegan en un minigolf, tienen conversaciones informales. Empiezan a conocerse. O, tal vez, a familiarizarse.
“Yo tengo una hermana que tiene 11 años... ella está aquí conmigo”, le cuenta el nene a la pareja e, inmediatamente, busca a la preadolescente y la integra por varios minutos al grupo.
“Gabriel” y su hermana son parte de las decenas de hermanitos que participan de la iniciativa, según relató luego a Primera Hora Glenda Gerena, administradora de la Administración de Familias y Niños (ADFAN). Actualmente, el gobierno tiene a su cargo 141 menores liberados de patria potestad y 67 de estos son grupos de hermanos. Mientras, en REVA hay registradas 320 familias. La mayor necesidad de adopción está en el grupo demográfico de 10 años en adelante.
La actividad continúa. Se ve a algunos niños interactuando con otros adultos. Otros prefieren jugar con sus amiguitos, los hermanos de crianza que han adquirido en los pasados meses o años a través de albergues u hogares sustitutos.
“Son nenes que han sufrido mucho y esta es una oportunidad de comenzar una nueva historia... hoy, probablemente, surgen familias que nacen del corazón”, piensa en voz alta una trabajadora social mientras observa con añoranza la posibilidad de lo que acaba de pronunciar.
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Mientras, los José, sacan un momento para intentar procesar lo que están viviendo.
“Yo me siento -a través de esta experiencia- sumamente lleno, contento... nos sentimos en paz, en tranquilidad porque uno tiene muchas dudas. La gente también comenta muchas cosas y a veces uno viene un poquito nervioso porque no sabe, no tiene idea”, comenta José Hernández.
Su pareja afirma con la cabeza, lo mira y agrega lo siguiente: “siento que esto nos va a seguir uniendo más. Y que esto reafirma realmente la decisión que hace un año nosotros decidimos tomar”.
¿Sintieron el clic?, era la pregunta constante. Ambos se miraron y contestaron casi al unísono: “Ya lo sentimos”.
“Sentimos ese clic desde el momento que se abrieron esas puertas y entraron todos esos niños. Al ver esas caritas de tanto amor y, a la misma vez, de tanta necesidad. Pues, porque ellos realmente lo que están buscando es una familia. Poder integrarse a un núcleo familiar en el cual se sientan amados y aceptados. Es que este proceso, más allá de nosotros satisfacer la necesidad de ser padres, realmente consiste en que ellos completen su familia a través de nosotros”, relata José Ortiz, mientras “Gabriel”, observa a lo lejos e impaciente, pues quiere seguir compartiendo con sus nuevos amigos.
Y, ahora, ¿qué pasará?
“No sé ni cómo irme para mi casa”, explica uno de ellos y, agrega que, si “Gabriel” lo consiente, les gustaría invitarlo a un segundo encuentro en un parque recreativo.
“Honestamente, yo creo que esta actividad reavivó nuestro inquieto y el deseo de continuar con el proceso”, dice. No lo verbaliza, pero está ilusionado con la idea de que su historia tenga un final feliz y que el protagonista indiscutible sea “Gabriel”.
La historia de Nydia y Sofya
Antes del encuentro entre niños, jóvenes y adultos, las familias inscritas en REVA escucharon la conmovedora historia de esperanza y amor que hay detrás de cada construcción familiar enmarcada en la adopción de Sofya Báez, quien a los siete años fue acogida en el hogar de Nydia Rodríguez y su esposo, Alvin Báez.
Madre e hija relataron con mucha simpatía que fue, precisamente, en una actividad similar a la que se llevaba a cabo, que tuvieron su primera interacción. Ese día Sofya, que ahora tiene 13 años, participaría de un “talent show”.
“Allí estuvimos, compartimos con ella, la vimos jugar y fue bien bonito... pero ella se fue en la transportación del Departamento de la Familia”, relató Nydia.
Sofya recuerda pocos detalles de aquella ocasión. Pero hay algo que precisó. “Lo único que me acuerdo de ese día es una foto que me tomó una monjita y de que yo tenía en esa foto un collar que tenía pelo de mi papá”, cuenta la adolescente sobre aquella memorabilia de su familia biológica.
Luego hubo un segundo encuentro entre la familia y la niña. Y en esta ocasión no hubo regreso al hogar sustituto. Sofya se quedaría para siempre en la casa de los Báez Rodríguez.
“Era un sentimiento como que agridulce, porque estaba bien feliz porque tenía familia, mis cosas, mi vida propia, pero me costó un poco despedirme de mis amigas del hogar, porque les había cogido cariño. Creo que lloré por ambas cosas”, rememora.
Y, ¿tú querías mucho tener una familia?, se le preguntó a la jovencita.
“Sí, yo lo pedía todos los días y fue algo que se me cumplió y yo le doy gracias a Dios... tengo una vida muy feliz. Aunque a veces tengo peleas con mis hermanos porque, pues, son mis hermanos, ni modo que no pelee con ellos. Pero, soy muy feliz”, respondió.
Sofya se refiere a sus hermanos Ehyden y Jelitza, de 17 y 18 años, respectivamente, quienes fueron adoptados posterior a que se llevara a cabo el proceso de ella.
¿Qué sientes al ver una actividad cómo está en la que hay tantos niños en el lugar donde tú estuviste en alguna ocasión?, se indagó con Sofya.
“Ver estos niños, ver tantos niños que tienen un poco más o un poco menos de mi edad, pues es triste. Como que quisiera que ellos también pudieran encontrar sus papás ideales”, deseó la adolescente.
Por su parte, Nydia, cataloga la iniciativa del DF como la oportunidad de propiciar la adopción en la isla, donde el año pasado se efectuaron 155 adopciones.
“Es bueno que la gente sepa que esto ocurre, que estos niños son nuestros, son de Puerto Rico. No hay por qué adoptar fuera de este país. Los tenemos en la comunidad, ¿por qué no darles una oportunidad? Y eso es lo que me gusta de este tipo de actividad, porque promueve el conocimiento y que las personas sepan que no es un proceso difícil, que se rompa con ese paradigma de que el proceso de adopción en Puerto Rico es complejo. Las leyes cambiaron, las cosas ahora son mucho más sencillas y que el personal está aquí para eso, para ayudarnos a construir una familia y darles una oportunidad a todos estos niños. Y esto a mí me conmueve... realmente, quisiera tener más en mis manos”, acota Nydia, quien espera que su historia sirva de ejemplo a otras familias para que “hagan el clic y digan: ‘esto es lo que yo necesitaba escuchar para dar el paso’”.
Además, les recordó los futuros padres y madres adoptivos que es normal que sientan miedo en el camino.
“Uno se siente a veces asustado en el proceso. Uno se pregunta si será capaz de satisfacer eso que necesitan estos niños. Supongo que es lo mismo que siente una embarazada, que no sabe lo que pasará si estará lista para criar... y otro estigma o tabú que hay que romper es pensar que el niño venga con problemas o con malas mañas. Pero, es que tú tampoco sabes si el que pariste te va a salir con malas mañas... hay que confiar en el proceso y pensar que lo que estás haciendo va a ser positivo, que es igual que si fura biológico”, puntualiza Nydia.
Arranca con 27 adopciones el 2024
Actividades como la que experimentaron “Gabriel” y los José de Camuy, así como la que tuvieron hace unos años Nydia y Sofya, se llevan a cabo constantemente a través del Departamento de la Familia.
“Estas son iniciativas que se llevan a cabo con personas que están próximas a cumplir con el proceso... el propósito nuestro es que ellos se puedan integrar, compartir, conocer y que puedan ver que nuestros niños son igual que todos los demás. Por eso el nombre de “Soy suficiente”. Son niños únicos, importantes y merecen una oportunidad”, explicó en un aparte con Primera Hora la administradora de ADFAN al resaltar que en un evento similar que se efectuó el año pasado se lograron encaminar ocho adopciones, incluyendo el de un adolescente de 16 años.
Mencionó que, otros eventos se hacen en los Congresos de Adopción donde también se fomentan la entrega voluntaria, un proceso que se busca desmitificar y normalizar como uno válido y responsable.
“De hecho, la entrega voluntaria, cuando es parte de una decisión informada, es uno de los actos de amor y desprendimiento más grandes que puede realizar una persona que, por las razones que sean, decide entregar su bebé en adopción”, sostuvo recientemente la secretaria del DF, Ciení Rodríguez Troche.
Por su parte, Gerena aseguró que gracias a nuevos estatutos y el aumento en orientaciones las adopciones van en alza. Este año, por ejemplo, arranca con 27 adopciones. Datos de la agencia registran que de 2017 al presente han sido adoptados unos 1,286 niños, niñas y jóvenes puertorriqueños que estaban bajo tutela del Estado.
“Todavía nos falta mucho, pero con estos eventos sabemos que aumentan las oportunidades y hemos ido cada año incrementando. El poder compartir con los menores, verlos, aumenta el interés... de aquí salen pareadas familias hoy”, dijo esperanzada.