“Yo soy una mujer libre ya”.

Con una voz muy viva, que entonaba la felicidad que sentía de haber recibido un indulto total por parte del gobernador Pedro Pierluisi, Ilka Cruz Rosario soltó tal expresión al destacar cómo esta clemencia ejecutiva la ayudará para su futuro, principalmente a convertirse en “una nueva mujer”.

Según relató a Primera Hora, todos los planes que tiene trazados son para ayudar a mujeres víctimas de la violencia, así como ser ejemplo para que más confinadas logren rehabilitarse y obtengan también su libertad. Pero, para alcanzar sus metas, le falta subir otro peldaño más en su carrera educativa, que es estudiar una maestría en Trabajo Social.

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“Primeramente, tengo que darle la gloria y la honra a Dios, que soy una mujer de fe, pero también una mujer intelectual, porque ha adquirido conocimiento de la Universidad de Puerto Rico (UPR), en Río Piedras. Pero, ¿cómo me siento? ¡Wow! Primeramente, me siento agradecida, muy agradecida, como le dije, a Dios que le conmovió el corazón a nuestro honorable gobernador Pierluisi en darme este indulto y, al equipo de trabajo de su staff para lograr esto. Me siento un peso afuera. Ya no tengo el grillete, que esa era un monstruo en las rodillas. Yo le decía el brazalete de la esclavitud. Feliz, muy feliz, inmensamente feliz, mi felicidad es más grande que el mundo”, indicó la mujer.

Cruz Rosario fue sentenciada en el 2010 por un caso de drogas, junto a uno de sus tres hijos. Salió en libertad bajo supervisión electrónica el 22 de junio. En total, cumplió 11 años, siete meses y dos semanas, dijo.

La mujer recibió la noticia de que sería indultada el pasado 21 de diciembre. Sin embargo, no fue hasta ayer, miércoles, que el proceso culminó, tras acudir a la Junta de Libertad Bajo Palabra para que le quitaran el dispositivo de vigilancia electrónica que tenía puesto en uno de sus pies.

En las pasadas horas, Cruz Rosario ha sentido una nueva esperanza de vida. Va más allá de que ahora podrá utilizar trajes, pues nadie podrá ver esa pieza electrónica que la mantenía bajo vigilancia.

“Poder moverme en la cama sin sentir que le pertenecía al (Departamento de) Corrección todavía, pues le pertenecía todavía unos años más que debía, es para mí una cosa, una experiencia nueva, un nuevo resurgir y un nuevo génesis en mi vida”, explicó.

Esta libertad de la que ahora dice gozar le llegó en su justo momento.

Fue en el 2019 que Cruz Rosario solicitó la clemencia ejecutiva. Recordó que la trabajadora social que atendió su caso le dijo que “‘la que se merece este indulto entre todas mujeres eres tú' y no se me concedió”.

La mujer siguió con sus estudios universitarios, los cuales comenzó tras ser reclutada en el 2014 por la catedrática Ema Benítez Laborde para formar parte del Proyecto de Estudios Universitarios para Personas Confinadas entre el Departamento de Corrección y Rehabilitación y el recinto Río Piedras de la UPR.

En este 2022, Cruz Rosario obtuvo un gran logro al formar parte de la primera clase graduanda de este proyecto. Obtuvo un bachillerato de Estudios Generales con la distinción de Magna Cum Laude.

Días previos a su graduación, se le concedió el derecho de cumplir la pena bajo libertad supervisada. Contó que se registraron unos cambios en la legislación referente a drogas que le permitieron salir de la prisión de mujeres en Bayamón.

Pero, tener un grillete todavía le era un impedimento. Cada vez que iba a salir a las clases de teología en la que estaba matriculada o a realizar alguna charla para dar a conocer su historia y así ayudar a otras mujeres, tenía que comunicarse con un técnico sociopenal para indicar que iba salir y qué iba a hacer. Describió el proceso como uno muy infantil.

Con el indulto total, “ya no le debo más años a Corrección y mi carta de antecedentes penales va a quedar limpia, como si nada hubiese pasado”, explicó.

“Ahora soy una mujer libre. No tengo obstáculos. No tengo montaña en el camino para yo moverme a Río Piedras, tomar mis tres clases de prerrequisito (para poder comenzar la maestría), porque mi bachillerato no fue en social. Fue en la facultad de Estudios Generales”, agregó.

En enero próximo, Cruz Rosario, quien reside en casa de un tío en Humacao, se dispone a comenzar a estudiar en la UPR tres clases que le son requisitos para emprender la maestría. Dijo que ya ha sido aceptada para todos estos estudios, pero no cuenta con dinero para pagar los cursos. Por tal razón, sus profesores universitarios han comenzado a recaudar fondos a través de una cuenta en GoFundMe. La mujer tampoco ha conseguido trabajo ni tiene hospedaje para permanecer en Río Piedras.

Pese a los obstáculos que pueda enfrentar, Cruz Rosario está confiada en que logrará sus metas. Siempre fue así. Se mantuvo dispuesta a aceptar la ayuda y bajo la guía de Dios ha logrado su educación y la libertad de la cual hoy goza.

“Yo me agarré de mi Dios y agarré todos los recursos y todo instrumento que me pudieron dar, que fueron un poco limitado, para comenzar a transformar mi vida, tanto espiritual como intelectual. Por eso es que yo siempre he dicho, como lo dije en mi tesina, requisito para mi bachillerato, yo tomé el proyecto piloto y estos estudios universitarios con mi tesoro personal, porque sabemos primeramente que nosotros nacemos libres. Segundo, todos los saberes y todos los conocimientos que hemos adquirido, nada ni nadie te lo puede quitar. Ahora no tengo límites. Ahora puedo estudiar, seguir mi maestría, trabajar, ayudar a los que me necesitan”, sentenció.

Lo más que Cruz Rosario añora es que las mujeres víctima de la violencia y las presidiarias se puedan reflejar en ella para que conozcan que sí se puede lograr la superación.

“Yo no soy la misma mujer que entró por los barrotes. Mi conocimiento y mi fe derritieron esos barrotes. Derritieron las serpentinas, derritieron los grilletes y las esposas. Ahora tomo mi curso de vida de seguir superándome. Esta oportunidad que tengo es para poder dar testimonio de cómo una mujer del polvo se puede levantar y adquirir una educación superior. De ayudar a otras mujeres, a mis mujeres privadas de la libertad que están ahora mismo en Bayamón, de decirle a ellas que ellas me vean a mí, que se puedan reflejar y decir: ‘si ella pudo, yo puedo’. Yo puedo ayudarlas, porque por eso voy a estudiar”, afirmó.

Entre los proyectos futuros de Cruz Rosario está publicar un libro en mayo sobre su experiencia tras las rejas.

“Yo salí, pero yo no salí para quedarme quieta. Yo salí para seguir mi rumbo, para seguir dando testimonio de un ejemplo vivo de que lo que puede hacer una universidad”, concluyó.